Coronavirus: luchan por salvar histórica tienda de artesanías, un símbolo de la hispanidad en San Francisco

Enclavada en el corazón del barrio hispano de San Francisco, la tienda Mixcoatl, ahora amenazada por el coronavirus, es un punto de encuentro no solo para clientes, sino para una comunidad que por más de una década ha encontrado en ella una ventana a sus raíces hispanas.

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Carlos Cabrera-Lomelí
Video Tienda de artesanías lucha por mantenerse abierta en medio de la pandemia

SAN FRANCISCO, California. - Connie Rivera camina apresurada por las calles del distrito de la Misión. Pasó la mañana ayudando a distribuir alimentos en un banco de comida a cientos de familias afectadas por la pandemia de coronavirus en el corazón latino de San Francisco, para luego abrir las puertas de su negocio familiar: Mixcoatl.

A lo largo de 16 años, Connie y su esposo Ricardo Peña, oriundos de la ciudad mexicana de Toluca, han mantenido esta tienda de artesanías llena de mercancía de su país natal y de otros lugares de latinoamerica.

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Al entrar por las puertas de Mixcoatl, uno es transportado a un mundo habitado por alebrijes de todos los colores y tamaños, aretes y pulseras de perlas y abalorios, y llamativas figuras decoradas por completo con arte huichol. Mixcoatl es un encuentro entre la belleza y la tradición, entre la leyenda y el diseño.

Muchos de los artículos que se venden en el negocio están hechos a mano por la familia de Connie. Pero para ella, la artesanía más preciosa es la propia tienda. “Yo he pasado más tiempo aquí que en mi casa. Para mí, Mixcoatl es único. Aquí es donde se criaron mis hijos”, cuenta.

“Por eso comenzamos Mixcoatl. No sólo para promover el arte de todas las Américas pero además para asegurar que mis hijos vieran y valoraran la cultura de donde yo me crié, lo que yo soy. ¡Y ha sido hermoso!", explica.

Con la pandemia de coronavirus azotando de manera desproporcionada el barrio de la Misión, las ordenanzas de salud pública prohíben la entrada de clientes a la tienda. Ante esa restricción, ella muestra sobre una mesa afuera del local algunos de sus productos, entre ellos unos cubrebocas bordados a mano y varios manojos de palo santo. Se puede oler el humo de salvia blanca pasar por el aire.

“Los primeros meses de la pandemia eran cuando no podíamos operar para nada nuestro negocio, esos eran horribles. Me sentía muy deprimida. Yo no sabía cómo sacar a mi familia por delante”, señala la pequeña empresaria.

Luego de agotar lo poco que tenían ahorrado, Connie y Ricardo tuvieron que confrontar una realidad que nunca se hubieran imaginado. “Llegó el momento cuando nos preguntamos '¿cómo es posible que hemos llevado a nuestra familia hasta este extremo?, ¿cómo llegamos al punto donde no tenemos nada para comer?'”, cuenta.

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La familia Peña tuvo que esperar hasta el 17 de mayo para que la ciudad de San Francisco le permitiera a negocios operar desde la banqueta, un formato conocido en inglés como ‘curbside pickup’, y Connie vio una oportunidad para poder salvar a su familia y a su negocio. “Al saber de esta oportunidad, yo me armé de valor y comenzamos”, afirma.

“Comenzaron a venir clientes, que solo querían venir a verme. Ver a mis clientes era una gran alegría pero me partía el corazón oír tanto dolor, tanta angustia. Este lugar representa felicidad, alegría, tristezas, y de llantos. Para mí es una forma de terapia ver a mis clientes y escucharlos, es un desahogo”, relata.

A pesar que Connie y Ricardo pueden atender de nuevo a sus clientes, lo que han ganado no ha sido suficiente para revertir los daños financieros que han sufrido. La pérdida más dolorosa fue la de su otra tienda de artesanías llamada "Colibrí Corazón de la Misión", fundada en 2017 y ubicada a escasas cuadras de Mixcoatl.

