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Muertes

Muere Manuel Noriega, el caudillo panameño que pasó de aliado a enemigo de EEUU en un minuto

"El señor Noriega murió esta noche", informó el secretario de Estado de Comunicación de Panamá, Manuel Domínguez. Noriega, ex espía de la CIA, tomó el poder en Panamá pero fue derrocado por la invasión estadounidense en 1989.
30 May 2017 – 01:13 AM EDT
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América Latina ha sufrido una buena cantidad de dictadores militares, pero el general panameño Manuel Antonio Noriega, quien murió este lunes a los 83 años, fue único.

Noriega se hallaba recluido desde marzo en el hospital Santo tomás, de la capital panameña, tras operarse de un tumor cerebral.

"El señor Noriega murió esta noche", dijo a los medios el secretario de Estado de Comunicación de Panamá, Manuel Domínguez.

El presidente Juan Carlos Varela, al ratificar el deceso, tuiteó que con esta muerte Panamá cierra un capítulo de su historia.

Este caudillo, quien gustaba de blandir un machete en sus discursos y alguna vez fue informante de la CIA, se confabuló con traficantes colombianos de cocaína y también le prestó apoyo al ala izquierdista revolucionaria en América Central. Ningún otro líder en el hemisferio pudo combinar tantos elementos aparentemente contradictorios en su búsqueda del poder.

Su régimen fue de corta duración y su dramática caída en diciembre de 1989 –durante una gran invasión militar estadounidense a Panamá– fue la primera y única vez que Washington ha enviado tropas para destituir y encarcelar a un gobernante de facto en América Latina.

Noriega fue declarado culpable de los cargos de tráfico de drogas en Miami después de nueve meses de juicio tras lo cual pasó el resto de su vida en la cárcel.

"Nunca antes había sucedido y nunca volvió a suceder", dijo Guy Lewis, uno de los fiscales federales en el juicio de Noriega. "Estados Unidos nunca había requerido la presencia de un acusado de esta forma, enviando a la 82ª división aerotransportada para arrestarlo y entregarlo a la DEA. Sigue siendo un hito en cuanto a persecución penal", añadió. En ese momento Panamá, un pequeño país de apenas dos millones de personas, jugaba un papel relevante en la geopolítica del hemisferio. Miles de tropas estadounidenses estaban asentadas en una serie de grandes bases militares a lo largo del Canal de Panamá para proteger el paso seguro del rápidamente creciente comercio estadounidense con Asia.

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Exgeneral de Panamá Manuel Antonio Noriega permanece en estado crítico tras una operación


Pero en virtud de los Tratados Torrijos-Carter firmados en 1977, se estableció que las bases cerrarían y el canal pasaría a control panameño.

Fue justo en ese momento crucial que Noriega emergió de las sombras de otro dictador, aunque más benévolo, el general Omar Torrijos. Durante los siguientes tres años, sumió a Panamá en el caos, lo cual culminó en una enorme invasión militar estadounidense, el arresto de Noriega y su extradición a Estados Unidos.

"De los déspotas más temidos"

La Guerra Fría continuaba y el gobierno de Estados Unidos estaba profundamente preocupado por la propagación de la influencia comunista de la Unión Soviética en América Latina. La alianza de Noriega con posiciones favorables a Moscú en Cuba y Nicaragua hicieron que su ascenso al poder fuera aún más preocupante para Washington.

Sus métodos brutales para aplastar la democracia en Panamá, junto con su demagogia anti-estadounidense, hicieron de él uno de los déspotas más temidos. Aclamado por sus partidarios izquierdistas de línea dura, fue ampliamente despreciado por la élite adinerada y la clase media panameñas, ganándose el apodo de "cara de piña" debido a su cara marcada por la viruela.

Amadis Jiménez, un excapitán de las Fuerzas de Defensa de Panamá de Noriega, recordó a su antiguo jefe como "un conspirador siniestro y espía" que traicionó a su país. "Noriega es un producto, como muchos otros, de la red mundial de la CIA. Pasará a la historia como el caudillo panameño o, más bien, como el hombre que fue convertido en caudillo por intereses que van más allá de nuestra visión como ciudadanos. El caudillo de Estados Unidos que en algún momento se les escapó de las manos".

Después de servir como informante confidencial de inteligencia para Estados Unidos tanto para la Agencia Central de Inteligencia como para la propia agencia de espionaje del Pentágono, la Agencia de Inteligencia de la Defensa (DIA), Noriega se transformó en la década de 1980 en una gran espina en el costado de la política exterior estadounidense.

