El mundo de las series podría dividirse perfectamente en dos grupos: las series que enganchan y las que enganchan tanto que se nos va la vida en desgranar episodios como si no hubiera un mañana. Un segundo grupo formado por estas series muy adictivas a las que ni el espectador más escéptico pudo resistirse y cuyo segundo, tercer o enésimo visionado sigue confirmando el gran potencial de la propuesta.

Dulce, arrogante y muy divertido, aunque no intencionalmente. Ross Geller es uno de los personajes de la televisión que más extrañamos, pues durante diez años entró en nuestros hogares y se volvió nuestro “amigo”.

¿Habías notado que casi todas las temporadas de Friends contaban con un episodio doble? Pues sí. A veces, la historia de un episodio es tan larga que es necesario dividirla en varios capítulos, a través de un punto de giro.

La serie se llamó Friends, pero el amor fue su tema más recurrente. Con ese sentimiento viene el compromiso y la necesidad de decir “acepto” y confirmar el cariño frente a los seres queridos. Claro, eso si la boda en cuestión no ocurría por interés o por una borrachera en Las Vegas. La verdad es que, gracias a estas ceremonias, Ross se convirtió en la “Fuerza del Divorcio Geller”, un chiste que nunca pasará de moda.

A lo largo de 10 años, Friends se convirtió en una de las series más populares y aclamadas de los últimos tiempos. Su popularidad no sólo se basó en el carisma de sus personajes principales o en sus divertidos guiones, sino también por el factor sorpresa que estaba a cargo de los actores invitados que realizaban alguna participación especial.

Ross, Monica, Chandler, Phoebe, Joey y Rachel eran los pilares de Friends. Como buenos protagonistas, sus relaciones, desencuentros y peleas fueron el centro de toda la serie, aunque contaron con un aderezo genial: los personajes secundarios.