Los bomberos que le hacen frente a la emergencia aseguran que la actual magnitud de los incendios no se había visto antes en California. Hasta el momento se han contabilizado 437 casas y estructuras destruidas por los siniestros, los cuales, en algunas zonas, han dejado áreas completamente desoladas.

Jaimie Meistrell recibe en su negocio diferentes donaciones para los afectados, como comida, agua y ropa, entre otros. Para evitar el caos en el tráfico y teniendo en cuenta que la ayuda es urgente, transporta los donativos en bote para ser entregados a los necesitados, especialmente a las familias damnificadas en los parques de casas móviles en la ciudad.

Desesperados por no saber el estado de sus inmuebles, algunos damnificados recorren varias millas a pie con el fin de llegar a sus viviendas. Aseguran que viven en una incertidumbre constante luego de haber sido evacuados el pasado viernes y no saber hasta cuándo durará la emergencia. En las últimas horas, el viento revivió las llamas del incendio Woolsey y provocó nuevas evacuaciones en algunas zonas.

Las autoridades del condado de Butte, en el norte del estado, confirmaron este miércoles que continúan las complejas labores de recuperación de las víctimas en las zonas calcinadas como el devastado pueblo Paradise, donde unas 130 personas siguen sin poder ser localizadas.

Casas reducidas a cenizas, miles de familias evacuadas y vías de acceso cerradas son algunos de los devastadores efectos de los incendios. Las autoridades han puesto a disposición de la comunidad varios albergues donde las víctimas pueden ir en busca de ayuda.

Aunque las condiciones climatológicas han mejorado, sigue vigente la alerta por los riesgos de posibles nuevos incendios. En Ventura y Los Ángeles fueron levantadas las evacuaciones, pero el peligro sigue latente.