La saga de Ip Man se ha convertido en una de las producciones chinas de artes marciales más aclamadas de los últimos tiempos, y esto le ha valido una cierta notoriedad y popularidad en occidente, aspecto que queda en evidencia con la gran estrella invitada que hará su aparición en la tercera película.

Por suerte los estudios cinematográficos no contratan gente como yo para actuar en películas de artes marciales. Mis puñetazos y patadas convertirían la producción en una comedia que tendría problemas incluso para hacer reír. Por suerte los profesionales se han encargado de ese trabajo. Han habido muchos actores con todas las calificaciones. De hecho, mucho de ellos fueron atletas de las artes marciales antes de convertirse en actores.

Películas de artes marciales hay por montones, sus argumentos y tramas pueden diferir, pasando por la simple acción, el drama, la ciencia ficción, el terror e incluso el romance. Hay películas que son “realistas” (plantean limitaciones y destrezas admirables, pero “posibles”) y otras que simplemente enaltecen tanto la figura de un artista marcial, que le confieren habilidades casi superhumanas.

Si bien los cómics nacieron como una extensión de la literatura, le deben mucho de su estructura argumental y diversos géneros al cine; principalmente por explotar la función narrativa de las imágenes (recordemos que en los primeros cómics que incluyeron una trama compleja, los personajes debían explicar –en voz alta o mediante un globo de pensamiento– qué era lo que hacían en cada viñeta).

La década de los 90 vio crecer la popularidad de los videojuegos y, como consecuencia, el nacimiento de sus primeras y extravagantes adaptaciones al cine, entre las cuales se destaca Street Fighter, de 1994, una película tan asociada a esta década como sus dos actores más destacados, Jean-Claude Van Damme y Raúl Juliá.

Bruce Lee fue un joven luchador de artes marciales convertido en super star en su ámbito asiático y posteriormente en el cine occidental.