En los suburbios de Detroit, fue un joven perdido de 14 años que buscaba direcciones. En Kansas City, fue un joven de 16 años que iba a recoger a sus hermanos menores y tocó en la casa equivocada. También está la niña de 12 años que hurgaba en un patio en un pequeño pueblo de Alabama, la mujer de 20 años que se encontró el camino errado en el norte del estado de Nueva York y la animadora que se subió al auto equivocado en Texas.
Por qué tocar el timbre equivocado en una casa puede terminar con un tiroteo con muertos en Estados Unidos
En EEUU, las personas extrañas cada vez más son vistos como amenazas y el miedo ha impregnado a varias comunidades del país. Ahora, actos simples como tocar el timbre equivocado de una casa pueden ser cuestión de vida o muerte.

Todos ellos, y decenas más en todo Estados Unidos, fueron recibidos con disparos. Algunos resultaron heridos, otros acabaron muertos en una nación donde los extraños son vistos con demasiada frecuencia como amenazas y el miedo ha impregnado a las comunidades.
Errores cometidos sin mala fe o actos simples como verse en la dirección incorrecta o simplemente tocar el timbre equivocado puede terminar convirtiéndose en una cuestión de vida o muerte.
Es una tensión que no pasa desapercibida para Jae Moyer, quien estuvo en frente al juzgado federal de Kansas City el martes exigiendo una investigación del Departamento de Justicia sobre el tiroteo de Ralph Yarl, el adolescente negro baleado la semana pasada en la puerta de un anciano blanco mientras buscaba a sus hermanos.
Yarl, quien recibió un disparo en la cabeza y el brazo, se está recuperando en casa.
“Quiero dar la bienvenida e invitar a cualquiera que venga a mi casa. Incluso si están pidiendo ayuda y no puedo ayudarlos, voy a ser amable con ellos. Creo que así es como todos deberían ser”, afirmó Moyer.
“Pero no creo que esa sea la cultura que tenemos ahora”, añadió. “Hay mucho miedo en nuestro país”.
Y también hay mucha desconfianza.
Cada vez menos estadounidenses confían en las personas
A principios de la década de 1970, las encuestas mostraban que aproximadamente la mitad de los estadounidenses creían que la mayoría de las personas eran dignas de confianza. Para 2020, ese número se había reducido a menos de un tercio.
Mientras tanto, los estadounidenses tienen la firme creencia, durante décadas, de que la delincuencia está aumentando, incluso en los años en que, en realidad, ha estado disminuyendo. También sobreestiman en exceso sus posibilidades de ser víctimas de la delincuencia.
“Parte de eso son ustedes”, señaló Warren Eller, profesor del John Jay College of Criminal Justice, refiriéndose al enfoque implacable de los medios sobre el crimen. “Recibimos información las 24 horas del día de todos los peligros que existen”.
Eso no es sorprendente. Los políticos han utilizado durante mucho tiempo el crimen para ganar apoyo.
Los tableros de mensajes del vecindario fomentan la paranoia sobre los forasteros sospechosos.
Y los noticieros locales y nacionales bombardean diariamente a los televidentes con imágenes de videos de vigilancia granulados que muestran una variedad de crímenes y titulares provocadores sobre ciudades en decadencia.
Eso incluye tiroteos en los que víctimas inocentes reciben disparos de personas que creen erróneamente que están bajo amenaza. Si bien hay pocas estadísticas sobre estos tiroteos, parecen representar un porcentaje muy pequeño de las más de 15,000 personas que mueren cada año en Estados Unidos en homicidios con armas de fuego.
Sin embargo, en solo seis días en abril, cuatro jóvenes en Estados Unidos fueron baleados, y una mujer en Nueva York murió solo por estar en lo que alguien decidió que era el lugar equivocado.
Justo el martes, un hombre disparó e hirió a dos porristas en el estacionamiento de un supermercado de Texas después de que una dijera que se subió a su auto por error pensando que era el suyo.
Una animadora fue rozada por una bala y tratada en la escena. Su compañera de equipo recibió un disparo en la pierna y la espalda.
