Cuando ocurre una ruptura amorosa muchas emociones se ponen en juego: culpa, nostalgia, enojo y algunas veces hasta ganas de reparar el daño y volver.

Cuando una relación termina es inevitable (al menos para una de las partes) sentir culpa y pensar en las razones que pudieron fomentar la pérdida del interés.

Seamos honestas: una de las cosas que más nos duelen tras una ruptura amorosa es ver cómo a ellos parece importarles un pepino. Al menos, eso nos hacen pensar con sus actualizaciones en redes sociales en las que se les ve contentos, de fiesta, e incluso, con otra chica (si lo bloqueaste para evitar el dolor, siempre está la «amiga» chismorrera que nos pone al tanto de todo).

Las claves para una relación duradera tienen mucho que ver con los intereses en común y la percepción que se logre en conjunto. No obstante, en la intimidad de las citas y el hogar, el amor deja de ser "perfecto" para convertirse en algo más auténtico, surgiendo inevitablemente un par de características con las que cualquier dueto de enamorados puede identificarse.

¿Tus amigas huyen de ti porque no haces otra cosa sino hablar de esa pareja con la que rompiste hace cinco años? ¿Te han pedido alguna vez que por favor dejes de hablar de tu ex? Si respondiste sí a estas preguntas, lamentamos decirte que te estás haciendo daño.

Terminar una relación es uno de los desafíos personales más complicados. No sólo pueden ser como una patada en la entrepierna de los sentimientos, también podemos decir cosas que realmente no queríamos decir. O que sonaron muy ridículas y recordaremos por siempre cuando no podamos dormir a las tres de la mañana.