Obligados a vivir en una casa ajena: así están abriendo los polacos sus casas a los ucranianos

Wojciech Wojtasiewicz vivía solo con sus dos gatos hasta que la invasión rusa comenzó y decenas de miles de mujeres, niños, niñas y personas ancianas empezaron a llegar a Polonia buscando un lugar seguro. Él abrió su casa a una madre y su hija que huían de la guerra. Sigue aquí las últimas noticias de la guerra.

Patricia Simón's profile picture
Por:
Patricia Simón
Video “Los esperamos con muchas ganas”: familias españolas acogen en sus casas a refugiados ucranianos que huyen de la guerra

CRACOVIA, Polonia.- Wojciech Wojtasiewicz vivía solo con sus dos gatos hasta que la invasión rusa comenzó y decenas de miles de mujeres, niños, niñas y personas ancianas empezaron a llegar a Polonia buscando un lugar seguro.

El gobierno polaco apenas ha dispuesto espacios para alojar al 1.5 millones de refugiados que han llegado a su territorio desde el 24 de febrero. Así que está siendo su ciudadanía la que, literalmente, está abriendo sus hogares a sus vecinos.

PUBLICIDAD

“Mi apartamento solo tiene dos habitaciones así que no podía acoger a una familia de muchos miembros. Fui a la estación y simplemente me ofrecí. Ina aceptó venir con su hija”, explica este funcionario público que también trabaja en su tiempo libre como periodista freelance en países de Europa oriental.

Wojciech Wojtasiewicz junto a Ina y su hija.
Wojciech Wojtasiewicz junto a Ina y su hija.
Imagen Patricia Simón.

Wojciech habla ruso, lo que no solo le facilitó las coberturas en Ucrania, Georgia o Bielorrusia, sino ahora también la convivencia con Ina y su hija.

La niña demanda la atención de su madre desde la otra habitación. Los niños y niñas desplazados por la invasión rusa están cansados, desorientados, desinformados.

Se les ve llorar en los trenes polacos, en las estaciones polacas, en las calles de sus ciudades. También en las decenas de miles de hogares que los polacos han abierto.

“Muchos de mis amigos hospedan también a refugiados. Se ha vuelto algo normal”, apunta Wojciech. En su opinión, la diferencia entre esta reacción de enorme hospitalidad y el rechazo por parte de la mayoría a las familias de Afganistán, Irak o Irán que fueron convertidos en arma arrojadiza en diciembre por Bielorrusia se explica porque “los ucranianos son nuestros vecinos, con los que compartimos una cultura, una historia y una religión. Y además, ahora también nosotros sentimos que podemos ser invadidos por Rusia. Sus tropas están a 52 millas (85 kilómetros) de nuestra frontera”, explica, con incredulidad.

¿Inacción del gobierno de Polonia con los refugiados?

Joanna Niewczas, una de las cientos de voluntarias que llevan semanas prestando asistencia a las familias de refugiados en la estación de trenes de Varsovia, publicó en su perfil de Linkedin una detallada descripción del estado de colapso en el que se encuentran las redes de apoyo ante la inacción gubernamental.

PUBLICIDAD

Y advertía que si el gobierno no garantizaba recursos básicos: "Habrá un peligro de epidemia y a una escasez muy grave en la disponibilidad de alimentos, de medicinas y de productos de higiene básicos".

Otra plataforma encargada de recoger ropa en Varsovia, llamada Ropa para Denia, hizo pública una carta dirigida al presidente de la nación en la que se le pedía que asumiese su responsabilidad institucional. "Queremos unir fuerzas con el Gobierno, sistematizar todo, porque queremos volver a ocuparnos de nuestras propias familias y de nuestras responsabilidades. Pero no queremos ser indiferentes a este drama".

Tras las numerosas quejas recibidas, el gobernador de la provincia de Mazovia, donde se encuentra la capital de Polonia, declaró en una rueda de prensa: “Todo está funcionando como debería, no hay ningún caos. En mi opinión, nadie puede hacer más en estas circunstancias con un grupo tan grande de personas".

Si embargo, tras las críticas aparecidas en los medios de comunicación y el compromiso de la Comisión Europea de invertir 500 millones de euros en la recepción de refugiados en los países de la Unión Europa, el Gobierno polaco ha aprobado un paquete de medidas para los refugiados ucranianos.

Se les permitiría permanecer legalmente en el país 18 meses, tener acceso al sistema público de salud, una ayuda de 70 dólares cuando llegan y fondos dirigidos a la escolarización. Las familias que acogen refugiados recibirán, según el anuncio, unos 9 dólares al día por persona.

¿Hasta dónde llegará Putin con la guerra?

