¿Qué harías si descubrieras que los alimentos que consumes a diario en tu mesa son alucinógenos? Esta teoría no es nada nueva, ya que se ha dicho muchas veces que algunas frutas y verduras tienen otras propiedades además de las nutricionales.
Probablemente hayas escuchado alguna vez decir a alguien que la cáscara de la banana causa efectos similares a los de las drogas más conocidas. Sin embargo, se trata de un mito. En esta nota te contamos de dónde surge la creencia en las cualidades alucinógenas de una de las frutas más populares.
La supuesta receta del éxtasis
¿Cómo comenzó a difundirse esta creencia errónea? La mención apareció por primera vez en un diario californiano llamado The Berkeley Barb: un periódico que circuló de manera no oficial durante unos 15 años, desde 1965 a 1980. En marzo de 1967 este periódico publicó cierta información sobre que la cáscara de la banana tenía efectos alucinógenos.
Poco después comenzó a circular–y todavía hoy puede encontrarse en la web- una receta para obtener la “ bananadina”, el extracto de la fruta que, mezclándolo con tabaco, podría ser fumado para alcanzar el éxtasis.
Aparentemente, el método consiste en raspar con un cuchillo la cara interior de las cáscaras y hervir la pasta obtenida con agua; el preparado se deja secar, tras lo cual se obtiene un polvo negro que se fuma. Lo que resulta ridículo de la receta en cuestión es su aclaración de que los efectos se dejarían sentir recién al cuarto cigarrillo.
Esta loca fórmula pertenece a un libro editado en 1969, llamado El Libro de Cocina Anarquista. El título de la obra nos deja entrever algo de las ideas que subyacían a la creencia de la cáscara de la banana. Era la época del Mayo del ’68 y el punto álgido del movimiento hippie, que proclamaba el amor libre, exaltaba la imaginación y, propugnaba además, entre otras cosas, el uso de estupefacientes.
La desmitificación hecha por la FDA
Sin embargo, habiendo transcurrido un par de meses desde la publicación, la FDA –en inglés, Food and Drug Administration- realizó investigaciones al respecto y concluyó que simplemente se trataba de un mito.
A pesar de las declaraciones de esta organización tan seria y prestigiosa, al día de hoy no faltan quienes intentan fabricar un cigarro en base a banana. En fin, la imaginación del ser humano también necesita alimentarse con mitos urbanos, ¿no crees?