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Mindful Parenting: presencia y conciencia para tus hijos

El mejor regalo que podemos hacerle a nuestros hijos es darle nuestra presencia plena o 'mindfulness'.

Paciencia y presencia con los hijos
Paciencia y presencia con los hijos
Imagen Dreamstime


Piensa en la rutina que llevas con tus hijos. “Levántate. Desayuna. Lávate los dientes. Vámonos. ¡Tranquilo! Ponte el cinturón de seguridad. Pórtate bien. Pon atención. Da las gracias. Come tus vegetales. Lávate los dientes. Haz la tarea. ¡No llores! Báñate. Termina tu cena. Lávate los dientes. Duérmete ya.”.

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Todo lo anterior mientras repasamos mentalmente urgencias, preocupaciones, pendientes o bien planes para el futuro -o recuerdos del pasado- que no nos dan oportunidad a ser conscientes del momento presente.

Tendemos a abandonarnos a lo largo del día, día tras día, a la actividad, las distracciones, las presiones y las demandas de la vida cotidiana y es fácil caer en una especie de piloto automático. Suena espantoso pero es cierto: estamos tan inmersos en nuestros pensamientos que dejamos de poner atención a nuestros niños. Dejamos de verlos, de escucharlos, de sentirlos, de ser empáticos con ellos.

“Cuando tienes hijos, te das cuenta de lo fácil que es no verlos claramente, y quizás hasta perderte muchos detalles de sus primeros años. Si no eres cuidadoso, puedes estar absorto en el trabajo, y ellos igual serán felices pero no te lo dirán sino hasta después. Ser padre o madre es una de las mejores prácticas de mindfulness”. dice Jon Kabat Zyn, coautor con su esposa Myla del libro Everyday Blessings: The Inner Work of Mindful Parenting.

Nos preocupamos por su bienestar físico y por hacerles el entorno agradable y disfrutable. Aunque esos son aspectos importantes de su cuidado, cuando pasa algo que rompe ese esquema mental perfecto que pretendemos seguir en nuestra rutina diaria o en nuestro plan de vida, explotamos. Por lo anterior el mejor regalo que les podemos dar es el de nuestra presencia plena o mindfulness.

Cuando se habla de Mindful Parenting o Crianza con presencia y conciencia plena el objetivo es enfocarnos en manejar emociones fuertes y la reactividad por estrés, mejorar la comunicación y la relación que tenemos con nuestros hijos. Se trata de honrar la soberanía de nuestros niños y de reconocer y constantemente remoldear nuestros hábitos mentales, así como cultivar la compasión, la bondad y el autocuidado.

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Así, para lograr la presencia y conciencia plena durante la crianza, primero debemos hacer un trabajo personal interno en el que se cultiven también la autocompasión, el amor, la auto aceptación y la conciencia de uno mismo.

Lo anterior es un ejercicio para toda la vida. Para ello, existen prácticas que ayudan como la meditación con seguimiento consciente de la respiración, la aceptación de las condiciones del presente y el Shoshin (mantener mente de principiante en todas las circunstancias, a pesar de lo que creamos ya saber).

Aunque mantener la vida simple, sin complicarnos demasiado en escuelas extra exigentes, actividades extracurriculares excesivas y una vida social intensa, es particularmente importante quitarse la idea de que existe una crianza perfecta. Se trata de estar conscientes de nuestras percepciones, pensamientos y creencias. Necesitamos hacernos responsables de lo que tenemos que trabajar en nosotros mismos, más que estar cargando a nuestros hijos con ideas de lo que debe ser.

“Tenemos arraigada la creencia de que todos los problemas tienen una solución. Nos engañamos creyendo que podemos pensar en formas de salir de un problema o encontrar a alguien que nos dé el consejo indicado. Nos convertimos en mendigos por nuestros problemas, pidiendo a muchas personas su opinión. Muy a menudo, nos rehusamos a relajarnos hasta que nuestro problema está resuelto, solo para encontrar que nuestra falta de capacidad para relajarnos es el problema”, dice Sarah Napthali en su libro Buddhism for Mothers of Young Children: Becoming a Mindful Parent.

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Algunas claves del Mindful Parenting son:

  • Respira, observa, escucha y siente

Tomar pausas para respirar y ser más conscientes de nuestros sentidos en general ayuda a estar más presente y a disfrutar y entender a los niños.

  • Ver a los niños como son, no como quisiéramos que fueran

La idea de lo que “deberían ser” según nuestra historia familiar o entorno social afecta tremendamente tu relación con ellos.

  • Ser empáticos con ellos

Lo que a un adulto le parece una tontería puede representar algo muy importante para un niño. Detente y comparte su sentimiento.

  • Los niños como maestros del Zen

Un maestro del Zen buscará llevarte a tu límite. Los niños hacen lo mismo: cuando más llaman la atención, es porque más la necesitan.

  • Responder, no reaccionar

Buscar una solución creativa a los conflictos en lugar de tratar de resolverlos de inmediato suele funcionar mejor, aunque lleve más tiempo.


Los hijos de padres que practican lo anterior:

  • Se llevan mejor con sus hermanos
  • Son menos agresivos
  • Mejoran sus habilidades sociales
  • Manejan mejor sus emociones
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  • Desarrollan la empatía

No se trata de ser un padre excepcional, solo de ser padres que se reconocen como seres humanos que tienen más de una opción. Lo importante es disfrutar este camino que es para toda la vida.