No, no es amor, lo que tú sientes se llama obsesión. Así dice el coro de ‘Obsesión’ de Aventura, la canción que nadie puede evitar bailar cuando estamos en un antro. Pero lo cierto es que una obsesión, sobre todo amorosa, no debe ser tomada a la ligera. ¿Cómo reconocer cuando estamos frente a ella?
¿Amor u obsesión?
¿Cómo sabemos que lo que estamos sintiendo por alguien no es del todo sano? Aquí te lo explicamos.
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Quizás a más de alguna les gustaba alguna banda pop durante su adolescencia . No culpo a las niñas fanáticas de Jonas Brothers o One Direction de casi desmayarse cuando los ven, porque es parte de la edad ser una fan un poco obsesiva. Pero es sólo eso: un fanatismo. Llenar las paredes con las fotos de los chicos es normal, ¿no? Hoy en día podríamos reconocer el enamoramiento como una etapa natural cuando se está en pareja, pero cuando hay una obsesión por detrás puede ser perjudicial.
“Definimos la obsesión como una preocupación o pensamiento que no se puede apartar de la mente. El estado en que nos encontramos cuando volvemos recurrentemente sobre la misma idea, sobre los mismos actos. Cuando un pensamiento nos ocupa la mente de tal manera que esta no se puede apartarse de él”, expone María Asín, psicóloga clínica y psicoterapeuta en Zaragoza, en España. “Entraña por ello un sufrimiento que desgasta porque, al mismo tiempo que no permite a la mente ocuparse de otros asuntos, no consigue con este una satisfacción o fin”, agrega Asín. Aún así, la especialista hace hincapié en que cuando se trata de una obsesión amorosa tiene más que ver con la necesidad de que el otro se enamore de nosotros, de poseerlo y controlarlo; en vez de un amor maduro basado en una relación real.
Es muy común confundir enamoramiento con obsesión. En esta última idealizamos a la persona y esperamos que cumpla con nuestras expectativas. “Cuántas veces ocurre que en cuanto se ha conseguido alcanzar ese deseo que parecía imposible, lejano e idealizado, pierda su valor, se desestima y comience un nuevo deseo”, recalca Asín.
Esta forma de actuar también corresponde a la soledad y a sucesos que ocurren en la infancia, que por supuesto no siempre dependen de nosotros. “Una persona que se siente triste y está sola tiene mayor tendencia a obsesionarse con alguien, pensando que ese alguien va a llenar ese vacío. Otra de las causas de la obsesión son modelos afectivos ansiosos, en donde el niño experimentó abandono o rechazo, por lo que en la adultez el afecto o rechazo de la pareja se vuelve un foco importante por las faltas no resueltas del pasado”, añade la sicóloga quiteña de psiquevita.com, Adriana Fornasini.
¿Estoy obsesionada?
Hay tantos foros que hablan del tema que es difícil decidir a cuál creerle. Hay algunos sitios que incluso te dan las señales para saber si estás obsesionada de tu amor. En este sentido, para saber si es así, lo mejor es mirar cómo va tu relación: si el comportamiento de ambos es natural y recíproco. “El amor real consiste en buscar el bien para la otra persona, no en poseerla. En este aspecto sano se respetan las espacios del otro, sus búsquedas y su espacio personal porque sentimos bienestar de que la pareja esté contenta y se desarrolle”, dice Fornasini. “En cambio en la obsesión hay una tendencia a controlar lo que hace el otro, buscando limitar sus actividades, amistades y desarrollo, por el miedo a perder a la pareja generando un ambiente de tensión”, recalca.
Es muy frecuente que en una relación que ya terminó aparezca la obsesión por alguna de las dos partes. Se trata justamente de asumir que eso ya acabó. “Si la obsesión es con un ex, la persona estará todo el día pensando en el otro y dejará de desarrollar su propia vida sintiendo que es un suplicio estar sin él o ella”, dice la sicóloga ecuatoriana. “Cuando hay amor, existe libertad, cuando hay obsesión el apego se vincula con ansiedad y una necesidad intensa de que el otro esté todo el tiempo cerca”, añade.
Claramente, las obsesiones amorosas deben tratarse, ya que de no hacerlo no solo el acosado sufre, también el obsesivo al no poder suplir su necesidad de poseer al otro. “Aunque a veces la persona que es objeto de este tipo de amor pueda quedar fascinada inicialmente, la demanda insaciable, ese apego desmedido, el control y dominio que ejerce, lleva a producir miedo, rechazo y alejamiento en el mejor de los casos. Sentimientos que son vívidos y que hacen alejarse de esa persona”, destaca Asín.
Si te das cuenta que estás obsesionada con alguien o eres el objeto anormal de deseo de alguien, lo mejor es conseguir ayuda. En algunos casos la obsesión puede convertirse en chantaje y ponerte en peligro. “La mejor manera de tratarse es asistiendo a terapia para encontrar la verdadera causa del síntoma y así poder erradicarlo”, recomienda Fornasini. “Si se depende mucho de la pareja es porque la persona no ha desarrollado un plan personal de metas, sentidos y actividades que le hagan feliz y está poniendo en el otro toda la responsabilidad de su felicidad. Por lo tanto, tomar el control de la propia vida, sanar la relación con los padres, resolver la ansiedad y racionalizar el pensamiento obsesivo ayuda a que esto mejore”, concluye Adriana.









