Donald Trump se da un baño de masas en Florida tras tambalear en el debate contra Clinton

El hangar de un aeropuerto repleto de seguidores y una llegada apoteósica: Donald Trump aterrizó este martes en Melbourne, Florida, para exhibir músculo y recuperarse de las heridas que le dejó el debate contra su rival Hillary Clinton.
"Ella es la candidata de ayer, y nosotros, nuestra campaña y nuestra gente, somos el futuro", exclamó Trump, minutos después de descender de su avión privado y encaminarse hacia la tarima en medio de aplausos y música triunfal.
El candidato republicano no suele reconocer una caída y esta vez no fue diferente. Pese a que en el debate de este lunes mordió el anzuelo que le lanzó Clinton y perdió la compostura ante las provocaciones de su adversaria, este martes se presentó como el ganador del encuentro.
"La noche de ayer fue muy emocionante. Casi cada encuesta muestra que ganamos el debate contra la deshonesta Hillary Clinton. Una gran victoria”, aseguró Trump.
Los sondeos a los que el republicano se refirió fueron, en realidad, sondeos informales hechos en internet y sin rigor científico. Hubo una encuesta que sí tiene algo de validez estadística, según el Washington Post. Es la que hizo CNN/ORC a 521 votantes registrados por vía telefónica. Según ese sondeo, el 27% de los encuestados creen que Trump triunfó, frente a un 62% de votantes que dieron por vencedora a Clinton.
Hace unos días que la campaña de Trump anunciaba con bombos y platillos que el candidato vendría a hacer un mitin en Melbourne, en el condado de Brevard, un día después del debate.
Las filas se formaron horas antes de que el evento comenzara. Pese a que una tormenta asomó su cabeza, cerca de 9,500 partidarios, en su mayoría blancos, peregrinaron al hangar del aeropuerto de Melbourne con camisetas y gorras que decían "Hillary a prisión" y "Haz a Estados Unidos grande otra vez".
Durante buena parte de la hora que duró el mitin, Trump se dedicó a poner sobre la mesa las razones por las que había derrotado a Clinton en el debate. Hizo un repaso de los temas que generaron más polémica el lunes, presentando su propia versión de los hechos.
“¿Alguien cree que yo defendí la invasión de Irak?”, preguntó al público, insistiendo en que no estuvo a favor de la guerra, pese a que verificadores de datos y periodistas han demostrado que sí manifestó su apoyo en una entrevista en 2002.
La elección de Florida para que Trump viniera a darse un baño de masas después del debate no fue casual. Es uno de los estados más importantes y disputados en el camino hacia la Casa Blanca.
El promedio de encuestas de Univision Noticias muestra a Clinton y Trump virtualmente empatados aquí, con un 44.8% de la intención de voto para la demócrata y un 44.2% para el republicano.
Horas antes del acto de campaña, Trump mantuvo un encuentro con el exilio cubano en el emblemático café Versailles de Miami y participó en una asamblea con un grupo de hispanos en un teatro local.
En Melbourne, el candidato dedicó unos minutos a criticar el deshielo entre Washington y La Habana. Trump ha endurecido recientemente su postura contra el régimen castrista, en un intento de cortejar el voto de los cubanos más conservadores.
“Esta tarde pasé mucho rato en la Pequeña Habana (Miami), un lugar increíble”, dijo.
“(Barack) Obama hizo un acuerdo unilateral con los Castro y no obtuvo nada a cambio. ¿Alguna vez vieron a ese hombre lograr un acuerdo que sea decente para este país? Con la 'deshonesta Hillary' será aun peor, marquen mis palabras”.
La prueba del debate
Se estima que el primer debate presidencial entre Trump y Clinton fue seguido por más de 80 millones de personas, en uno de los encuentros más anticipados de una campaña electoral de infarto.
Con encuestas que muestran un escenario cada vez más reñido, los dos candidatos tenían mucho que demostrar en el debate en la Universidad de Hofstra, en Nueva York.
Para Clinton, el reto era recuperar la confianza de muchos votantes que la ven como una política deshonesta y atada a los intereses de Washington.
Trump debía poner riendas a su impulsividad y demostrar que tiene el temperamento necesario para ser presidente.
El magnate republicano tuvo un arranque disciplinado, en el que pintó a su rival como una candidata que no ha logrado el cambio pese a llevar décadas en las esferas del poder.
Sin embargo, luego perdió los nervios ante la mención de su pasado privilegiado, las declaraciones de bancarrota de sus negocios y su resistencia a publicar su declaración de impuestos. De ahí en más, Trump se mostró irritado y a la defensiva.
Con Trump hasta el final
Para sus seguidores más acérrimos, nada ha cambiado después del debate. Jackie Gibson, una jubilada de 64 años que acudió al mitin de Trump en Melbourne, dijo a Univision Noticias que se sentía “muy orgullosa” del candidato.
“Es una persona común y corriente, no es un político”, afirmó Gibson, mientras sostenía en brazos a su perra Abigail, que llevaba puesta una camiseta de Trump diseñada para canes.
Otros partidarios esbozaron argumentos similares este martes, que parecían excusar las salidas de guion del magnate durante el enfrentamiento con su rival. Aun así, declararon a Trump como el ganador indiscutido del tenso cara a cara con Clinton.
“Él no es políticamente correcto a la hora de hablar, quizá no se exprese de la mejor manera, pero dice la verdad y vela por nuestros intereses”, aseguró Chuck Roan, de 68 años.
La pregunta es si el desempeño de Trump –y el de Hillary- en el encuentro del lunes ayudará a definir un panorama electoral que se presenta incierto.
Pero la respuesta no está en manos de los trumpistas más fieles que vinieron a Melbourne, sino entre los indecisos y los que no sienten entusiasmo alguno por dos de los candidatos más impopulares en la historia reciente del país.