“Queríamos salvar a Colibrí pero no se pudo porque se deben muchos préstamos, muchas deudas y hay que pagarle a nuestros artesanos”, cuenta Connie. Con la ayuda de amistades, la familia inició el mes pasado una campaña para recaudar fondos a través de GoFundMe y mantener Mixcoatl a flote.

A través de su red de conexiones en toda la Misión, Connie y Ricardo corrieron la voz sobre la campaña y en unas pocas semanas lograron recaudar más de 25 mil dólares. Sin embargo, esto no fue suficiente para salvar a sus dos tiendas, por lo que decidieron cerrar Colibrí y salvar Mixcoatl.

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Luego de desocupar el local donde se ubicaba Colibrí, Connie tuvo que almacenar toda la mercancía de su vieja tienda dentro de Mixcoatl, uniendo a dos mundos. Un recorte de cartón de Frida Kahlo ahora reposa contra la pared, entre máscaras de lucha libre y plumas de quetzal.

“No estoy acostumbrada a pedir ayuda y tampoco me gusta hacerlo pero pues ya no tenía otra opción. No teníamos otra salida”, señala.

La campaña ya cumplió su meta inicial, pero como Connie revela, esto aún no es suficiente para aliviar los daños que ha sufrido su negocio. “Ahora vamos por $50,000 porque eso cubriría el total de lo que debemos, incluyendo deudas y préstamos. Pero eso todavía no cubre los gastos necesarios de vida como comida o renta. Todo se va para el negocio”, explica.

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Para no tener que gastar en comida, Connie y Ricardo reciben alimentos del centro ‘Mission Food Hub.’ Pero no solo reciben, también llegan a ayudar cada día que abre ese banco de comida y lo hacen desde las 8:00 am hasta que cierra un poco antes de las 2:00 pm.

“Cuando me enteré que necesitaban voluntarios no dude de ir. Yo no tengo dinero que dar, pero aún así, ir tres días a la semana me llena de amor y de felicidad por poder ayudar a gente que tiene la misma lucha que yo. Su lucha es mi lucha”, dice Connie.

Algunos días, Ricardo llena su camioneta con cajas de comida y conduce por la calle 24 para buscar a vecinos que no pueden salir a la calle para conseguir alimentos por encontrarse entre la población de mayor riesgo de contraer el coronavirus. Connie ya conoce bien los retos que enfrentan cada uno de sus conocidos.

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“Yo soy inmigrante, yo entiendo esos esfuerzos y obstáculos. El tener y no tener. El que hoy tienes y mañana no. El vivir de día a día. Eso me motiva a seguir adelante, a seguir ayudando de cualquier manera en que podamos”, expresa.

Antes de abrir Mixcoatl en 2004, Connie y Ricardo ya habían vendido artesanías en los parques y festivales de San Francisco por cuatro años, ahorrando para un día poder tener su propia tienda.

Mientras que Connie exhibe todo lo que guarda Mixcoatl, a cada rato alguien pasa a pie o en carro y grita su nombre, saludándola. Ella les regresa una sonrisa. “Estas conexiones que tenemos dentro de Mixcoatl, todo esto vale más que el oro. Hablar con la gente es lo que extrañaba más durante la cuarentena”, señala.

“Yo quiero seguir promoviendo estas artes”, explica Connie mientras toma uno de los cubrebocas con el diseño otomí de un faisán bordado que vende en la tienda.

“Para mí es un orgullo explicarle a las nuevas generaciones que han nacido aquí y saben poco de sus países, enseñarles un poco de sus tradiciones. Al mantener la cultura, mantenemos la vida”, dice.

Sigue nuestra cobertura sobre la pandemia y encuentra los recursos que ofrecen las autoridades y las organizaciones no lucrativas para sobrevivir a la crisis del coronavirus:

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