El amor es, quizás, ese gran conflicto de nuestras vidas, una experiencia que compartimos como seres humanos. Si bien los escritores han invertido ríos y ríos de tinta en hablar sobre el tema, puede que ningún texto haya alcanzado la sensibilidad y sutileza de Julio Cortázar en su novela más famosa, Rayuela (1963).
Las palabras más hermosas escritas sobre el amor son de Cortázar y querrás compartirlas con tu pareja

Puede que recuerdes su célebre frase «andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos», una sentencia que define su amor por la Maga al inicio de Rayuela. De este enigmático personaje sabemos que se llama Lucía, que es uruguaya y viajó de Montevideo a París con su pequeño hijo, Rocamadour. Nunca logramos atisbar quién es ella, sino cómo Oliveira la ve.
En este sentido, el capítulo 7 contiene sin dudas algunas de las palabras más hermosas que se han escrito sobre el amor. Este fragmento desdibuja los límites entre la narrativa y la prosa poética, al mismo tiempo que se desliza entre el romance, el erotismo, lo fantástico y esa búsqueda metafísica hacia la esencia del ser tan propia de Cortázar.
En este video puedes oír el texto en la propia voz de Julio, con esas inconfundibles erres, que muchos atribuyen a un acento francés, aunque otros pregonan que se trataba de un problema en el frenillo de la lengua.
Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.
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