Trabajadores desaparecidos, la mayor angustia tras la potente explosión en Pemex que ha dejado 24 muertos

Los rescatistas llegaron a una zona a la que no habían tenido acceso tras la explosión, por lo que la cifra de víctimas se elevó.

Un familiar de un desaparecido discute con un miembro del Ejército mexicano, afuera del sitio de la explosión.
Un familiar de un desaparecido discute con un miembro del Ejército mexicano, afuera del sitio de la explosión.
Imagen AP / Felix Marquez


La explosión registrada en un complejo petroquímico en el estado mexicano de Veracruz provocó la movilización ciudadana en torno a los familiares de las víctimas de la tragedia, que están desesperados por la falta de información.

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La hermandad en el sector petrolero del sur de México se desbordó tras el estallido ocurrido por una fuga en la planta Clorados 3 del complejo conocido como Pajaritos, que ha dejado a 24 personas muertas, 19 permanecen hospitalizadas --13 de ellas graves-- y ocho desaparecidas.

Después de que la noche de este jueves las autoridades lograran entrar a una zona del accidente a la que no habían tenido acceso, la cifra de víctimas mortales pasó de 18 a 24.

Mientras, decenas de personas que esperan noticias sobre los heridos se arremolinaban afuera de los hospitales públicos de Coatzacoalcos, mientras que quienes tienen a un familiar desaparecido se concentraron a las afueras del complejo, donde los peritos ya trabajan en la identificación de las víctimas. Son unas 300 personas las que se agolparon en el cordón de seguridad.

Video Explosión en planta de Pemex pudo ser causada por negligencia


La poca información sobre la condición de los lesionados y el número exacto de fallecidos mantienen a punto del colapso a los familiares.

Varios de ellos, armados con palos y piedras, intentaron linchar a miembros del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) que pasaban en dos vehículos de lujo frente a la planta siniestrada, a quienes reclamaron la falta de apoyo en medio de la tragedia.

Uno de los vehículos logró huir de la zona con los cristales rotos, pero el segundo fue apedreado y sus neumáticos desinflados.

Más tarde otro grupo, después de horas de espera en las inmediaciones del complejo que Petróleos Mexicanos (Pemex) tiene en sociedad con la empresa Mexichem, se enfrentó con miembros del Ejército y la Marina al intentar ingresar a las instalaciones para conocer la suerte de sus seres queridos.

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A empujones y lanzando botellas de agua a los soldados, los familiares de los desaparecidos exigían a gritos información e ingresar al complejo para identificar los cuerpos hallados en la zona, pero al cabo de cinco minutos las fuerzas castrenses lograron detener a la multitud.

Al final, con lista en mano, militares permitían el acceso a grupos pequeños de personas para recibir informes sobre el destino de sus seres queridos.

En las inmediaciones de los nosocomios locales los familiares de los heridos han soportado durante horas temperaturas superiores a los 30 grados con la ayuda de vecinos solidarios que se han acercado para consolarlos y darles alimento.

Familiares revisando una lista de lesionados en instalaciones del IMSS.
Familiares revisando una lista de lesionados en instalaciones del IMSS.
Imagen IGNACIO CARVAJAL/AFP/Getty Images


En las calles se improvisaron campamentos con sillas y alimentos donados por organizaciones civiles y por personas que regalan desde agua hasta tortas (emparedados) a los familiares de las víctimas.

El silencio de la tragedia de vez en cuando se rompe en el momento en que enfermeras llaman a familiares de los lesionados, cuyos nombres se replican de voz en voz hasta que llegue al indicado.

"¡Familiares de Roberto Primo!", se escucha a lo lejos y las personas repiten la misma frase una y otra vez: "¡Familiares de Roberto Primo!", "¡Familiares de Roberto Primo!" ... hasta que aparece la madre o el padre.

Josefa Antonia, presidenta del voluntariado de la Clínica 36 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), se mueve de un lugar a otro para repartir agua, tortas, fruta y todo lo que necesite la gente.

