LA PAZ, Bolivia. - Gabriela Zapata, la exnovia del presidente boliviano Evo Morales, lloró ante el tribunal que la sentenció a 10 años de cárcel, la madrugada de este martes en La Paz. Sus lágrimas contrastaron con las risas que le acompañaron durante un año y cuatro meses, mientras compareció ante una diversidad de jueces, fiscales, policías y abogados, desde que ella salió del anonimato y fue a parar a la cárcel con detención preventiva.
De la risa al llanto: la exnovia del presidente Evo Morales es sentenciada a 10 años de cárcel
En contraste con las risas y burlas que soltó durante sus comparecencias en corte, Gabriela Zapata lloró cuando finalmente fue declarada culpable de delitos económicos.


Incluso, en más de una ocasión, Zapata fue multada por el juez por reírse, burlarse o comportarse de manera inadecuada ante el tribunal.
La sentencia de Gabriela Zapata no tiene nada que ver con el hijo que, según ella, tuvo con el presidente Evo Morales. Tampoco versa sobre el tráfico de influencias que denunciaron los opositores en contra de ella y de altos funcionarios del Gobierno. La mujer fue condenada por delitos económicos que nada tienen que ver con el poder.
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Según la Fiscalía y las autoridades gubernamentales, fue sentenciada por no haber podido explicar de dónde proviene su fortuna de casi dos millones de dólares, por haberse comprobado que usó oficinas del Gobierno de Bolivia para reunirse con empresarios, y por mentir sobre su profesión. Ella se presentaba como abogada, cuando en realidad no había llegado a vencer ni las primeras materias.
Los delitos por lo que fue sentenciada son legitimación de ganancias ilícitas, asociación delictiva, falsedad ideológica, uso de instrumento falsificado, legitimación de ganancias ilícitas, y uso indebido de bienes y servicios públicos.
Ahí radica la primera observación de la oposición, que cree que Zapata fue juzgada por delitos menores y que se obviaron los principales, como tráfico de influencias o daño económico al Estado, con los que necesariamente se hubiera tenido que involucrar a funcionarios estatales.
Zapata cuando saltó a la palestra pública vivía en una mansión de un exclusivo barrio de La Paz, conducía vehículos de lujo y era dueña de algunos bienes inmuebles. Fue entonces que analistas y opositores empezaron a preguntarse cómo una joven que no había superado los 30 años y carecía de una profesión, logró amasar una fortuna significativa y notoria en medio de las limitaciones económicas que tiene Bolivia.
Ella argumentó, que su fortuna proviene de los regalos que le hicieron sus exparejas. Además de Morales, Zapata dice haber tenido una relación con un ejecutivo chino de la empresa CAMC, una de las contratistas del Estado.
Ante el tribunal de sentencia, Gabriela Zapata ratificó esta versión entre lágrimas: “no sabía que recibir dinero de alguna pareja era delito”. También marcó distancia con el poder: “No me han demostrado corrupción. Ni he conocido a esa autoridad del ministerio y hace tiempo que ya no tengo nada con el Presidente”.
Zapata, una rubia platinada que ostentaba sus influencias con el poder boliviano, saltó al escenario público en febrero del año pasado, cuando el periodista Carlos Valverde reveló en su programa de televisión que era la madre de un hijo del Presidente y que a su vez era gerente comercial de la empresa china CAMC, la que se había adjudicado contratos con el Estado boliviano por encima de los 500 millones de dólares. A raíz de esa relación, Valverde y los líderes opositores concluyeron que hubo tráfico de influencias en favor de la compañía china.
Todo hubiera quedado en una simple denuncia de no haber sido porque el propio Morales, con los focos de medios nacionales e internacionales ante su rostro, confirmó tres días después que Zapata fue su pareja hasta el año 2007, que tuvo un hijo con ella y que éste “lamentablemente murió”.
Era un Presidente convertido en hombre, hablando por primera vez de su vida privada. La analista Erika Brockmann, en declaraciones a Univisión, dice que “este caso ha servido para que Evo Morales sea visto como un ser terrenal, en tanto y cuanto, puede ser un padre irresponsable. El caso ha recordado a la gente que es un ser humano y no está más allá del bien y del mal”.
La historia del hijo luego daría muchas vueltas hasta que una jueza llegó a la conclusión de que el niño no existe, aunque legalmente hay un certificado de nacimiento e, incluso, una notaria certificó ante el tribunal que luego juzgó Zapata, que el propio Morales acudió a registrar a su hijo.
Atrás quedaron otras versiones como la del vicepresidente Álvaro García Linera, quien llegó a decir que Morales pagó el tratamiento médico de su hijo en Chile.
Ahora, la única “verdad” que difunde el Gobierno es que el niño nunca existió, que Zapata engañó al Presidente y que ella utilizó indebidamente unas oficinas estatales por lo que la mujer fue detenida, enjuiciada y sentenciada.
Sin embargo, la expareja de Morales también debe responder ante otro tribunal por un caso de trata y tráfico de personas, por haber contratado a un niño para hacerlo pasar por el hijo del Presidente ante una jueza y ante una cadena de televisión, la que nunca emitió la entrevista con el pequeño.
Poco después de que estallara el culebrón, Evo Morales perdió en un referéndum la posibilidad de postular a un cuarto mandato y, de inmediato, atribuyó la que fue su primera derrota electoral a “la mentira” del caso Zapata.
Incluso, lanzó una dura arremetida contra los medios de comunicación que informaron del caso, a los que acusa de integrar un “cartel de la mentira”.
Brockmann considera que la derrota electoral no tiene que ver con el caso Zapata. Ella interpreta que el deterioro de la imagen del Presidente se debe “al momento de inflexión” que enfrenta el Gobierno producto de la desaceleración económica y de los hechos de corrupción cada vez más frecuentes.
Un año y cuatro meses después de la irrupción de Zapata en el escenario público, recibió su sentencia con el look impecable de siempre, aunque esta vez, con el rostro desencajado.
Los opositores no están conformes con la sentencia porque creen que se ha excluido deliberadamente a altos dignatarios de Estado y a ejecutivos de la empresa CAMC.
El senador opositor Oscar Ortiz dice que “no se ha llegado al fondo del proceso” porque “en ningún momento se ha incluido a los ejecutivos de CAMC, a exministros y actuales autoridades y ejecutivos de las empresas estatales que hicieron contratos con CAMC”.
Zapata pasará sus días en la cárcel de Miraflores de La Paz, un recinto que se dice de seguridad, pero que es en realidad una casa en la que no existen celdas con barrotes, sino precarias habitaciones en torno un patio soleado, donde las internas pueden recibir visitas. Allí, los únicos que están vetados son los periodistas independientes.
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