Este martes, muchos blogs y sitios web estadounidenses dedicados al cine, los cómics, los superhéroes y la cultura pop aparecieron con sus páginas colmadas de detalles de Justice League y, en particular, con crónicas de primera mano de una visita al set de grabación de la película, en Londres.

Deadpool desató una suerte de efecto dominó en el cine de superhéroes tras alcanzar cifras exorbitantes de taquilla (es la que más recaudó de toda la saga X-Men, entre otros récords) a pesar de ser calificada como R-rated, etiqueta que solía ser rehuida por los estudios por quitar de la ecuación de la taquilla a una buena porción del público, y en particular al público juvenil-adolescente, tan importante en las adaptaciones de cómics.

Warner Bros se ha caracterizado por un enfoque muy diferente al de su principal competidor en la construcción de su universo cinematográfico de superhéroes, y una de las grandes diferencias es que el Universo DC parece más sujeto a cambios circunstanciales y menos atado a un plan previamente estipulado e inamovible, como el de Marvel.

El Universo animado de DC pretende adentrarse en los confines más oscuros y retorcidos de las historias de Batman en los cómics, y después de las películas Batman: Year One (2011) y Batman: The Dark Knight Returns (2012), le llega el turno a la adaptación de la otra novela gráfica esencial del Caballero Oscuro de los 80.

Desde el lanzamiento de Batman v Superman: Dawn of Justice se había mantenido la duda acerca del regreso de Jesse Eisenberg para la siguiente entrega del Universo cinematográfico de DC centrada en sus superhéroes, impulsada además por el poco entusiasmo que despertó esta versión del legendario villano Lex Luthor.

Warner Bros parece haber depositado toda la confianza en Suicide Squad para encaminar su Universo cinematográfico de DC y obtener finalmente el gran éxito taquillero y aclamado que necesita, en su primera película no dirigida por Zack Snyder.