La tragedia "les movió el corazón, es algo que no sucede con frecuencia y esperemos que no vuelva a suceder. La población ha abierto el corazón para apoyar a sus hermanos en desgracia", relata a Efe mientras las lágrimas recorren su rostro.

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Con el alma rota, agradece que la sociedad se haya volcado para ayudar a sus compañeros petroleros. "Todo está saturado con donaciones, tenemos cubierto el desayuno, comida y la cena con el apoyo de la ciudadanía", dice orgullosa.

Rodeada de estudiantes de enfermería de la universidad pública, quienes llegaron al lugar para ayudar, Josefa Antonia asegura que los heridos están siendo atendidos muy bien.

"Si se les diera mantenimiento a nuestras industrias, la gente estaría segura, desgraciadamente no es eso", suelta con coraje y la voz quebrada.

A los hospitales llegaron las autoridades para pedir a aquellos que tuvieran familiares desaparecidos que se desplazaran hasta el complejo petroquímico.

"No lo creemos hasta verlo, tenemos la esperanza que esté quemado, pero vivo, hasta que lo veamos", dice un hombre ataviado con un overol naranja, característico de los trabajadores de las empresas privadas que brindan servicio a la estatal Pemex.

Se refiere a Julián Rodríguez, quien trabajaba en "andamios" cuando ocurrió el siniestro y desde entonces nada saben.

"Es muy desesperante, estamos desde ayer, desde que pasó vinimos para acá, pero no hay nada", dice mientras se acerca a la entrada de Pajaritos para lograr que alguno de sus familiares ingrese y reconozca a Julián entre los cuerpos quemados y destrozados por la onda expansiva.

Desde el interior

Un obrero sobreviviente a la explosión y que prefirió guardar el anonimato por temor a represalias, relató a periodistas que había unos 300 trabajadores al momento de la deflagración y que la fuga comenzó por la mañana, unas cinco horas antes del estallido fatal.

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"Estaba en la parte de atrás cuando se vino la primera explosión, vimos cómo los vidrios se colapsaban, los fierros cómo se doblaban porque es un material viejísimo. Con la segunda explosión vi cómo volaban los cuerpos desde los andamios", añade antes de irrumpir en llanto pues compañeros suyos murieron.

José Antonio Galicia, empleado de una firma contratista del complejo y que estaba a unos metros del complejo al momento de la deflagración, denunció que la planta "avisó" porque venía registrando fugas desde semanas atrás.

"La causa fue una fuga. La pregunta es por qué se escaparon esos gases de los contenedores. Todo indica que fue un accidente", dijo a Radio Fórmula el director general de Pemex, José Antonio González Anaya.

La vida tras el desastre

El presidente Enrique Peña Nieto envió durante un acto público un mensaje de solidaridad para las víctimas y sus familiares y anunció que por la tarde planeaba recorrer el sitio de la explosión.

"Sin duda este incidente ha causado pena y dolor en muchas familias", dijo Peña Nieto. Posterior a ese mensaje, el mandatario recorrió la zona acompañado por varios miembros de su gabinete.


La explosión se registró en torno a las tres de la tarde, tiempo local, del miércoles, y estremeció a una amplia zona de Coatzacoalcos, desencadenando escenas de pánico y obligando al desalojo de unos 2,000 pobladores, que regresaron a sus hogares este jueves tras descartarse riesgos de contaminación.

La vida en Coatzacoalcos, de unos 235,000 habitantes, volvía a su normalidad este jueves, con comercios abiertos y autos transitando por las calles, aunque las clases fueron suspendidas.

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En los últimos años se han registrado distintos percances en instalaciones de Pemex ya sea por accidentes dentro de las plantas o por explosiones en ductos de gasolina que son perforados por grupos criminales que trafican este combustible.

Pemex, que aporta poco menos de 20% a los ingresos del país, afronta la caída de los precios internacionales de petróleo, el robo de combustible por parte del crimen organizado y una drástica baja de su producción, de 3.4 millones de barriles diarios en 2004 contra 2.2 millones en 2015.