Dwayne Johnson y Gal Gadot compartieron el set de rodaje en Fast Five, una de las mejores secuelas de la saga Rápidos y furiosos y la primera que intentó algo diferente, prefiriendo ser más una película sobre un robo con algunas carreras de autos que ser una película sobre carreras de autos con algún robo.

Si es cierto que las películas de horror sirven para encauzar y extrapolar algunos miedos comunes, para exorcizarlos o sublimarlos, suena lógico que por fin alguien decida explorar los rincones más oscuros de la Internet, ese lugar vasto y fascinante que nos golpea cada vez más seguido con la constatación de albergar las manifestaciones más desagradables, crueles y violentas de eso que llamamos, a falta de mejor definición, seres humanos.

En sus películas, el director neozelandés Taika Waititi se ha destacado por dos cosas: un humor ingenioso enmarcado en historias afectivas y sinceras que giran en torno a la familia, la amistad, el amor o el hogar (sean estas épicas aventuras intergalácticas de un dios mitológico y superheroico que debe salvar a su reino o un falso documental sobre vampiros), y por interpretar en ellas a los personajes más excéntricos y peculiares.

Pasaron 40 años desde que John Carpenter sacudió al público con la película que daría inicio a la era dorada del cine slasher, y la que presentaba a la figura más sombría y aterradora que se había visto hasta ese momento, el perturbador asesino enmascarado que después miles de películas quisieron replicar o imitar.

Desde su paso por diferentes festivales, la película de terror Hereditary ha causado sensación y ha sido ampliamente considerada como una de las obras más inquietantes y perturbadoras del cine de horror en mucho tiempo.

Natalie Portman ha sabido destacar más allá de su carrera artística: es una figura altruista por diversas causas, habla varios idiomas y es una egresada honoraria de la Facultad de Psicología de la Universidad de Harvard —carrera a la que ingresó en 1999 tras las filmaciones de Star Wars I: The Phantom Menace.