¿La gran pregunta para los fans de Friends era cómo Monica y Rachel podían pagar tal apartamento con trabajos tan miserables? Cerca del final nos enteramos del gran secreto: control de renta.
Friends: Pruebas de que los personajes no eran muy buenos con las finanzas

De otra manera, es bastante posible que las chicas se hubieran tenido que mudar un lugar mucho menos glamoroso y gigante, porque si algo aprendimos a lo largo de diez temporadas, es que los amigos no eran muy buenos manejando sus finanzas.
Le pasa a cualquiera: a veces estás arriba y eres el que invita a tus amigos; a veces mueves la colita como un perrito emocionado cuando alguien te obsequia un café.
Recordemos esos momentos en los que sentimos que los personajes de Friends eran de carne y hueso, y parecían contar monedas para llegar a fin de mes. ¡A que te dieron ganas de ofrecerles un préstamo!
Monica
La chef del grupo. Al principio, el trabajo de Monica parecía difuso; solo sabíamos que cocinaba en algún sitio. Pero luego, se convirtió en parte central de la trama: no solo era chef, sino que había recibido una promoción. Esto causó fricción entre el grupo de amigos. Monica, Chandler y Ross ganaban bien, mientras que el resto apenas podían con las cuentas.
Pero Monica cometió un error y fue despedida. Fue cuando la vimos en su punto más bajo, económicamente hablando. Intentó cocinar para el restaurant de un amigo de Phoebe, un tipo que llegó bajo los efectos de la marihuana al apartamento y ni probó bien la comida que ella preparó. Después fue parte de aquel proyecto: Mockolate. No, no era chocolate. Es más, ni se le acercaba. Se vio obligada a crear recetas que nunca salieron a la luz porque hubo problemas con los permisos sanitarios del producto.
Pero nada se puede comparar al trabajo en la fuente de sodas. Seguro lo recuerdas. Monica cocinaba hamburguesas, llevaba una abultada peluca rubia, falsos pechos gigantescos, patines y, por si fuera poco, cada vez que alguien ponía YMCA en la rockola, debía subirse a la barra y bailar con el resto de los empleados. ¡Pobre Monica!
Joey

Joey es el hombre más afortunado en Nueva York porque supo ganarse la amistad de Chandler. Si no fuera por él, jamás habría conseguido un trabajo en la actuación.
Porque sí, Joey era actor, pero uno no muy bueno. Lo vimos en producciones de poca monta, como aquel musical sobre Sigmund Freud. Ni hablar de la vez que participó en ese infomercial donde actuaba como un hombre que no podía abrir los cartones de leche.
Chandler lo ayudó a prepararse, como se vio en ese episodio en el que el sarcástico amigo se quedó dormido en el estreno de la película de Joey y él, molesto, empezó a sacar las cuentas de todo lo que le debía: renta, clases de actuación, de dialecto, fotos… Tantas cosas que Joey decidió quedar tablas.
Al ser despedido de Days of Our Lives, tomó un trabajo de camarero en el Central Perk y en algún punto, vendió árboles de navidad y participó en investigaciones médicas como sujeto de pruebas. Eventualmente regresó a la novela y se volvió el amigo adinerado.
Pero nosotros no podemos olvidar dos cosas de su resumen curricular: su actuación en una película porno y la publicidad de Ichiban, el labial para hombres. ¡Cochino dinero!
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Chandler

Chandler era el amigo que amasaba una fortuna con un trabajo que detestaba. Todavía hoy no sabemos qué hacía. ¿Era un “transpondador”? ¿Qué demonios es eso?
Este amigo sí que cuidaba el dinero y lo demostró cuando Monica descubrió que sus padres no tenían ni un quinto para su boda. Chandler dijo cuánto tenía ahorrado y era suficiente para un evento de ensueño. ¡Bravo, Miss Chanandler Bond!
Pero llegó el momento en el que Chandler enfrentó la realidad: no podía continuar en ese horrible puesto. Abandonó su empleo y empezó de cero en la publicidad. Si escuchaste sus slogans, sabes que tenía mucho que aprender.
Y lo hizo. Empezó como interno en una agencia y el dinero no sobraba en la casa. Fue cuando los papeles se invirtieron y le pidió dinero al incondicional Joey, pero a escondidas de Monica, quien hizo lo mismo. ¡Oh, el amor!
Rachel

La niña mimada se quedó sin tarjetas de crédito y ajustarse fue una tarea dura. Rachel pasó de ser la niña privilegiada a dedicarse a mal atender mesas en el Central Perk. El dinero que entraba no era mucho, en parte porque era una muy mala mesera. Gunther tuvo que pedirle que volviera a tomar el entrenamiento casi dos años después de tomar el empleo.
Rachel se hartó y decidió dedicarse a lo suyo: la moda. Empezó en un trabajo miserable donde le pidieron que organizara un clóset lleno de ganchos. Entonces entró en Bloomingdale’s y luego a Ralph Lauren. ¡Bien hecho, Rachel! Solo no olvides de dónde vienes y lo pésima camarera que resultaste.
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Phoebe

Phoebe tuvo la infancia más dura de todas. Su padre la abandonó, su madre no tenía mucho. Su único contacto con una bicicleta era con la caja en la que vino la de su vecina, en donde se “montaba” y era arrastrada. Su vida no se puso mejor: vivió en las calles y robó para poder comer. Es una fortuna que Phoebe no se haya convertido en un personaje triste. Según ella, fue gracias a la aromaterapia.
Pero el dinero jamás le sobró. Era masajista y aparentemente, no ganaba muy bien. Incluso, perdió la licencia por haber tocado inapropiadamente a un cliente. Para ganar algo extra, Phoebe intentó varias cosas: cantaba en el Central Perk (donde no le pagaban), hizo lo mismo en las calles y frente al lujoso restaurante de Monica e incluso, tomó un puesto como vendedora telefónica en el que salvó una vida. Aunque renegaba de las grandes corporaciones, la vimos trabajando en un spa como masajista, donde el dinero era mejor.
Phoebe nunca logró recomponerse económicamente, pero no ostentaba grandes riquezas. Consiguió al hombre de su vida, un abogdo que dejó su trabajo para dedicarse a tocar el piano en en bares, y juntos salieron adelante. Además, la familia de él era adinerada y pronto le tocaría esa herencia…
Ross

Ross fue el único de los seis que pareció gozar de estabilidad laboral. Trabajaba en el museo y luego consiguió una posición como profesor universitario. El dinero nunca fue problema para él.
Solo lo vimos sin trabajo en aquel sabático (en el que seguramente seguía recibiendo dinero); la misma temporada que se quedó sin apartamento y no por falta de dinero, sino porque se deshizo del suyo para estar con Emily.
Entonces no entendemos por qué era TAN TACAÑO. Ross iba a los hoteles y se llevaba cuanto podía: papel sanitario, champú, jabones, bombillos y hasta la sal. ¿Qué clase de locura es esa? No sé ustedes, pero si algo llega a afectar el trabajo de Ross, sé que no la pasará mal. ¡Este hombre sí que sabe ahorrar!






