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La satisfacción y felicidad que provocan las acciones efectuadas con un propósito noble originan en nuestros genes cambios positivos para la salud
3 Ene 2014 – 12:43 AM EST
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Por Daniel Galilea

La satisfacción y felicidad que provocan las acciones efectuadas con un propósito noble originan en nuestros genes cambios positivos para la salud, según las últimas investigaciones científicas.

-- Según Barbara L. Fredrickson, profesora de Psicología de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill (EE.UU.), el cuerpo humano reconoce a nivel molecular los distintos tipos de felicidad que experimenta la persona, respondiendo a esta sensación de maneras diferentes, pudiendo impulsar u obstaculizar la salud física.

-- La felicidad provocada por las buenas obras, con un profundo sentido de propósito y significado en la vida, generan una expresión génica que promueve una menor inflamación y enfermedades  asociadas, a la vez que una mayor respuesta de anticuerpos y antiviral, según el doctor Steven W. Cole, de la Universidad de California en Los Ángeles (EE.UU.).

-- Otra investigación, en la que participaron más de 1.000 pares de gemelos adolescentes, encontró que, alrededor del 33% del grado de la satisfacción que uno tiene acerca de su propia vida es hereditario, ya que obedece a variables genéticas.

Cuidar la naturaleza y respetar a los seres vivos, ayudar a erradicar la pobreza y la desigualdad, aliviar el sufrimiento del prójimo, brindar apoyo a nuestros seres queridos, realizar labores de voluntariado o  promover en nosotros mismos y en los demás el desarrollo armónico de las capacidades humanas y el crecimiento personal. Estos son algunos ejemplos de acciones realizadas con un noble propósito y que nos producen un tipo de felicidad que la psicología define como ‘bienestar eudaimónico’.

Universidades estadounidenses y europeas han descubierto que este sentimiento, generado por las buenas obras, puede ser saludable, no solo para nosotros, sino para nuestra descendencia, porque modifica  de forma positiva nuestra dotación genética, y porque la tendencia a la felicidad es una característica en buena parte hereditaria, que se trasmite de una generación a otra.

Según un estudio encabezado por Barbara L. Fredrickson, profesora de Psicología de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, UNC, (EE.UU.), el cuerpo humano reconoce a nivel molecular los distintos tipos de felicidad que experimenta la persona, respondiendo a esta sensación de maneras diferentes, que pueden impulsar u obstaculizar la salud física.

De acuerdo al estudio ‘A functional genomic perspective on human well-being’, la sensación de bienestar derivada de "un propósito noble" y un "sentido de conexión" con el mundo y la gente,  puede tener efectos  beneficiosos para las células, al provocar cambios positivos para la salud en la denominada "expresión génica".

Esta "expresión génica" es el proceso mediante del cual nuestro organismo transforma la información codificada en su código genético o ADN, dando lugar a las proteínas necesarias para el desarrollo y funcionamiento de nuestro organismo.

En cambio  la "simple autosatisfacción", pese a proporcionar una percepción de felicidad al individuo, puede tener efectos negativos, al originar cambios en esta "expresión génica" perjudiciales para la salud, según esta investigación en la que también ha participado un equipo de la Universidad de California en Los Ángeles, UCLA,  dirigido por Steven W. Cole, profesor de Medicina, Psiquiatría y Ciencias del comportamiento.

Buenas obras, mejores defensas orgánicas

Los profesionales estadounidenses examinaron la influencia biológica del bienestar hedónico y del bienestar eudaimónico en el genoma humano, sobre todo en la expresión de los genes de las células inmunológicas de las personas.

"Los filósofos han distinguido siempre dos formas básicas de bienestar: la “hedonista”, relacionada con las experiencias placenteras,  y la “eudaimónica”, una forma de felicidad más profunda originada por un propósito noble y que va más allá de la simple autogratificación", señalan Fredrickson y su equipo de la UNC.

Un ejemplo de bienestar hedónico es disfrutar de una buena comida y un ejemplo del eudaimónico es sentirse conectado con una comunidad gracias al servicio que prestamos a ese grupo humano. Ambas actividades nos producen una sensación de felicidad, pero según los expertos de la UNC y la UCLA, cada una de ellas es experimentada de manera muy diferente por las células de nuestro organismo.

Esta investigación revela que el bienestar eudaimónico se asocia con una reducción significativa en la "expresión génica" relacionada con el estrés o perfil CTRA, la cual -según los autores- "promueve a nivel celular la inflamación y numerosas enfermedades humanas, como la artritis o las dolencias coronarias, y también una bajada en las respuestas antivirales del sistema inmunológico".

Es decir, que la felicidad provocada por las buenas obras, "con un profundo sentido de propósito y significado en la vida, como las de la Madre Teresa de Calcuta, generan una expresión génica que promueve una menor inflamación y menos enfermedades, a la vez que dota de mayor respuesta de anticuerpos y antivirales", explica el doctor Steven Cole, de la UCLA.

