Pasaron 3 años desde la última película de David Fincher (The Girl With the Dragon Tattoo), por lo que ahora está todo el mundo pendiente ante el estreno próximo de Gone Girl (Perdida), basada en la aclamada novela homónima de la autora Gyllian Flynn, quien también escribió el guión de la adaptación.

Los fanáticos de Doctor Who recién están comenzando a conocer al Duodécimo Doctor, interpretado por Peter Capaldi, que protagoniza la temporada 8 de la nueva versión de la serie de ciencia ficción más antigua y longeva de la televisión.

Benedict Cumberbatch, el actor principalmente conocido por su aclamada interpretación de Sherlock en la serie de BBC, pero que ha ido ganando cada vez más notoriedad con papeles cinematográficos de alto perfil, realizó probablemente una de sus mejores interpretaciones sin que ninguna cámara estuviera filmando, cuando utilizó sus dotes como actor para salvar su vida durante un secuestro del que fue víctima en Sudáfrica.

Es sabido que al público estadounidense (o al menos a la mayoría, que es la que decide) no le gusta consumir series extranjeras, series que tengan un marco de referencia cultural ajeno y que no represente, en mayor o menor medida, para subvertirlo o reivindicarlo, el famoso sueño americano (que sería más certero denominar “sueño estadounidense”).

Los cadenas que emiten series animadas dirigidas al público infantil son, sin dudas, uno de los grandes triunfos de la TV por cable. Pero desde el mismo día en que empezaron su transmisión, también apareció un fragmento de audiencia tan poderoso como inesperado: los adultos que miran series infantiles.

El experimentado y prolífico director Ridley Scott se encuentra trabajando ahora en la película bíblica y épica Exodus, que tendrá a Christian Bale y Aaron Paul en roles protagónicos y que se estrenará a fines de este año, pero mientras tanto ya prepara su próximo proyecto en televisión, que será una miniserie para la cadena BBC.