La Guerra Fría continuaba y el gobierno de Estados Unidos estaba profundamente preocupado por la propagación de la influencia comunista de la Unión Soviética en América Latina.

Su gobierno le trajo miseria económica y política a Panamá.

Sus antiguos adversarios políticos lamentan que Noriega no se haya arrepentido de sus fechorías, pero dicen que el país ya dejó eso atrás. En su última entrevista en TV hace un año, "no arrojó luz sobre acontecimientos pasados ni pidió perdón", dijo el abogado panameño Ebrahim Asvat.

"Después de 27 años es una figura del pasado, sin seguidores ni ningún tipo de carisma personal", añadió.

Una intervención y la cárcel

Aunque Estados Unidos, más recientemente, ha utilizado su poder militar para derrocar gobiernos hostiles en Medio Oriente, la acción militar de Estados Unidos en Panamá –bautizada como Operación Causa Justa– fue la última vez que tropas estadounidenses invadieron un país de América Latina.

En 1994 efectivos estadounidenses encabezaron una intervención respaldada por las Naciones Unidas en Haití para devolver el poder al presidente Jean Bertrand Aristide, la última vez que fueron desplegadas en combate en el hemisferio.

Más de 26,000 soldados estadounidenses, apoyados por helicópteros de combate, tanques y aviones de combate sigilosos, atacaron con fuerza abrumadora poco después de la medianoche del 20 de diciembre de 1989. En pocas horas, la dictadura militar de Noriega se derrumbó y se instaló un gobierno democrático.

Unos 300 panameños y 23 soldados estadounidenses murieron en la invasión, nueve a causa de fuego amigo.

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El exdictador panameño Manuel Noriega pide perdón


Noriega pasó dos décadas en una cárcel de Miami donde al parecer encontró la religión y fue un preso modelo.

Fue trasladado a una cárcel en Francia en 2010 por cargos de lavado de dinero, y un año más tarde fue trasladado a una prisión en Panamá por otros crímenes, incluyendo varios asesinatos extrajudiciales, entre ellos algunos de sus propios oficiales que se alzaron contra él en dos intentos fallidos de golpe de estado.

"La ironía de la vida de este hombre y su legado es que ... solo merece una pequeña nota al pie de página en la sección de los obituarios. Incluso en Panamá, ahora es irrelevante", dijo Orlando J. Pérez, un experto en relaciones civiles-militares en la Universidad Millersville de Pennsylvania. "Para la mayoría de los panameños, Noriega es un curioso artefacto histórico y uno que quisieran olvidar, incluso aquellos que una vez apoyaron el régimen militar".

Su esposa se divorció de él y su amante también lo abandonó. Pero sus dos hijas lo apoyaron hasta su muerte.

Un informante de bajo nivel

Guy Lewis, ahora de 55 años, era un joven fiscal durante el juicio de Noriega. "He enjuiciado a muchos acusados, desde ejecutivos hasta espías cubanos, pero había una sensación de mal alrededor de Noriega. Era palpable", dijo.

Los defensores de Noriega dijeron que fue víctima de una turbia política exterior estadounidense que se salió de control, argumentando que su arresto fue ordenado por la administración de George H. Bush para evitar que Noriega hablara sobre las operaciones del presidente cuando fue director de la CIA.

"A los medios de comunicación les encantaba eso, estas alegaciones de este vínculo entre el presidente Bush y Noriega y su relación con la CIA", dijo Lewis. "En realidad, Noriega era como lo describimos. Era un informante de bastante bajo nivel para el gobierno de Estados Unidos y un agente de la ley corrupto. No hubo revelaciones".

Había una buena razón por la que Washington hizo negocios con Noriega, según señalan algunos expertos, dada la crítica importancia del canal y las relaciones de Noriega con los dirigentes revolucionarios de izquierda en América Central y el líder cubano Fidel Castro.

En muchos sentidos, Noriega fue como un tigre de papel y no el cerebro que temían que fuera, argumentaron Lewis y otros.

"Como todos los personajes infames y famosos de la historia que prosperan en la propaganda, ellos mismos se erigen, porque creamos estos personajes míticos y monstruosos y comenzamos a creer en el mito y la monstruosidad", dijo.

"Aunque es indudable que ejerció un gran poder en Panamá, no fue mucho más que un policía corrupto".

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