La temporada 7 de Game of Thrones llegará con toda la expectativa generada por el hecho de ser la penúltima de la serie y de retomar los significativos desenlaces que observamos en la gran temporada anterior.

Día tras día vamos tachando en nuestro calendario mental el tiempo que falta para poder ver los nuevos episodios de Game of Thrones. Definitivamente, ya no es sano esto de seguir creando teorías sobre lo que veremos, tenemos que decir basta pero es más fuerte que nosotros. ¡Y más complicado es, si nos dan datos que nos hacen imaginar más cosas!

Estoy segura de que más de una vez, todos nos hemos planteado lo genial que sería poder hablar con nuestro propio yo del futuro, para que nos ayude a resolver ciertas cosas o a ver nuestra vida de una forma diferente. ¡Y qué bien nos habría hecho poder tener esa charla cuando éramos tan solo unos adolescentes indefensos!

Si hay algo que caracteriza a Game of Thrones es la enorme cantidad de muertes que hay, tanto de personajes secundarios como de los más importantes. Pero no solo eso, sino que además, intentan que cada una de las muertes quede grabada en la mente de los espectadores por la forma en que se dan: son originales y, en algunos casos, bastante morbosas.

Lamentablemente, el final de un ciclo está llegando para Game of Thrones. Todos sabemos que en el momento en el que la séptima temporada comience, estaremos iniciando un camino hacia los últimos episodios de la serie, repartidos en las dos temporadas restantes.

Desde hace un buen tiempo la conversación sobre Game of Thrones ha girado anticipada y casi exclusivamente en torno al final de la serie, sobre todo tras la brutal y reveladora temporada 6, la temida llegada del invierno a Westeros y la confirmación de que no son muchos los episodios que nos quedan por ver.