Esta desconfianza estadounidense se ha instalado como algo que, si bien no es normal, sorprende menos que nunca. Y cuando se mezcla con la confusión legal, el fácil acceso a las armas, la falta de entrenamiento con armas de fuego y, en ocasiones, el racismo, produce una serie de tiroteos como estos, que parecen no tener fin.
Otro factor son las cuestiones legales. Los atacantes en incidentes como estos a menudo argumentan la legítima defensa basada en leyes conocidas como 'Stand your ground'. Pero esas leyes, que se han extendido por todo Estados Unidos en los últimos 25 años, en realidad pueden haber impulsado la violencia.
Un estudio publicado en 2022 por JAMA Network Open, una revista médica, encontró que las tasas mensuales de homicidio aumentaron entre un 8% y un 11% en los estados con estas leyes de defensa propia.
“Creo que se interpreta comúnmente como una licencia para usar la fuerza letal cuando alguien se siente amenazado”, indicó Geoffrey Corn, experto penalista de la Facultad de Derecho de la Universidad Tecnológica de Texas.
Corn ha estudiado extensamente tales leyes y sostiene que el público las malinterpreta profundamente. “El miedo tiene que estar justificado por las circunstancias”, señaló. “No puedes matar a alguien solo porque le tienes miedo”.
Los factores agravantes en los tiroteos
Los expertos legales esperan que Andrew Lester, el hombre de 84 años que le disparó a Yarl, cite la ley de legítima defensa de Missouri. El miércoles, se declaró inocente en el caso del tiroteo de Yarl.
Corn, un veterano militar de 22 años, también se pregunta si el reciente auge de las ventas de armas de fuego en Estados Unidos y su uso, con una capacitación deficiente, agrava el problema.
“Lo que me preocupa no es que haya muchas armas de fuego, es que no se le requiere nada a quien asume la tremenda responsabilidad de empuñarlas”, subrayó Corn.
Incluso en los estados que requieren capacitación en armas de fuego, Corn asegura que la formación suele ser insuficiente y las leyes de legítima defensa no son bien explicadas.
Cuando estaba en el ejército, tuvo semanas de entrenamiento antes de que se le permitiera siquiera tocar una bala. “Siempre fui consciente del increíble poder de matar de un arma de fuego”, comentó.
El racismo como motivo de los tiroteos
Luego está la cuestión inevitable de la raza, un pilar central de la desconfianza estadounidense a lo largo de los siglos.
Las nociones falsas sobre las amenazas planteadas por personas que no son blancas se han reproducido repetidamente en la historia moderna de Estados Unidos, incluso en una serie de casos de alto perfil en los que los agresores atacaron a personas negras o hispanas que creían que querían hacerles daño pese a que no había ninguna amenaza aparente.
El ataque de Yarl ha sido comparado con la muerte a tiros en 2012 de Trayvon Martin, de 17 años, un adolescente negro que visitaba la casa de su padre en una comunidad cerrada de Florida cuando George Zimmerman, un vigilante voluntario del vecindario, decidió que parecía sospechoso y lo mató.
Zimmerman fue absuelto después de un juicio en el que sus abogados esencialmente se escudaron en la ley estatal de defensa propia.
También se hace eco del caso de Renisha McBride, una mujer negra que tocó puertas en una comunidad del área de Detroit en 2013 en busca de ayuda después de un accidente automovilístico.
Un hombre blanco le disparó fatalmente a través de su puerta mosquitera, diciendo que temía que ella quisiera hacerle daño.
Estos casos, describió Ibram X. Kendi, autor de libros sobre racismo y fundador del Centro de Investigación Antirracista de la Universidad de Boston, ocurrieron por años de prejuicios que identifican a las personas de tez negra como más propensas a la delincuencia y a la violencia.
“Nadie nace temiendo a otra persona por el color de su piel”, indicó Kendi. “Hay tantas maneras diferentes en las que se le enseña a la gente que los negros son peligrosos, y esas ideas, en realidad, crean todo tipo de peligros para las personas negras, incluidos los adolescentes y niños”.
“Cuanto más olvidemos esa idea y nos demos cuenta de que no podemos asociar el peligro con el color de la piel de ninguna manera”, dijo, “menos probabilidades habrá de que la gente use fuerza letal contra un niño de 16 años que solo está tocando el timbre de su puerta”.
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