Herederas de las clásicas ficciones detectivescas y el grandioso cine noir, las películas policiales o criminales tuvieron su auge en los 70 y 80, de la mano del llamado Nuevo Hollywood y la llegada de jóvenes directores como Martin Scorsese, Brian De Palma y Francis Ford Coppola, y otros veteranos que se acoplaron, tales como Sidney Lumet, Robert Altman o Hal Ashby.

Netflix se ha convertido en la marca más importante y reconocible de la producción de series en la actualidad, con un vasto catálogo de títulos propios que muchas veces reciben más atención de la merecida simplemente por ser «una serie original de Netflix» (como antes sucedía con HBO, algo así como una suerte de sello de calidad que daba prestigio o al menos notoriedad a cualquier serie), y dominando en general toda la conversación en lo que respecta a series de TV.

Lejos quedaron ya aquellos años en que Martin Scorsese y Robert De Niro eran dos talentos ascendentes y brillantes en el ápice de sus carreras cuyas colaboraciones resultaban en aclamadas películas y en grandes clásicos como Mean Streets, Taxi Driver, Toro salvaje, Goodfellas y Casino, muchas de ellas consideradas entre las mejores películas de todos los tiempos.

El cine es muy diverso. Existen diferentes perspectivas de ver hechos históricos o relaciones personales, y lo bueno es que hay para cada gusto.

No son dos cosas que uno asocie a priori, películas de Scorsese y autoridades religiosas del Vaticano.

Ambientada en los años de la Ley Seca, Live By Night narra la historia de Joe Coughlin, el hijo pródigo de un destacado capitán de policía de Boston que primero se convierte en traficante clandestino de alcohol y luego en un notorio gángster.