¿A qué se dedica una dominatrix financiera?

En el siglo XXI, la evolución de algunos seres humanos pasa por extremos que nunca antes habríamos imaginado, desengranando tácticas y ejercicios que, a pesar de poder parecernos una abominación en un primer momento, obedecen a una lógic que quizás no todo el mundo se atreva a reconocer.

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Este es el caso de la dominatrix financiera, un nuevo "empleo" surgido del BDSM (Bondage, Disciplina, Sadomasoquismo) en el que el objetivo, por extraño que parezca, no requiere de carne, sino de dinero. 

Cuando el poder necesita una válvula de escape

Imagen Thinkstock

En el mundo o el arte siempre han existido mujeres que han utilizado su encanto para vaciar las carteras de hombres poderosos: desde las famosas geishas japonesas hasta personajes como la Holly Golightly de Breakfast at Tifffany's.

Féminas que no tenían por qué recurrir al sexo como vehículo fácil para ganar cierto poder sobre los hombres y que, como muchos otros arquetipos, ha evolucionado hasta explotar en los últimos años en lo que ya muchos conocen como "dominatrix financiera", un   estilo de vida ejercido por muchas  mujeres que aprovechan sus armas para recibir dinero, caprichos y patrimonios por parte de hombres con poder.

Pero, ¿cómo? Y lo más importante: ¿Por qué?

Todo comienza con un hombre millonario, un tipo cuya presión en los negocios y excesiva fortuna sostienen en una posición tensa y, especialmente, aburrida. Hay algún lugar en los manglares de la psique en el que el exceso de poder conlleva la necesidad de vaciar esa fortuna bien como una forma de motivarse y amasar más dinero, o como una experiencia electrizante que relaje al cliente mediante la dominación de su cuenta corriente por parte de una mujer. Sí, a veces la gente necesita creer que puede perder el control para disfrutar.

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Es en esta situación en la que entran las dominadoras financieras, mujeres que comienzan iniciándose, a veces incluso sin necesidad de despegarse del ordenador y centradas en la búsqueda de prototipos concretos: desde aquellos hombres que buscan dominación con las strippers de los bares, hasta los que articipan en proyectos de crowdfunding concretos, por ejemplo. A partir de ahí, el objetivo es diferenciarse del resto de mujeres y ofrecer un trato personalizado al cliente, es decir, ceñirse a sus fetichismos, sus necesidades y, ante todo, hacerse con el total control de su dinero.

Muchas mujeres aseguran vivir del dinero de hombre poderosos que les pagan viajes a Cuba o Bali, que les compran zapatos cuando ésta se la ordena o que pueden incluso llegar a gastarse un sueldo entero manejado por una dominatrix con la que nunca (o al menos según las reglas), la relación no trasciende más allá. A diferencia de lo que muchos puedan pensar, el sexo no es moneda de cambio en esto de la dominación financiera. Aquí la forma de liberar tensiones  tiene más que ver con la psicología, con la abundancia de un dinero que lejos de agradar al hombre se convierte en motivo de aburrimiento cuando no hay retos ni descontrol de por medio. 

La exigencia por parte de una financial dominatrix que ansía regalos, viajes y dinero se convierte en música para los oídos de un cliente que necesita ser doblegado, castigado en caso de negación y estimulado mediante técnicas para las que, posiblemente, no todo el mundo está preparado.

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Una dominatrix financiera surge del submundo del bondaje, la disciplina y el sadomasoquismo como una especie de geisha contemporánea que sustituye su presencia por exigencias y los salarios mensuales por caprichos instantáneos. Una ocupación con la que muchas mujeres del planeta fantasean en silencio sin atreverse a convertir en realidad una fantasía que explora los más bajos instintos del feminismo moderno... y de los hombres poderosos. 

¿Qué opinas de este estilo de vida?