Este lunes los representantes del colegio electoral votan para nombrar al presidente de Estados Unidos. Es la manera de oficializar los resultados de las elecciones presidenciales del 8 de noviembre y aunque habitualmente se trata de una formalidad este año tan poco corriente también hay más tensión de la habitual.
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La votación del colegio electoral es este lunes un ritual más tenso de la habitual. Pero sólo un republicano ha dicho que se rebelará en un año anómalo en el que la perdedora ha ganado el voto popular por 2.8 millones.

Se han organizado protestas por todo el país, los electores han recibido amenazas y hasta 'Saturday Night Live' se ha ocupado de la (tal vez) última polémica del año.
Aquí explico lo básico para no perderse.
¿Qué es el colegio electoral?
Se trata de la suma de los representantes de los estados que votan al presidente teniendo en cuenta el resultado de las elecciones.
Cada estado tiene un número de electores asignado que depende de su población además de uno extra por defecto para todos. Los estados que tienen más votos electorales son California (55), Texas (38) Nueva York (29) y Florida (29). Los que menos, Dakota del Sur y del Norte, Montana, Wyoming, Alaska, Delaware y DC (tres cada uno). Cada diez años, con cada censo, se actualiza la población y puede variar este número.
El número total de votos electorales es 538, con lo que la victoria la dan 270 (la mitad más uno).
¿Cómo vota?
La tradición es que los electores voten al candidato que ha ganado en su estado. La regla no está escrita ni en la Constitución ni en ninguna ley pero suele cumplirse porque el partido que gana la mayoría de votos en un estado escoge a los electores.
Además, en 1952, una sentencia del Tribunal Supremo permitió a los estados pedir a los electores el compromiso del voto al candidato elegido por la convención de su partido.
Hay 29 estados que han aprobado leyes imponiendo multas y otras penas menores a los electores que se rebelen y voten a otros candidatos, pero, según expertos en el colegio electoral como el profesor de Harvard Alex Keyssar, si esas normas fueran denunciadas y llegaran hasta el Supremo probablemente serían declaradas inconstitucionales.
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¿Por qué se creó?
A Alexander Hamilton, secretario del Tesoro y fundador del país, le obsesionaba que llegara al poder un demagogo, por la experiencia de la revolución francesa, o alguien que estuviera influido por poderes extranjeros, pensando en los ex dominadores británicos. El colegio electoral era para él un filtro contra la voluntad poco racional del pueblo. Hamilton ideó el sistema como una reunión de eruditos que analizarían las cualidades del escogido en votación popular y en un caso extremo cambiarían la decisión para preservar la república.
El documento más citado estos días es el 68 de los Federalist Papers en el que explica esto y advierte contra “el inapropiado ascenso de los poderes extranjeros”.
En la práctica, ni los miembros del colegio electoral son una élite de intelectuales con capacidades especiales ni analizan las cualidades del presidente y nunca han cambiado una decisión de una votación popular. Ni siquiera se reúnen. Los electores van al Capitolio de su estado con su papel escrito y no hay ningún cónclave conjunto.
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¿Se pueden rebelar los electores?
Sí. Según la organización Fair Vote, ha habido 157 electores que han votado algo distinto de lo votado mayoritariamente en su estado. Son los llamados "electores infieles”.
El caso de cambio más masivo fue en 1872, pero se produjo porque el candidato demócrata, Horace Greeley, murió tras las elecciones y antes de la reunión del colegio electoral. En cualquier caso, había perdido contra Ulysses S. Grant.
La segunda rebelión más numerosa fue la de 30 demócratas en 1832 contra el candidato a vicepresidente, Martin Van Buren, que fue elegido.
La última vez que hubo un rebelde fue en 2004, cuando un elector demócrata de Minnesota votó por John Edwards en lugar de por John Kerry. No tuvo consecuencias ya que las elecciones las ganó George W. Bush por margen suficiente.
¿Hay motivos para que se rebelen este año?
Hay dos aspectos inusuales en este año tan anómalo. En primer lugar, nunca en la historia de Estados Unidos un candidato perdedor en el colegio electoral había ganado por tantos votos el voto popular. Hillary Clinton logró más de 2.8 millones de votos más que Donald Trump en todo el país.
