Por qué puede ser peligroso para la estabilidad mundial el asesinato del embajador ruso en Turquía

Detrás del asesinato del alto diplomático ruso está la guerra civil en Siria, considerado el evento bélico que más refugiados ha creado en la historia reciente. El cambio de política del gobierno turco frente a Siria podría perpetuar esa situación, con consecuencias inimaginables para su población civil.

El asesinato del embajador ruso en Ankara agrega más complejidad a la crisis internacional que ha provocado la guerra civil en Siria.
El asesinato del embajador ruso en Ankara agrega más complejidad a la crisis internacional que ha provocado la guerra civil en Siria.
Imagen Getty Images

De nuevo la frágil relación bilateral entre Rusia y Turquía está comprometida. Y lo más preocupante del asunto es que no es la primera vez que un incidente violento pone en juego la estabilidad en un país que es considerado la puerta de entrada entre Europa y el Medio Oriente.

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Ya ocurrió algo similar en noviembre de 2015, cuando Turquía derribó un avión caza de Rusia en medio de la guerra civil en Siria, una nación que se ha convertido en el nuevo escenario de tensiones entre el poderío militar ruso y la Alianza Atlántica (OTAN) liderada por Estados Unidos.

El asesinato del embajador ruso Andrei Karlov en Ankara este lunes activó una nueva alarma a nivel internacional. Es la misma alerta que sigue creando inestabilidad en la región por la guerra civil en Siria que ya deja más de 400,000 muertos, la mayoría de ellos civiles.

Aunque el atacante -un policía turco- no dejó claro si pertenece a un grupo en particular, sus gritos de "Dios es grande" en árabe y "No olviden Alepo, no olviden Siria", conecta claramente lo sucedido con el papel que ha jugado Rusia como aliado estratégico del presidente sirio Bashar al Asad.

A esto hay que sumar la accidentada evacuación de miles de civiles de la ciudad siria de Alepo, un evento que significa el fin del principal enclave de la milicia rebelde que con el apoyo de Occidente ha estado tratando, sin éxito, de derrocar al régimen de Al Asad.

Video En video: El momento en que disparan contra el embajador ruso en Turquía


El asesinato del embajador ruso ocurrió apenas un día después de protestas callejeras en Turquía por la manera en que Rusia ha actuado al apoyar el bombardeo indiscriminado de Alepo y otras ciudades sirias, y una posterior evacuación de civiles que ha tenido que ser suspendida en un momento por la ejecución de civiles, incluidos mujeres y niños.

La consolidación de una tragedia

Con esta última tragedia humana en Alepo ya no es descabellado afirmar que Siria se ha convertido en la peor crisis de refugiados y desplazados en la historia reciente y ahora con implicaciones diplomáticas que tocan directamente a dos actores muy activos: Rusia y Turquía.

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En lo interno, el asesinato de Karlov sigue añadiendo problemas para el gobierno del presidente turco Recep Tayyip Erdogan, quien fue blanco de un fallido golpe de Estado en julio.

El gobierno de Turquía continúa lidiando con la inestabilidad política interna y renovados problemas económicos agravados por la situación en Siria, desde donde miles de civiles han tenido que huir a territorio turco, o usar al país como puente de tránsito hacia Europa.

Cualquier profundización de la crisis bilateral ruso-turca que ha generado el asesinato de Karlov podría terminar en una escalada del conflicto con un papel más activo de EEUU, aliado de Turquía.

Este martes en Moscú se lleva a cabo una reunión de cancilleres de Rusia, Turquía e Irán, un encuentro programado con anterioridad para revisar la crisis en Siria, pero que puede servir de marco para minimizar las tensiones.

Si la crisis logra ser atajada por la diplomacia bilateral ruso-turca, un afectado indirecto sería Estados Unidos.

El presidente turco Erdogan ha intentado buscar chivos expiatorios para encontrar responsables a la inestabilidad interna y el creciente malestar por el papel de Estados Unidos en Siria, donde ha apoyado a los rebeldes, entre ellos a la etnia kurda que desde hace décadas intenta crear un estado independiente en zonas que incluyen a Irak, Siria y la propia Turquía.

Poco a poco el gobierno turco ha empezado a cambiar de posición, de oponerse al régimen sirio de Bashar al Asad a tener un papel más conciliador con Rusia, el principal aliado de Siria.

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Cambio de estrategia

Desde el pasado mes de junio tras años de intentar derrocar a Al Asad, Turquía comenzó a cambiar de estrategia: prevenir que los kurdos conquisten territorios en la frontera de Siria con Turquía.

Para ello parece estar en curso una alianza solapada entre Turquía y Rusia: el gobierno de Erdogan parece estar dispuesto a abandonar su política contra Bashar al Asad al dejar de apoyar a las milicias rebeldes, a cambio de que Moscú deje de apoyar a los kurdos en Siria y permita que fuerzas turcas tengan presencia en zonas fronterizas de Siria donde estos grupos funcionan.

Lo que parece estar en curso en la reunión de Moscú de este martes es la consolidación de ese acuerdo tácito.

De esta forma Rusia y Turquía se beneficiarían mutuamente.

Lo que no se sabe es qué impacto tendrá esta situación en la política exterior de Estados Unidos en la zona, especialmente con la llegada al poder de Donald Trump, quien ha mostrado en más de una oportunidad su intención de mejorar las relaciones con Vladimir Putin, especialmente luego de la designación como secretario de Estado de Rex Tillerson, presidente de Exxon y muy cercano al mandatario ruso cuando se ha tratado de negocios petroleros.

Pero con una situación así, con un Bashar al Asad consolidado en el poder, la tragedia humanitaria en la región podría seguir perpetuándose, con las consiguientes consecuencias para los más vulnerables.

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