Son muchos los polacos entrevistados por esta periodista que, como Wojciech, temen que Vladimir Putin no se contente con ocupar territorio ucraniano, sino que continúe con su guerra expansionista en Polonia, Moldavia y otras repúblicas bálticas, como Lituania o Letonia.

PUBLICIDAD

Un temor que, por el contrario, no sentía Ina antes del 24 de febrero: nunca creyó que Putin pudiera llegar a iniciar esta gran ofensiva que ha dividido a su familia hasta no se sabe cuándo.

“Al principio, en nuestra ciudad, Dnipropetrovsk, solo bombadearon una base militar y el aeropuerto. Pero, después ya fueron contra las zonas residenciales. Fue cuando decidimos que mi hija y yo teníamos que salir”.

Su marido tuvo que quedarse, como todos los hombres ucranianos de entre 18 y 60 años, que tienen prohibido abandonar el país para estar disponibles para unirse al frente. Pero tampoco su madre, que a sus 82 años y con graves problemas para moverse, no habría podido afrontar un viaje de 10 horas en un tren, obligados a permanecer de pie por la falta de espacio. La invasión rusa y su consecuente diáspora ucraniana ha dividido a todas las familias del país.

“Ahora no sé si podré llegar a Italia, porque yo me traje mi pasaporte, pero mi hija aún no tienen porque no teníamos previsto viajar al extranjero”, explica sentada en el sofá de terciopelo azul oscuro del apartamento de soltero de Wojciech.

Las colas de refugiados para obtener documentos

Ina llegó el miércoles de la semana pasada a Cracovia y dos días después pasó 6 horas con su hija de la mano a temperaturas bajo cero esperando poder documentarla ante el consulado ucraniano de la ciudad. Su turno nunca llegó.

Desde hace días, esta oficina diplomática amanece rodeada de cientos de personas que, como ellas, necesitan documentación para poder registrarse como refugiadas y poder viajar a otros países de la Unión Europea.

Cola ante el consulado ucraniano en Cracovia. Cientos de personas intentan conseguir documentación.
<br>
Cola ante el consulado ucraniano en Cracovia. Cientos de personas intentan conseguir documentación.
Imagen Patricia Simón.

Allí encontramos a Hugo González, un treintañero de Barcelona que ha conducido, junto a dos conocidos, una furgoneta hasta aquí llena de comida y ropa. Tras entregarla en un teatro que ha sido convertido por el ayuntamiento de Cracovia en un refugio, buscan a personas que quieran viajar con ellos de vuelta a España. Les queda una plaza libre y es difícil encontrar a alguien que haya llegado sola hasta aquí.

PUBLICIDAD

“No nos podíamos quedar de brazos cruzados, así que simplemente vinimos. Sería una pena volvernos con un asiento vacío, pero, bueno, se vienen otras cinco personas a las que la diputación de Barcelona ya nos ha dicho que va apoyar”, explica, mientras muestra un folio impreso con los colores amarillo y azul de la bandera ucraniana y la palabra Barcelona escrita en ucraniano.

Ya de vuelta en la casa de Wojciech, y ante la imposibilidad de conseguir un pasaporte para su hija, Ina la abriga bien con varias capas. En veinte minutos, saldrán rumbo al aeropuerto para intentar subirse a un avión con destino a Sicilia, donde vive su prima. “Nosotros no queremos vivir en ningún país que no sea el nuestro, pero ahora es absolutamente imposible permanecer allí”, subraya, como si hiciera falta explicitar lo obvio.

Si consiguen partir en ese vuelo, Wojciech cambiará las sábanas de la cama e irá a la estación de trenes de su ciudad a ofrecer su vivienda a una nueva familia.

Polonia tiene una población de 37.5 millones de personas y ha recibido, en apenas dos semanas, a más de 1.5 millones, sin un plan estructural de acogida por parte del Gobierno ni de la Unión Europea.

Por ello mismo, la sociedad civil empieza a dar síntomas de agotamiento y son numerosas las reclamaciones en las redes sociales de parte de sus miembros más activos a las instituciones públicas para que asuman su responsabilidad y garanticen una atención y unas condiciones de vida dignas para estas personas.

Mientras, Tadeusz Rydzyk, un sacerdote católico de la corriente más reaccionaria del país, y propietario de uno de los consorcios de medios de comunicación más influyentes de Polonia, ya ha comenzado a dirigir su discurso del odio, ahora contra los refugiados que llegan procedentes de Ucrania, como antes lo hizo contra los que llegaban por Bielorrusia.

PUBLICIDAD

“Tengan cuidado con esos falsos refugiados”, refiriéndose a aquellas miles de personas procedentes de India, Afganistán, Pakistán, Irak o Siria que vivían y trababajan en Ucrania hasta que comenzó la invasión rusa.