La franquicia de Spider-Man le ha dado grandes éxitos a Sony Pictures, e incluso algunas películas memorables (Spider-Man 2 de Sam Raimi), pero también grandes dolores de cabeza, que los responsables en el estudio tal vez ni imaginaban cuando a fines de la década del 90 se hicieron con los derechos de adaptación del superhéroe más popular de Marvel.

A fines de 2008, la agencia AP realizó una encuesta a reporteros, editores y responsables de prensa de periódicos y cadenas de TV para saber cuál había sido la noticia más relevante e impactante de ese año.

El cine de terror independiente se ha convertido en los últimos años cada vez más en uno de los terrenos más fértiles y promisorios para nuevos directores, un lugar ideal para la exposición y despliegue de nuevos talentos y la realización de películas arriesgadas, diferentes y originales que contrarresten la oferta de remakes, secuelas y universos cinematográficos de los blockbusters hollywoodenses.

John Wick inyectó nueva vida al cine de acción hollywoodense, combinando hábilmente influencias que van desde las películas de John Woo y el cine hongkonés en general, el spaghetti western, el animé y las artes marciales, plasmadas con talento y frescura por parte de la dupla de directores Chad Stahelski y David Leitch, quienes antes habían trabajado como dobles de riesgo y coordinadores de escenas de acción en clásicos del género.

Mighty Morphin Power Rangers llegó a la televisión en 1993, trayendo consigo esa inconfundible estética bizarra que combina imágenes de series japonesas con audios e imágenes agregadas, y a sus coloridos héroes adolescentes, ahora íconos de aquellos gloriosos 90.

El elenco y el director de Rápidos y Furiosos 8 parecen notablemente entusiasmados y ansiosos ante la nueva película, tal vez por el impulso que le dio a la saga Furious 7, la más popular y aclamada de la saga.