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7 comportamientos de los que todos los amantes de los gatos somos culpables

Imagen shutterstock

No me da vergüenza que el mundo entero sepa que no solo amo a los gatos; es más: creo que todos deberíamos tener uno en nuestras vidas. Son la mascota perfecta: limpios, independientes y hermosos. El mundo es un poco más lindo con uno en la falda y un ronroneo es capaz de alegrarme hasta el día más triste, así que, ¿cómo no amarlos?

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Si te sientes identificado con esto, también eres un verdadero amante de los gatos. Seguramente tengas pijamas con estampados de felinos y cuando tus amigos viajan siempre te traen souvenirs relacionados a ellos. Todo el mundo sabe que tienes debilidad por los animales y que sigues a todos los gatos famosos de Instagram, pero nadie tiene idea de lo que pasa cuando estás a solas con tu mascota.

Cuando no hay nadie más, puedes hacer todo lo que te da vergüenza hacer cuando hay compañía...

1. Les cantamos

Es de noche y tu gato sigue corriendo por la habitación, ¿qué puedes hacer? Puedes agarrarlo e intentar que se quede quieto, pero sabes que eso solo va a terminar enfureciéndolo y tus brazos van a quedar hechos trizas. Así que juntas toda la paciencia que puedes y empiezas a acariciarlo y cantarle canciones de cuna como si fuera un bebé. 

Me declaro culpable de haber hecho eso tantas veces que mi gato ya sabe la letra de  Soft kitty de memoria (y estoy segura de que los de ustedes también).

2. Sacrificamos el sueño por ellos

Se ven tan lindos durmiendo que te da pena moverlos o despertarlos, así que te haces una bolita en un rincón de la cama y esperas a que el cansancio te gane y finalmente te duermas. Todo sea para que tu gato pueda descansar tranquilo (sabemos que pasa todo el día ocupado haciendo absolutamente nada).

3. Quieres que tu gato sea famoso 

Para los padres todos los hijos son hermosos y eso no se limita a los humanos. Creemos que nuestros pequeños peludos son tan especiales y perfectos que deberían ser famosos como  Grumpy Cat y todo el séquito de felinos influencers que hay en las redes sociales. 

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Por eso, tus mascotas tienen cuentas de Instagram, Facebook y hasta Linkedin, todo con tal de que el mundo entero conozca la belleza de tus hijos de cuatro patas.

4. Tu casa ya no es tuya

Ya aceptaste que tus sofás nunca van a estar en perfecto estado. Los rincones de tu casa que querías llenar de plantas y decoraciones ahora están ocupados por los juguetes de tu gato. Tu casa le pertenece y tú tienes el privilegio de pagar la renta para que tu gato viva lo mejor posible. 

5. Hablamos con ellos

Sabemos que los gatos entienden algunas cosas que les decimos, pero, a diferencia de los perros, a ellos no les interesa hacernos caso. De todas formas, cuando vemos a nuestros gatos en un lugar que no deberían estar los rezongamos o peor: intentamos razonar con ellos.

6. Y nos contestan

Un perro te puede hacer caso cuando le dices que se baje del sofá, pero nunca te va a responder. Tu gato sí. Cuando ya has vivido tiempo suficiente con un gato puedes terminar entendiendo para qué situación corresponde un maullido y, no, no estamos locos

7. Aceptamos vivir con rasguños

Son tan lindos como impredecibles y ya aceptaste que tus brazos nunca van a estar libres de rasguños. Puedes estar rascándole la panza un minuto y al siguiente, ¡zaz! Te clava las uñas hasta sacarte sangre.

Su amor es así, un poco bruto, pero siempre los perdonamos.

Y si los demás se enteran de estas cosas probablemente te vean así

Los vestimos, los alzamos como si fueran  Simba en « El rey león» y les hacemos todas esas cosas que, para los de afuera, pueden parecer de locos. Y quizás sientas que tu destino es como el de la loca de los gatos, pero cuando regresas a tu casa y tu mascota te está esperanto para acurrucarse a tu lado se te pasa.