"Miles de huérfanos deambulan solos y forman familias entre ellos": relato en primera persona del "apocalipsis total" de Gaza

"Cuando entré en Gaza fue como entrar en una película de acción extrema: ruido incesante de drones, tiroteos, misiles, sirenas, columnas de humo. Avanzas, y la zona se transforma en un apocalipsis total". Paulo Milanesio, trabajador humanitario que coordinó operativos en el territorio palestino, cuenta a Univision Noticias lo que vivió y vio. Y lo que lo marcó para siempre.

Video La desoladora graduación de 1,000 niños huérfanos en Gaza

El territorio palestino de Gaza, de apenas unas 140 millas cuadradas (365 kilómetros cuadrados) se ha convertido en un epicentro de sufrimiento humano. Desde el inicio del conflicto actual el 7 de octubre de 2023, tras el ataque de Hamas a Israel, que dejó unos 1,200 muertos y centenares de rehenes, más de 63,000 palestinos han perdido la vida, incluyendo más de 18,500 niños, según números de las autoridades palestinas.

La malnutrición ha causado cientos de muertes infantiles, y la hambruna ha sido declarada en algunas zonas. Cerca del total de la población, de más de dos millones de personas antes del comienzo de la guerra, han sido desplazadas internamente. La infraestructura civil está destrozada, con el sistema educativo destruido por completo, con niños que hace dos años vieron interrumpida su educación. Y el sistema sanitario ha colapsado, con menos de la mitad de los 36 hospitales de Gaza funcionando a duras penas.

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En ese escenario infernal, Paulo MIlanesio se desplegó para trabajar en el territorio palestino por casi dos meses. Este es su testimonio a Univision Noticias:


- Mi nombre es Paulo Milanesio. Soy ingeniero civil de Rosario, Argentina, y he dedicado más de una década a la ayuda humanitaria, en diversos conflictos. Estuve en Etiopía, Camerún, Ucrania, y finalmente, en Gaza. Me especialicé en conflictos armados. Desde 2020, fui coordinador de proyectos de emergencias para Médicos Sin Fronteras (MSF) en Gaza. Aunque estuve en Gaza con MSF, hoy ya no trabajo para MSF*.

Paulo Milanesio en el terreno, trabajando en Gaza para Médicos sin Fronteras.
Paulo Milanesio en el terreno, trabajando en Gaza para Médicos sin Fronteras.
Imagen Paulo Milanesio cortesía a Univision Noticias


Cuando entré a Gaza fue como adentrarse en una película de acción extrema, pero donde la realidad supera cruelmente la ficción. Crucé por Rafah, siendo el último trabajador humanitario en hacerlo antes de que las fuerzas israelíes tomaran y cerraran ese acceso, dejándonos bloqueados por unos diez días. Desde el momento en que entras por esas vallas metálicas gigantes, los ruidos te asaltan: drones, helicópteros, tiroteos, misiles, los ruidos de las sirenas. Columnas de humo en el horizonte. A medida que avanzas, la zona se convierte en un " apocalipsis total"; la destrucción es generalizada, hay carpas y basura por todos lados, un olor constante a humo y el movimiento incesante de personas.

"En Gaza no hay escape"

El niño Musa Al-Shaer yace en una cama en Rafah, Gaza. Un proyectil de tanque lo alcanzó cuando buscaba harina para su familia. Sufrió la amputación de la mano derecha y lesiones graves en la columna vertebral.
El niño Musa Al-Shaer yace en una cama en Rafah, Gaza. Un proyectil de tanque lo alcanzó cuando buscaba harina para su familia. Sufrió la amputación de la mano derecha y lesiones graves en la columna vertebral.
Imagen DOAA ALBAZ/Middle East Images/AFP via Getty


Una de las grandes diferencias con otros conflictos es que en Gaza no hay escape.

Una vez que entras, te metes en el conflicto y no sales; tú y tus equipos son parte de él. Ya no eres un colaborador respetado por las leyes internacionales, sino que te conviertes en una víctima más. Vi balas en el techo de mi oficina, misiles y bombas caían cerca de lugares señalizados para trabajadores humanitarios. Viví siete semanas con la cama temblando, sin poder descansar, asumiendo que tu vida está en peligro. Es una realidad extrema.

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Tengo 12 compañeros asesinados, una cifra que no es normal.

