Por estos días el presidente Donald Trump está de gira por Asia con su mirada puesta en lograr una tregua comercial con China. A mediados de octubre visitó Jerusalén tras el frágil cese al fuego entre Israel y Hamas bajo las líneas que él propuso.
Análisis | El 'America First' de Trump "ha mutado en un supremacismo intervencionista"
La promesa de Donald Trump de ‘poner a EEUU en primer lugar’ no necesariamente contemplaba aislarlo del mundo. Pero parece estarse consumando con mayor rapidez en lo que respecta a la posición que EEUU toma ante el mundo, y tardando más en producir mejoras concretas para los estadounidenses en casa como esperaban algunos.
En Washington, recibió este mes al presidente argentino para darle personalmente un espaldarazo antes de las elecciones legislativas en las que se jugó el futuro de sus reformas económicas. También al mandatario de Ucrania en medio de su hasta ahora infructuoso intento por acabar con la invasión rusa a su país.
Más al sur, en aguas del Caribe y del Pacífico, Estados Unidos ha matado en una ofensiva contra supuestos carteles de la droga a más de 40 personas en ataques a embarcaciones con presuntos narcotraficantes. Y ha movilizado a esa zona al grupo de ataque más poderoso de la Armada en una escalada de la tensión con una Venezuela que, según él, “no quiere joder” con Washington.
“‘America First’ ha mutado en un supremacismo intervencionista. Ya no busca únicamente proteger fronteras, sino proyectar el poder sin contrapesos. El ‘America First’ prometía introspección, pero (...) no ha podido evitar convertirse en un ‘Estados Unidos en todas partes”, explicó a Univision Noticias Sebastián Contín Trillo-Figueroa, jurista experto en geopolítica con énfasis en Asia y Europa.
"La primera etapa del 'America First' fue interpretada como un repliegue: una segunda salida de París, el DOGE (Departamento de Eficiencia Gubernamental) de Elon Musk, recortes a la ayuda exterior —USAID—, y una retórica de autosuficiencia que sugería un Estados Unidos menos dispuesto a sostener el orden global. Pero ese aislacionismo se ha visto complementado con un intervencionismo exterior absoluto", agregó.
“En este sentido, ‘America First’ se ha transformado de lema electoral a una doctrina de supremacía práctica que redefine la intervención como derecho natural. Estados Unidos no ha vuelto para custodiar el orden, sino para dictarlo”, acotó.
La más reciente evidencia de ese giro la dio un documento que el Departamento de Estado envió al Congreso avisando que cerca de $1,800 millones que se supone fuesen a la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) serán usados en iniciativas poco concretas con el sello 'America First', como contrarrestar regímenes "antiestadounidenses" e invertir en Groenlandia.
"Los intereses de seguridad nacional de Estados Unidos requieren que Estados Unidos utilice los fondos para la ayuda exterior para abordar nuevos desafíos de manera que Estados Unidos sea más seguro, fuerte y próspero", se lee en el documento reportado por The Washington Post y Reuters.
EEUU, ¿en primer o último lugar? El enojo por la ayuda a Argentina
La promesa de ‘poner a Estados Unidos en primer lugar’ no necesariamente contemplaba aislarlo del mundo. Pero parece estarse consumando con mayor rapidez en lo que respecta a la posición que Estados Unidos toma ante el mundo, y tardando más en producir mejoras concretas para los estadounidenses en casa como esperaban algunos cuando el presidente habló de impulsar y proteger la producción nacional.
La brecha entre las posturas que se esperaban del 'America First' bajo Trump 2.0 y las que se han visto es algo en lo que ha insistido recientemente una republicana acérrima del movimiento 'Make America Great Again' (MAGA) como Marjorie Taylor Greene. La congresista —que ha emergido como una voz disidente en algunos asuntos dentro de un Partido Republicano plegado casi por completo ante Trump— ha usado como ejemplo el plan del presidente para comprar más carne a los ganaderos argentinos y supuestamente bajar así los precios de ese alimento en Estados Unidos.
Esto luego de que Washington dio a Argentina “un montón de ayuda”, como Trump mismo reconoció, a través de un rescate financiero por hasta $40,000 millones que según el secretario del Tesoro, Scott Bessent, no es un rescate como tal porque se trata en parte de un intercambio o 'swap' de divisas y costaría nada a los contribuyentes estadounidenses.

Estados Unidos compraría más a los ganaderos argentinos justo cuando las cosechas de los productores de soja locales están en vilo, porque China los ha esquivado en favor de los sojeros argentinos en medio de la guerra arancelaria de Trump.
