El salvadoreño José Castillo vivió 16 años en Estados Unidos, pero tras el temor de deportación que se acrecentó con las nuevas políticas migratorias del presidente Donald Trump decidió emprender un viaje con su mujer y sus dos hijos de 7 y 13 hacia la frontera con Canadá.
"Puedo salir a la calle y no tener miedo": así es la vida de un inmigrante salvadoreño que se aventuró a huir de EEUU a Canadá
José Castillo vivió con su familia 16 años en Estados Unidos. Tras el endurecimiento de las leyes migratorias del presidente Donald Trump decidió huir a Canada en donde hoy vive y tramita un asilo político. A pesar de que esta historia hasta ahora ha tenido un desenlace feliz, los expertos de inmigración canadienses advierten que no es más fácil vivir sin estatus migratorio en Canadá que en EEUU .

Tras refugiarse por días en una iglesia en Búfalo, Nueva York, y finalmente conseguir llegar a la anhelada frontera, el gobierno de Canadá tramita hoy su solicitud de asilo político. El salvadoreño radicado por lo pronto en casa de un amigo en la ciudad de Edmonton espera conseguir un permiso de trabajo y tramitar una licencia de conducción, algo que nunca pudo tener en Estados Unidos.
El corresponsal del Noticiero Univision, Pedro Ultreras, quien le ha seguido los pasos a esta familia desde esas largas semanas en las que vivían escondidos tratando de definir su destino, capturó el momento en el que Castillo fue notificado de que era "bienvenido a Canada". Así quedó registrada la emotiva reacción:
Sus hijos ya entraron a la escuela y él y su familia se pasean tranquilos por las calles sin temor a ser perseguidos. “Puedo salir a la calle, entro a cualquier tienda”, dice Castillo como si esos actos sencillos fueran verdaderos privilegios. “No sé por qué no nos vinimos antes”, confiesa, por su parte, la esposa de José Castillo quien sin embargo, al principio estuvo reacia anta la idea de dejar Estados Unidos y marcharse a Canadá.
Ni tan rápido, ni tan fácil
Aunque desde enero de este año 452 personas han sido arrestadas en la frontera entre Estados Unidos y Canadá, los inmigrantes se arriesgan porque las leyes canadienses permiten solicitar asilo político. Las solicitudes de asilo han pasado de 800 a 2500 en tan solo dos años. Si los inmigrantes provenientes de Estados Unidos piden asilo en la frontera pueden no ser recibidos, entonces prefieren pasar irregularmente porque una vez en Canadá ya no son devueltos.
El Gobierno canadiense se ha mostrado abierto y receptivo ante el problema de los inmigrantes provenientes de Estados Unidos. En recientes declaraciones, el alcalde de Montreal dijo que Canadá no construye muros, "por el contrario, estamos abriendo puertas, pero tenemos que estar seguros de que no tengan récord criminal”, explicó tras la declaración de esta ciudad como santuario.
Sin embargo, Miguel Arévalo, del Centro Scalabrini de Montreal, institución que brinda alojamiento y otros servicios a las personas que buscan refugio en Canadá, advierte que ser indocumentado en este país no es, en realidad, más sencillo que en Estados Unidos. “Sin estatus migratorio o estatus precario no tienes acceso a ninguno de los servicios que tiene por derecho el resto de la población”, le dijo en entrevista a Jorge Ramos en el noticiero Al Punto.
Por su parte, la abogada de asuntos migratorios en Montreal Claudia Molina confirma las alertas de Arévalo. “Recibo miles de llamadas sobre cómo migrar hacia Canadá, pero cuando la gente se entera de que no es tan rápido, ni tan fácil, muchos se desaniman”.
Canadá anualmente recibe a cientos de trabajadores provenientes de México, Honduras y Guatemala para que trabajen en sus granjas agrícolas, sin embargo, los que son acogidos bajo este programa de trabajo suelen venir desde sus países de origen, no pueden pedir residencia y solo pueden quedarse por una estancia definida de tiempo, son trabajadores temporales.
Por lo pronto, José Castillo y su familia ha logrado superar todas las trabas y adversidades y parece mantener una vida tranquila en Canadá. Con la huída de Estados Unidos, toda la familia tuvo que dejar atrás el sueño americano, pero también se libraron de su miedo a ser deportados a El Salvador.
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