El impacto psicológico en la población es inmenso. Lo defino como un "trauma crónico", no existe el postraumático, porque el asedio de ruidos, bombardeos y tiroteos es constante. La gente ha sido desplazada decenas de veces, y ya ni siquiera se trata de que estás en tu casa refugiado con miedo. La mayoría ha perdido sus casas, no hay nadie que tenga su casa en pie.

Prácticamente, todos los edificios están destruidos. Eso implica que tu vida entera, el esfuerzo de tu vida, tu trabajo, tus recuerdos, ya no están. La gente ya no tiene ni siquiera sus recuerdos personales.

Te muestran fotos en sus teléfonos para que veas lo que era su vida. 'Mira, este era mi coche, esta era mi casa', dicen. Sus recuerdos solo quedan en algunas fotos de un teléfono. Viajan con fotos envueltas en un plástico en el bolsillo. A lo mejor son 2 o 3 fotos, y es lo único que les queda.

Una tierra de niños huérfanos

Niños en los escombros de la ciudad de Rafah.
Niños en los escombros de la ciudad de Rafah.
Imagen Mariam Dagga/AP


Pero la situación más desgarradora es la de los niños: hay decenas de miles de niños que son huérfanos.

Están absorbiendo eso constantemente, no existe más, los colegios no existe el salir a jugar con tus amiguitos. No existe ningún tipo de estímulo para un niño que lo único que merece es divertirse, crecer sano, y aprender lo que le toque según la edad.

Entonces ves muchísimos niños solos caminando. Esto es un recuerdo que tengo vivo: circulando por las calles, en medio de toda la destrucción, ves chicos de la mano, solos, caminando, deambulando.

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Una vez, en una clínica donde trabajábamos, llegaron dos niños heridos y al preguntarles con quién estaban, se señalaron el uno al otro. Eran huérfanos que habían "formado familia entre ellos" para sobrevivir.

Los niños no tienen escuelas, ya que casi el 90% de los edificios escolares han sido dañados o destruidos. No hay parques ni ningún tipo de estímulo para que crezcan sanos y puedan jugar.

Están expuestos no solo a las bombas, sino también a escombros y elementos cortantes por todas partes. Además, el sistema de saneamiento está destruido, hay basura por todos lados, y el acceso a agua potable y comida es casi imposible, lo que los convierte en víctimas directas de un lugar que está totalmente devastado.

Madres dando a luz en el suelo

Los escombros del Hospital Bautista de la Ciudad de Gaza. Aviones de guerra israelíes lanzaron dos ataques aéreos contra el hospital.
Los escombros del Hospital Bautista de la Ciudad de Gaza. Aviones de guerra israelíes lanzaron dos ataques aéreos contra el hospital.
Imagen YOUSSEF ALZANOUN/Middle East Images/AFP via Getty


En los hospitales. No hay un solo centro hospitalario que opere al 100%, y de los 36, solo 18 o 19 están mínimamente funcionales. Lo que vi fue una escasez brutal: no había camas suficientes para la cantidad de civiles heridos, ni medicinas, ya que los suministros estaban bloqueados en las fronteras.

Vi madres dando a luz en el suelo, incubadoras destruidas siendo reparadas a la fuerza para que los neonatos pudieran sobrevivir, y salas de emergencia repletas de cuerpos para los que no teníamos suficientes bolsas mortuorias. El olor a sangre era insoportable. A pesar de las acusaciones **, en los hospitales donde estuve, no me crucé con nadie que tuviera otra intención que salvar vidas o aliviar el sufrimiento de civiles.

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La gestión de la ayuda humanitaria es otro gran problema. Manteníamos un diálogo constante con todas las partes, incluyendo Israel, para que los insumos pudieran entrar. Sin embargo, cientos y miles de camiones con ayuda esperan en las fronteras sin poder acceder.

Hoy, la ayuda humanitaria se ha "militarizado y privatizado", impidiendo que organizaciones como la nuestra hagan su trabajo con neutralidad e imparcialidad. Esto ha llevado a una necesidad extrema y a una situación incontrolada, consecuencia de una mala gestión desde el inicio. Simplemente, las organizaciones humanitarias necesitan poder hacer el trabajo que saben hacer, respetando las leyes internacionales.

