Desayunar café, un snack de vez en cuando (dulce o salado), salir de noche y tomar alcohol… todos esos hábitos, y algunos más, por mucho que te gusten, están dañando tu piel. Todo lo que ingresa al organismo se refleja en el órgano más grande que tenemos: a través de la piel, el cuerpo elimina las toxinas, lo que puede cambiar radicalmente su aspecto.

Muchas personas alrededor del mundo sufren de piel sensible. No les va bien cualquier crema, producto para el cuidado o tratamiento contra el acné o algún otro problema de la piel. Esto puede provocar que tener una rutina de belleza sea un tanto complicado.

Si te desmaquillas noche con noche religiosamente antes de dormir, aún no cantes victoria, es probable que estés cometiendo este error en tu rutina de belleza que te está causando manchas en el rostro.

La comida es mucho más que combustible, puede afectar el humor, provocar hinchazón y hasta desencadenar muchos problemas en la piel. No por nada el dicho popular dice que «somos lo que comemos». Darse un gusto lleno de azúcar o aceites de vez en cuando no tiene nada de malo (la moderación es la clave), pero si lo que quieres es cuidar tu piel deberías concentrarte más en los alimentos que llevas a tu cuerpo y menos en los productos que puedes colocar en tu rostro.

Aunque no hay nada que se pueda hacer contra el envejecimiento, nadie desea verse mayor de lo que debería. Quizá no te des cuenta, pero hay algunos hábitos de todos los días que puedes cambiar para retrasar la llegada del inevitable destino.

La imagen de una mujer con una toalla envolviendo su cabeza, con una máscara facial y rodajas de pepino sobre los ojos es clásica, y solemos relacionarla con el cuidado esencial del rostro. Este truco milenario parece de esos transmitidos de una generación a otra, aquellas recetas de abuela, que con solo ingredientes naturales prometían dejar una piel perfecta. Pero ¿qué tanto tiene de verdad, y qué tanto tiene de mito?