Lifestyle

Mi historia de amor no fue tanta casualidad como pensaba

Imagen Thinkstock

Una noche, al final de una clase de baile, se me acercó un galán y me saludó muy gentilmente. Me preguntó mi nombre y me regaló una botellita de agua. Se la acepté por respeto y sin ningún compromiso. Sonreimos y me fui a mi casa.

PUBLICIDAD

Pasaron tres días y me lo encontré de nuevo en la portería de la unidad. Me saludó, me llamó por mi nombre y se ofreció llevarme al trabajo. Como iba restrasada, me cayó como anillo al dedo. Le pregunté si iríamos para la misma dirección y obviamente me dijo que sí. Durante el camino, nos conocimos un poquito más e intercambiamos nuestros números.

La verdad no pensaba escribirle. Pero él me llamó a media mañana y me pidió que saliera un momento de mi oficina porque me había traido algo: un batido muy rico. Me pareció súper detallista, ya tenía varios puntos ganados...

Lo bonito de esta historia es que yo no sabía que ese segundo encuentro no fue pura casualidad: estaba desde muy temprano esperando mi salida y el portero lo ayudó, viendo por las cámaras de seguridad cuando yo iba a salir de mi casa. Además, supuestamente estaba recibiendo correspondencia de él, porque antes vivía allí mismo, por eso casualmente nos habíamos encontrado. 

Esto lo supe después, mucho después, cuando se atrevió a contármelo. Cada vez que nos veíamos era más especial y de ahí en adelante nos veíamos cada día por medio. Cada vez lo disfrutábamos más. Nos enamoramos loca y apasionadamente, y nos deseamos cada vez más. ¡Todo lo que pudo hacer una botellita de agua!

Esta es la historia que Andrea López, de Colombia, nos compartió en iMujer. ¡Tú también puedes enviarnos la tuya! Porque toda mujer tiene alguna experiencia para contar y compartir con otras mujeres, este es tu lugar para expresarte: comparte tus experiencias con nosotras en iMujer.