La candidata demócrata quedó cerca de los votos logrados por Barack Obama en 2012 y a más de dos puntos de diferencia del actual presidente electo (48.2% para Clinton; 46.1% para Trump). Sólo ha habido una ocasión en la que el perdedor ha ganado el voto popular por un porcentaje mayor del voto: Samuel Tilden venció por tres puntos en 1876 contra Rutherford B. Hayes, que fue presidente gracias al colegio electoral.
En el colegio electoral, Clinton se quedo con 232 frente a los 306 de Trump. El republicano ganó así aunque en una de las victorias más ajustadas de la historia de Estados Unidos también en el colegio electoral.
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Otra circunstancias extraordinaria de este año es que la CIA haya denunciado públicamente que el Gobierno ruso interfirió el proceso electoral para favorecer a Trump.
Por ello, varios electores han pedido recibir un briefing sobre las acciones digiridas desde el Kremlin parecido al que tuvieron hace unos días representantes del Congreso. El director nacional de inteligencia se ha negado a ofrecerlo a los electores para proteger "información clasificada" que estará en un informe que ha pedido el presidente Obama.
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¿Pueden quitarle la Presidencia a Trump?
El voto es secreto, pero no hay señales públicas de que vaya a ser así.
Para que Clinton fuera presidenta, 38 electores republicanos tendrían que decidir votar por ella. Si esos 38 votaran por una tercera persona, Trump seguiría teniendo la mayoría de los votos y le correspondería decidir a la Cámara de Representantes, de mayoría republicana y donde ya no hay señales de rebelión contra Trump (la hubo durante toda la campaña). Si hubiera empate, también decidiría la Cámara.
Por ejemplo, el único republicano que ha dicho públicamente que no votará por Trump es el texano Christopher Suprun, pero asegura que lo hará por John Kasich, el gobernador de Ohio y excandidato presidencial. Votos simbólicos de este tipo no tienen valor a no ser que demócratas y republicanos rebeldes se pongan de acuerdo en un nombre (por ejemplo, Mitt Romney).
La agencia AP ha hecho una encuesta entre más de 300 electores y no ha encontrado ningún republicano más que planee votar contra Trump aunque muchos reconocen que lo harán a regañadientes. La mayoría ha recibido presión de votantes que suplican que no respalden a Trump. Un texano llamado Rex Teter asegura, por ejemplo, que ha recibido más de 35,000 e-mails pidiéndole que vote contra Trump. Él dice que no lo hará.
¿Y el 'briefing' de inteligencia?
Lo han pedido 39 electores demócratas, es decir los que ya iban a votar por Hillary Clinton y que no tienen poder para cambiar el vencedor, y el republicano Suprun.
El director de inteligencia ya ha dicho que no se lo dará, pero la carta sirve como medida de la rebelión pública, de momento insuficiente.
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¿Se puede eliminar el colegio electoral?
Eliminarlo requiere una reforma de la Constitución improbable, pero modificar su comportamiento podría ser más fácil.
Una opción viable es una iniciativa de los estados para comprometerse a que sus electores voten al ganador del voto popular.
La idea ya se está en marcha, pero los 11 estados que han firmado el compromiso son lugares donde suelen ganar los demócratas aunque la medida se haya aprobado con el apoyo de algunos cuerpos legislativos de mayoría republicana.
Un cambio del sistema necesita del apoyo de ambos partidos. Los republicanos tienen ahora menos incentivos que los demócratas para ello. Sus votantes están más concentrados en estados con menos población con lo que el cambio les podría perjudicar. En la historia reciente, han ganado dos veces la Presidencia gracias al colegio electoral pese a perder la mayoría de votos en el país (Bush en 2000 y Trump en 2016).
¿Hay algún obstáculo más para que Trump sea presidente?
No exactamente, pero tras la votación del colegio electoral aún queda otro paso, también habitualmente formal, que es la recepción de los votos electorales de los estados y la certificación del resultado por parte del Congreso, que se reúne en una sesión conjunta para proclamar al presidente electo. Esto se hará el 6 de enero.
Siempre ha sido un paso burocrático sin consencuencias, pero en caso de imprevisto o crisis puede ser relevante. Si hubiera alguna disputa en el colegio electoral éste es el momento en que el Congreso tiene el poder de resolverla.
En caso de que Trump no tuviera la mayoría de los votos electorales, decide la Cámara de Representantes. Si no los tuviera Mike Pence como vicepresidente, decide el Senado. Las dos cámaras también pueden considerar cualquier queja sobre el voto que presente uno de sus miembros. Para aceptarla tienen que ponerse de acuerdo la Cámara y el Senado, de mayoría republicana.
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