Los vecinos del condado de Chester no han limpiado todavía ni los esqueletos ni las calabazas de Halloween y los árboles están cambiando de color. Algunos tienen pancartas del candidato republicano en el jardín pero nadie diría que este es uno de los condados que decidirá el resultado electoral.
A la caza de las vecinas de Chester: éstas son las mujeres a las que debe convencer Trump para ganar
La esposa del republicano da un discurso en un acomodado condado a las afueras de Filadelfia. El objetivo de la campaña es convencer a las mujeres de esta región, que suelen definir el resultado en un estado cuyos 20 votos electorales necesita Trump.


Apenas quedan unos días para el final de la campaña y este rincón de Pennsylvania se prepara para la visita de Melania Trump. La mujer del candidato republicano pronunciará su primer discurso desde el célebre plagio de la convención de Cleveland. El objetivo de la campaña es convencer a las mujeres del condado, que suelen definir el resultado en un estado cuyos 20 votos electorales necesita Trump.
El evento se celebra este jueves en Berwyn, un lugar con una calle mayor con un puñado de restaurantes y una estación de tren. A las afueras hay un Starbucks abierto y un túnel de lavado operado por varios hispanos. Algunos de sus habitantes trabajan en Filadelfia y muchos niños vuelven de la escuela a pie.
La campaña no ha elegido este condado al azar. Chester es uno de los cuatro condados que abrazan la ciudad de Filadelfia y el único de los cuatro donde ganó Mitt Romney.
Aquí los republicanos sólo han perdido tres veces desde 1860 pero suele ser un territorio en disputa para ambos partidos. La Pennsylvania rural vota republicano y la Pennsylvania urbana vota demócrata. Condados como Chester, Bucks o Delaware son los lugares donde se libra la batalla electoral.
El condado clave
La campaña de Trump ha celebrado varios eventos en estos condados. Por aquí han pasado su hija Ivanka, su nuera Lara y su segundo Mike Pence. También el candidato, que ha pronunciado varios discursos con un objetivo evidente: convencer a los votantes acomodados que votaron por Romney y que ahora se resisten a votar por él.
Chester tiene unos 516,000 habitantes cuya renta media por hogar ronda los 86,000 dólares, unos 35,000 más que la media del país. Muchos trabajan en las empresas químicas de los condados limítrofes. Otros en oficinas de Filadelfia, Trenton o Nueva York.
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A mediados de octubre, Politico desveló las cifras de un sondeo interno que situaba a Trump siete puntos por detrás de Clinton en el condado de Chester y explicaba que los republicanos estaban preocupados por el impacto de los escándalos del candidato sobre candidatos como Ryan Costello, el congresista que representa a la región.
“Romney lo hizo muy bien en este condado y mucha gente trabajó duro por él pero ahora no veo la misma motivación”, decía entonces Kristen Mayock. “Espero que los votantes inteligentes reconozcan que tenemos algunos candidatos cualificados en las otras carreras en disputa”.
Esperando a Melania
Esas dudas están presentes dos días antes de la visita de Melania en el evento que celebra su esposo en un hotel de Valley Forge. Arropado por varios congresistas y por el gobernador Pence, Trump se dirige a una audiencia con más mujeres que de costumbre. Al contrario que lea mayoría de los eventos, este no está abierto al público. Quienes están aquí han recibido una invitación.
Daniela Slifer está acá porque su prima es una de las responsables de los republicanos en el condado vecino. Desde hace unos años trabaja como profesora. Antes fue agente de ventas en países como Venezuela o Colombia y habla muy buen español. A su lado, está su amiga María Posner, que vive en el condado vecino de Bucks.
Ni Daniela ni María tienen dudas: las dos votarán por Trump. Las dos aseguran que perciben entusiasmo entre los republicanos pero también más reticencias entre sus vecinas que hace cuatro años, cuando Romney ganó el condado por 1,028 votos y medio punto porcentual.
“No es fácil hablar con los demócratas”, dice Daniela. “Me dicen que Trump no actúa como un presidente. ¡Pues claro que no! Habla como mi padre o como tu padre. Es un hombre de negocios. No es un político. No sabe comportarse como un presidente como hace Hillary, que no deja de sonreír. Pero ella miente y él dice la verdad”.
