Célebre por su eficacia para aliviar el dolor al inhibir la acción de las prostaglandinas y sus efectos en las terminales nerviosas asociadas al dolor, la aspirina o ácido acetilsalicílico es el analgésico más conocido y utilizado en todo el mundo, como seguramente saben.
¿Pero conocen la historia de la aspirina? ¿Saben quién inventó la aspirina?¿O que Hipócrates, el padre de la medicina moderna, ya conocía sus virtudes medicinales? Bien, hay mucho por aprender sobre la aspirina, así que acompáñenme.
Conocida desde la antigüedad
No fue hasta las primeras décadas del siglo XIX que los científicos descubrieron que un compuesto llamado salicina, que estaba presente en los sauces y era eficaz para aliviar los dolores desde épocas antiguas. Basta revisar los registros históricos dejados por Hipócrates para saber que, 4 siglos antes de nuestra era, ya se usaba polvo de la corteza y las hojas del árbol de sauce para ayudar a calmar dolores y bajar la fiebre.

Entonces, volviendo al siglo XIX, no pasó mucho tiempo más para que los hombres de ciencia consiguieran separar el ingrediente activo presente en la corteza de dicho árbol. Así, en 1828, un profesor de farmacia de la Universidad de Munich aisló una pequeña cantidad de cristales de color amarillo y sabor amargo a los que bautizó con el nombre de salicina. Dos científicos italianos lo habían conseguido dos años antes, pero en estado puro. En 1929, el francés Henri Leroux obtuvo, mediante un nuevo procedimiento de extracción, 30 gramos de salicina de un kilo y medio de corteza.
Un largo camino hasta las tabletas
En el año 1838, el químico italiano Rafael Piria, que trabajaba en ese entonces en la Universidad de la Sorbona, en París, Francia, fue quien dividió la salicina en un azúcar y en un componente aromático llamado salicilaldehído; para obtener luego del segundo, mediante hidrólisis y oxidación, un ácido de agujas cristalizadas incoloras al que bautizó con el nombre de “ácido salicílico”. El problema se presentó al notar que el nuevo ácido obtenido era muy fuerte para que el estómago lo soportara.
Las investigaciones continuaron y en 1853 el químico francés Charles Gerhardt consigue neutralizarlo agregándole sodio (con el cual se forma salicilato de sodio) y cloruro de acetilo, dando origen así al ácido acetilsalicílico.
A pesar de la importancia de su hallazgo, Gerhardt no sintió deseos de comercializarlo y abandonó su gran descubrimiento. Entonces, la posta la tomó alguien más: corría el último año del siglo XIX, cuando el químico alemán Felix Hoffmann, que trabajaba en la empresa Bayer, redescubrió la fórmula y los convenció de fabricarla. De esta manera, se patentó la fórmula de la aspirina en febrero del año 1900, que primero se vendió en polvo y finalmente en tabletas hacia 1915.
¿Conocían los orígenes de la aspirina? ¿Qué les pareció su historia? ¿Quieren conocer algunas interesantes curiosidades sobre el consumo de aspirina?