Un problema que ha atañido a disciplinas como la filosofía o la psicología es el del Yo. Esta construcción, derivada a partir de los estudios de Sigmund Freud, contiene muchísima significación existencial para el individuo, cuya naturaleza está desarrollada integralmente sobre ella.

Es histórico el caso del célebre Ponzio Pilatos, quien a la hora del juicio a Jesucristo se lavó las manos desentendiéndose de cualquier compromiso. Aparentemente el legado de Pilatos va más allá de haber quedado como uno de los personajes más insípidos y sin gracia de la historia, pues hasta el día de hoy lavarnos las manos nos hace más indulgentes.

Sin lugar a dudas uno de los experimentos más aprovechables para la ciencia en lo que va del siglo es el que se ha llevado a cabo el miércoles pasado a 100 metros bajo tierra en el territorio suizo-francés. El acelerador de partículas LHC ha funcionado con éxito y hasta ahora no se para de hablar de él con entusiasmo y conformidad.

Parece que mi camarada Federico se ha equivocado y el mundo no se ha destruido a causa del LHC como el pronosticaba hace unos días. Y pese a que formó una pequeña horda de seguidores aprovechándose de su visión apocalíptica, aún seguimos vivos.

El espacio exterior es un medio inimaginablemente más hostil que cualquiera de los que tenemos en nuestro planeta, sea éste el desierto de Gobi, el Himalaya o los hondos y densos pozos del océano índico. Pero su hostilidad no representa un obstáculo para las especies que habitamos la Tierra, incluso para nosotros.

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