Frans Hals: el Rijksmuseum de Amsterdam celebra al maestro que hizo a la pintura parecerse a la vida

La muestra, que se extenderá hasta el 16 de junio, es una de las más completas de la obra de Hals reunida hasta ahora. Y también cierra el triángulo de las exposiciones de los grandes pintores del Siglo de Oro holandés que habían traído a la capital neerlandesa algunas de las mayores retrospectivas de Vermeer y Rembrandt.

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Lioman Lima, desde Amsterdam
Imagen Rijksmuseum/Kelly Schenk

El Rijksmuseum, el mayor museo de Países Bajos, dedica su primera gran exposición de este año a uno de los artistas más innovadores del siglo XVII: Frans Hals, el pintor nacido en Antewerp que cambió los destinos de la pintura en Europa siglos después de su muerte.

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La muestra, que se extenderá hasta el 9 de junio, es una de las más completas de la obra de Hals reunida hasta ahora. Y también cierra el triángulo de las exposiciones de los grandes pintores del Siglo de Oro holandés que habían traído a la capital neerlandesa algunas de las mayores retrospectivas de Vermeer y Rembrandt.

Comprende unas 50 de las mejores pinturas del artista, muchas de las cuales provienen de las principales colecciones internacionales o manos privadas. Al menos dos de ellas llegan desde Estados Unidos: desde Texas y Virginia.

La exposición marca un hito importante para el Rijksmuseum, ya que es la primera gran dedicada a Frans Hals en más de 30 años. Con un enfoque temático en su apuesta por captar sonrisas y risas -una de las expresiones más difíciles en el arte de su época-, familia, sujetos masculinos solitarios, pinturas pequeñas, retratos grupales y pinturas colgantes, la exposición ofrece una exploración integral del diverso cuerpo de trabajo de Hals.

Fue comisariada por Friso Lammertse y Tamar van Riessen del Rijksmuseum, en colaboración con Bart Cornelis en la National Gallery de Londres, y diseñada por Jean-Michel Wilmotte.

Organizada por el Rijksmuseum en colaboración con la National Gallery de Londres y la Gemäldegalerie, Staatliche Museen zu Berlin, la exposición Frans Hals también cuenta con una colaboración especial con el Museo Frans Hals de Haarlem.

La increíble obra y vida de Frans Hals

Frans Hals, quien emigró a Harlem con su familia y vivió en ese encantador pueblo holandés hasta el final de sus días, es conocido por su estilo pictórico enérgico y a veces descuidado, que captura la vitalidad de sus sujetos con una audacia y un talento incomparables. Desde majestuosos regentes hasta alegres músicos y niños, Hals da vida a sus sujetos en el lienzo, haciéndolos vivir y respirar ante nuestros ojos.

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La muestra trata de captar el legado de su pintura y su espíritu innovador, que cruzó las barreras de su tiempo. Revela a un Hals que busca cruzar los umbrales de la tradición hasta el momento y de experimentar más allá de lo posible con los límites de la pintura.
Si algo queda claro después de ver la exposición, es que Hals no se dejó atar por convencionalismos y trató de romper lo que hasta entonces eran normas que seguir.

Hizo retratos convencionales de parejas, pero las ubicaba en posiciones y contextos que hasta entonces eran hasta mal vistos. Cobró y vivió una buena vida haciendo retratos de los personajes más ricos de Harlem de su tiempo, pero sus cuadros más entrañables eran de personajes comunes: locos, niños pescadores, artistas, prostitutas…

Su brocha rápida y marcada lo hizo caer en olvido por siglos después de su muerte, pero su recuperación a finales del XIX marcó los primeros pasos del impresionismo. Se dice que Van Gogh quedó tan impactado con su obra que después de verla en su primera visita al Rijkmuseum quiso pintar algo parecido.

Ahora, los que visiten el museo podrán llevarse una impresión incluso más completa.

Entre las obras exclusivas prestadas al Rijksmuseum se incluyen "El banquete de los oficiales de la compañía de la milicia de San Jorge en 1616" y "Las regentes del asilo para ancianos" del Museo Frans Hals de Haarlem, así como "El niño pescador" de una colección privada y "Laughing Boy" del Mauritshuis, en La Haya.

Lo más destacado de la exposición es sin duda el cuadro más célebre de Hals, "El caballero que ríe" (1624), que regresa a los Países Bajos por primera vez en más de 150 años, cedido por la Colección Wallace de Londres.

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Es una de esas exposiciones que motivan el pensamiento y el espíritu, que te transportan a un tiempo y a una época, pero que, a la vez, te devuelven a la realidad convencido que la esencia humana y la voluntad de captar lo que nos define trasciende los tiempos y los lienzos, las sonrisas y las miradas. Frans Hals parece decirnos que son puertas al alma y a la humanidad, pero que su misterio sigue siendo indescifrable.