Es un argumento que usan a menudo los seguidores del candidato republicano, que interpretan sus salidas de tono como la prueba de que no es un candidato como los demás. María asegura que percibe cierta inseguridad entre sus vecinos y un deseo de cambio cada vez mayor.
“Yo trabajo en un taller ahora como contable y no imagina lo que escucho allí”, me dice. “¡Esos tipos están locos por Trump! Me quitan las pegatinas, las pancartas… Son tipos que nunca se habían interesado por la política y que ahora se vuelven locos. Eso pasa porque el candidato defiende a sectores de la población por los que nadie se había preocupado hasta ahora. En cierto modo se ha convertido en su voz”.
Ese encanto vale para los mecánicos pero quizá no para las farmacéuticas o para las profesoras que viven en estos condados. “Fue muy difícil escuchar ese video”, dice María sobre la grabación en la que Trump presume de manosear a las mujeres a su antojo. “Lo que sí diría es que entonces no era un político sino un ciudadano más. Yo trabajo en un taller y así es como hablan mis colegas. Me gustaría que Trump no hubiera dicho eso pero era una conversación privada de un ciudadano privado. Eso no me ha hecho cambiar de opinión sobre él”.
Su amiga Daniela está de acuerdo, pero cree que la conducta del candidato genera rechazo entre sus vecinas: “Trump es un ególatra. ¿Pero qué candidato a la Casa Blanca no lo es? El problema es que mucha gente odia a Hillary pero no se fía de él. Esa gente tiene miedo. Piensa que se va a comportar como un 'bully' con todos esos países y que va a apretar el botón nuclear. Mucha gente con la que yo hablo piensa eso y por eso no se atreve a votar por él”.
“Yo lo he pensado muchas veces”, la interrumpe María. “Creo que Trump es un poco como uno de esos médicos que le habla mal a un paciente cuando hace un diagnóstico. La forma en que dice las cosas es brusca y muy desagradable. Pero si uno se queda pensando, al final se da cuenta de que tiene razón. Quizá lo que dijo no era exacto o quizá no lo dijo de la mejor manera pero tenía razón”.

Una cubana a favor de Trump
María vive en el condado de Bucks y tiene dos hijos en la universidad. Sus padres llegaron desde Cuba sin un centavo en 1961 y se instalaron primero en Florida y luego en un pequeño apartamento de Manhattan. Allí vive todavía su madre, que tiene 93 años y que la animó a estudiar en la universidad.
¿Le gustaría que Trump deportara a millones de inmigrantes indocumentados? “Si alguien está aquí legalmente, no hay ningún problema”, dice. “El problema viene con las personas que están aquí de forma ilegal y que pueden traer problemas de seguridad”.
“Yo hablo a menudo con personas de Honduras o Guatemala o México por mi trabajo en mi ciudad”, dice Daniela. “Muchos tienen miedo pero Trump no les va a deportar. Él va a empezar con personas que han cometido delitos graves y va a dejar que se queden quienes trabajan duro. ¡No puede deportar a millones de personas!”.
-Pero eso es lo que dice Trump.
-Por supuesto que lo dice… ¡Porque es un bocazas! Si pierde, perderá porque es un bocazas.
¿Ayudará la visita de Melania a convencer a las mujeres indecisas de lugares como Chester? María no lo tiene del todo claro. Daniela reflexiona en voz alta: “Ella habla cinco idiomas aunque en Europa todo el mundo habla muchos idiomas. Sería la primera dama más guapa de todos los tiempos. Pero yo creo que las mujeres son muy duras con ella. Esas fotos de sus años de modelo no ayudan mucho. Yo creo que las mujeres sienten celos de una mujer así”.
Pero no parece que Melania importe mucho a las seguidoras de su esposo, que enseguida vuelven a hablar del candidato. María disculpa su ignorancia con un argumento habitual entre quienes van a sus eventos: “Cuando un hombre de negocios no sabe algo, llama a personas que saben, escucha lo que dicen y luego toma una decisión”.
“¿Usted sabía que Trump se declaró en quiebra?”, me dice Daniela casi al final rescatando uno de los episodios más amargos de su biografía. “Lo perdió todo y después se volvió a levantar. Nuestro país necesita a una persona así”.