Dolor y esperanza

Foto tomada por Milanesio en el hospital de Naser: se ve la unidad de cuidados intensivos para bebés neonatos. La sala y las incubadoras destruidas.
Foto tomada por Milanesio en el hospital de Naser: se ve la unidad de cuidados intensivos para bebés neonatos. La sala y las incubadoras destruidas.
Imagen Paulo Milanesio


Pese a todo, me encantaría volver allá. Tengo colegas con los que hablo, amigos que quedaron ahí dentro, pero ya no me da, no me da el cuerpo y la cabeza para eso. Todavía veo aviones y miro para arriba algo asustado. Todavía escucho, por ejemplo, la explosión de un globo en un parque y pienso más en la explosión de una bomba.

Pero a pesar de la bronca, la tristeza y la decepción, me traje muchísimos aprendizajes. A mí lo que todos estos lugares siempre me hacen es ser mejor persona. Yo siempre digo que no sé si soy bueno o soy malo. Lo que sí sé es que después de estar ahí soy mejor persona.

¿Hacia dónde me lleva eso? No me toca a mí definirlo, pero evidentemente me marcó ver a un padre luchando por la vida de sus hijos, o ver como una mujer embarazada que había comenzado la gestación de su hijo sin guerra y creía que su familia iba a caminar unos minutos o iban a ir en auto al hospital a dar a luz, pero le tocó recorrer durante horas montañas de escombros y tierra para llegar a un hospital destruido, algo que ella no imaginó para tener a su primera hija. Pero lo logró, llegó, la bebé nació y yo la vi recién nacida, sana y salva.

"Camino por el Hospital de Naser, en Khan Yunis. Un edificio en pie pero en ruinas. Con sus más de 500 camas había albergado vida... pero las fuerzas del país vecino... entraron y destruyeron todo. Ventanas, techos, paredes, camas, ambulancias, archivos médicos y hasta incubadoras", detalló Milanesio en un texto en redes sociales que acompaña su foto.
"Camino por el Hospital de Naser, en Khan Yunis. Un edificio en pie pero en ruinas. Con sus más de 500 camas había albergado vida... pero las fuerzas del país vecino... entraron y destruyeron todo. Ventanas, techos, paredes, camas, ambulancias, archivos médicos y hasta incubadoras", detalló Milanesio en un texto en redes sociales que acompaña su foto.
Imagen Paulo Milanesio cortesía para Univision Noticias


Entonces, ver como una familia lucha porque nazca un bebé y evidentemente lucha para que la vida de ese bebé sea lo mejor posible, son de esas cosas que te llenan el corazón y el alma. Te llenan de esperanza.

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Y son esas cosas las que traje de Gaza. El amor de un padre, o una madre por sus hijos. Vi a padres y madres batallar para que sus bebés nacieran sanos, incluso en la desolación total. Me considero afortunado de haber sido testigo de la peor injusticia: ver cómo se priva de libertad y se arriesga la vida de personas normales, a quienes se les niega agua y comida, sin estar vinculadas a ningún acto de violencia.

Salí de ahí también envuelto en bronca, en tristeza, en esa sensación de decepción, de cómo el ser humano es capaz de causar tanto daño. Porque ya te digo, acá trasciende completamente todo tipo de religión, raza y cultura. La mayoría de la gente en Gaza es gente normal que solo quiere vivir en paz, ver crecer a sus hijos, ir a la playa y tener una vida cotidiana normal, sin violencia. Gente como tú o como yo.

Niños palestinos por las calles polvorientas de Sheikh Radwan, en la ciudad de Gaza.
Niños palestinos por las calles polvorientas de Sheikh Radwan, en la ciudad de Gaza.
Imagen BASHAR TALEB/AFP via Getty Images

Sales con todo, lo bueno y lo malo, ver gente luchar por la vida a pesar de que lo perdieron todo. Perdiste tu pasado, perdiste tu presente y no tienes ningún tipo de esperanza en tu futuro. Y a pesar de todo eso, hay mucha gente que todavía se agarra del amor por su familia. Cuando cierro los ojos veo la cara de esa gente que todavía lucha por el amor que tiene, por su familia, y eso es todo lo que me traje, que es un montón.

*El recuento de Milanesio ha sido editado para una mejor comprensión de los lectores. Las palabras reflejan la experiencia personal de Paulo Milanesio, no la postura de Médicos Sin Fronteras.

** Israel sostiene que los hospitales son centros de operación del grupo militante Hamas, aunque no ha presentado pruebas que confirmen tales afirmaciones. Diferentes investigaciones y reportes contrastan las versiones que da el gobierno israelí.

Video Estos niños recogen gotas de agua de un camión cisterna en Gaza