En cambio, según el trabajo de la UNC y la UCLA, el bienestar "hedónico" se asocia con un aumento significativo en la expresión génica relacionada con el estrés, la cual promueve a nivel celular una mayor propensión a las dolencias relacionadas con la inflamación y una bajada de las defensas orgánicas. "Es decir que la felicidad puramente hedonista deja una huella en nuestro genoma que nos prepara para la enfermedad", según apuntan los científicos.

Del placer personal al beneficio global

El llamado "bienestar hedónico" o hedonista, depende de la presencia de un estímulo que genere sensaciones placenteras, se centra en la autosatisfacción y en el disfrute y se expresa en la pregunta ¿qué puedo tomar del mundo para ser feliz?.

El "bienestar eudaimónico",  surge del desarrollo de las cualidades interiores, se centra en la mejora de las capacidades humanas y el crecimiento personal y se refleja en preguntarse ¿qué puedo ofrecer al mundo para ayudar al bienestar global?.

"Podemos sentirnos felices a través de placeres simples, pero no nos ayudarán a ampliar nuestra conciencia o a desarrollar nuestra capacidad de tal manera que lleguen a beneficiarnos físicamente ya que, a nivel celular, nuestros cuerpos parecen responder mejor a un tipo diferente de bienestar, basado en el sentido de conexión y en el propósito", explica la doctora Fredrickson.

"Lo que este estudio nos dice es que hacer el bien y sentirse bien tiene efectos muy diferentes en el genoma humano, a pesar de que generan los mismos niveles de emociones positivas ya que, al parecer, el genoma humano es mucho más sensible a las diferentes formas de alcanzar la felicidad que la mente consciente", señala el doctor Cole.

De otra reciente investigación se desprende que los efectos beneficiosos de la felicidad eudaimónica en el genoma y la salud, puede trasmitirse a las siguientes generaciones, ya que un elevado porcentaje de la tendencia a ser feliz de una persona es hereditaria.

Una investigación efectuada por científicos del University College de Londres (Reino Unido),  de la Universidad de Zurich (Suiza) y de la Harvard Medical School, de la Universidad de California en San Diego, ambas en Estados Unidos, examinó a más de 1.000 pares de gemelos, participantes en un gran estudio sobre la salud de los adolescentes estadounidenses.

La conclusiones de este estudio, titulado " Genes, Economics, and Happiness" y recogido por ‘The Economist’ indican que, "aproximadamente un tercio de la variación en el grado de la felicidad de las personas es hereditario, más concretamente: alrededor del 33 por ciento”.

Uno de los investigadores, Jan-Emmanuel De Neve, del University College y del Centre for Economic Performance, de Londres, se centró en un gen específico que codifica una proteína que transporta la serotonina, hormona relacionada con la regulación del estado de ánimo. De este gen hay dos versiones: una larga, que produce más moléculas transportadoras de serotonina, y otra corta, que genera menos moléculas.

Este investigador británico comprobó que, aquellos adolescentes participantes que tenían la versión larga de este gen, el 5-HTTLPR, fueron significativamente más propensos a describirse como “muy satisfechos”, en comparación con aquellos que portaban la versión corta del llamado "gen transportador de la serotonina".

1.- Nuestros genes podrían recibir positivamente, a nivel de salud, las obras que realizamos de forma noble. EFE/ARNE DEDERT

2.- El piloto alemán de Fórmula Uno Michael Schumacher (d) guía a Charles un fan suyo invidente en entrenamiento para el Gran Premio de Bélgica en 2005. Las buenas acciones parece que afectan beneficiosamente a nuestros genes, según un estudio científico.. EFE/Roland Weihrauch

3.- Bajo una intensa lluvia, un soldado filipino ayuda a una persona a cruzar una calle inundada en la ciudad de Pasay, al sur de Manila, Filipinas. Las acciones altruistas y desinteresadas pueden benficiar a nuestros propios genes.EFE/Francis R. Malasig

4.- Una mujer india se detiene junto a un tren decorado con motivo del centenario del nacimiento de la madre Teresa de Calcuta en la estación de trenes de Bhopal, en India, el 16 de noviembre de 2010. que la felicidad provocada por las buenas obras, con un profundo sentido de propósito y significado en la vida, como las de la Madre Teresa de Calcuta, generan una expresión génica que promueve una menor inflamación y enfermedades  asociadas a la vez que mayor respuesta de anticuerpos y antiviral, explica el doctor Steven Cole, de la UCLA. EFE/Sanjeev Gupta

5.- Si hacemos el bien con nuestras acciones, nuestros futuros nietos tendrán mejores genes, según los científicos.EFE/Ricardo Ferro

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