Las rupturas son bastante tristes. Especialmente cuando termina una relación que tenía posibilidades de llegar al matrimonio. De repente, se nota una ola de cambio. Este cambio envuelve tu vida y odias ese sentimiento. No hay más mensajes dulces por la mañana o llamadas telefónicas nocturnas. No más maratones viendo su serie favorita juntos y no más citas.

¿Por qué te peleaste con tu ex? ¿Todavía estás a tiempo de salvar tu relación? Las separaciones amorosas son duras y la persona que sigue enamorada es la que suele sufrir más.

¿Quién dijo que cortar con una relación amorosa era fácil?

No hay duda de que las rupturas pueden doler muchísimo. Te acostumbras tanto a la otra persona, que estar sin ella deja un enorme vacío.

Después de estar en una relación feliz, ser engañada se siente como el final de la vida. Ni en tus sueños más salvajes se te ocurrió que tu pareja podría engañarte. Parece casi imposible aceptar esta triste realidad. Quieres a alguien a tu lado, sin embargo, no puedes pensar en nadie más que en esa persona que te engañó.

El final de una relación viene acompañada de una montaña rusa de emociones. Te ves privada de la comodidad y la familiaridad que tenías con tu pareja. La persona con la que has compartido historias, chistes, momentos embarazosos o sentimientos ya no existe en la forma que deseas. Algunas relaciones terminan de forma amistosa, pero algunas terminan con toxicidad y odio.