Taylor Greene arremetió en contra del respaldo financiero a Buenos Aires diciendo que equivale a poner a Estados Unidos "en último lugar" y vapuleó el plan de comprarle más carne durante una entrevista con Tucker Carlson.
“No sé quién le ha dicho a nuestro gran presidente, a nuestro presidente del ‘America First’, que eso es una buena idea. Porque, honestamente, es como un puño al estómago de todos nuestros ganaderos estadounidenses. Están furiosos y con razón”, dijo la representante de Georgia.
Los productores de carne pidieron a Trump que no trate de “manipular” los mercados comprando más del exterior —algo que contradice su compromiso de impulsar la producción local— y complete una prometida instalación para combatir una plaga que ha reducido los insumos de carne e impulsado sus precios.
La "puerta giratoria" para líderes extranjeros en medio del cierre del gobierno
Taylor Greene también ha mencionado en varias ocasiones que la Casa Blanca parece una “puerta giratoria” en la que entran y salen mandatarios extranjeros en busca de dinero. El 14 de octubre, por ejemplo, fue el turno del argentino Javier Milei y, tres días después, el del ucraniano Volodymyr Zelensky, que ha estado allí varias veces este año en busca de apoyo para afrontar la invasión rusa.
Las visitas se dieron mientras agencias del gobierno federal llevan casi un mes cerradas porque se les acabó el presupuesto. Los líderes republicanos y demócratas llevan semanas sin hablar ni lograr avances, y Trump tampoco tiene la intención de asumir el liderazgo en esa crisis y de volver a sentarse a dialogar.
Las posiciones de cada lado son inamovibles. Los demócratas exigen que se extienda un subsidio que ayuda a pagar los seguros de salud. Los republicanos rechazan evaluar el asunto hasta que no se apruebe un financiamiento y se reabra el gobierno.
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En medio de la pelea han quedado cientos de miles de empleados públicos y militares que viven ‘cheque a cheque’, y hogares de bajos recursos que dependen de ayudas como los ‘cupones de alimentos’ del programa SNAP para llegar a fin de mes.

No queda claro por el momento si la base MAGA resiente de forma alguna la intensidad de la agenda externa de Trump o si considera que el presidente ha relegado los esfuerzos en pos de la producción nacional que se supone mejoren su situación económica.
El electorado estadounidense ha mostrado en el pasado tomar muchísimo en cuenta la inflación, los empleos y cómo están sus bolsillos a la hora de votar. Quienes participaron en la más reciente encuesta de Quinnipiac University consideraron que Trump está manejando los asuntos económicos peor que nunca. Solo 38% dio su aprobación, el nivel más bajo que ha logrado en este sondeo en específico.
"Con una brecha de casi 20 puntos entre los que aprueban y desaprueban el manejo económico del presidente Trump, es un punto bajo para un mandatario que prometió una economía vibrante y robusta", evaluó Tim Malloy, analista de Quinnipiac University.
Trump juega con la percepción de que EEUU "vuelve a dominar el tablero"
Tampoco se sabe por ahora si la base MAGA apoya o discrepa con las intromisiones de Trump en el frente externo, especialmente quienes querían ver a un Estados Unidos menos envuelto en guerras y conflictos.
En Washington se habla actualmente incluso de una "potencial expansión" a tierra de los ataques en el mar contra presuntos traficantes de droga. Han sido ataques sin un sustento legal convencional ni aval expreso del Congreso, en los que según líderes de Colombia y Venezuela se ha matado a personas sin que haya certeza de que llevaban drogas.
El experto Contín Trillo-Figueroa considera que aquí entraría en juego el hecho de que, con su base férrea, Trump apela a la percepción de que “Estados Unidos vuelve a dominar el tablero”.
“Su electorado no interpreta la agresividad como amenaza, sino como reafirmación nacional. Incluso decisiones contradictorias, como financiar a Argentina en pleno cierre presupuestario, no erosionan su popularidad, sino que refuerzan esa percepción de poder”, explicó el analista.
“Su base interpreta cada gesto de fuerza como confirmación del renacimiento americano. Mientras recorta programas internacionales o humilla a aliados, el mensaje a su electorado es inequívoco: MAGA. El mundo ya no dicta las reglas de Washington, sino al revés. El poder se mide en la capacidad de imponer, no de convencer. En ese sentido, su política exterior es también una narrativa interna: demostrar que Estados Unidos vuelve a dominar el tablero”, agregó.
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