En 1946 un geólogo australiano, llamado Reg Sprigg, descubrió en el sur de Australia lo que un paleontólogo llamaría una mina de oro. Se trató de un sin fin de huellas y moldes de formas que nunca se habían hallado anteriormente. Los científicos denominaron a estas formas como «La fauna de Ediacara» ya que estos seres vivos dejaron su impronta en el período Ediacárico, hace aproximadamente 600 millones de años atrás...

Mientras trabajaban en una calle, un grupo de trabajadores de la construcción de la ciudad de Heyuan encontró 43 huevos de dinosaurio fosilizados. Tienen 18 centímetros de diámetro y 19 de ellos están completamente intactos. La ciudad es conocida por haberse encontrado allí cientos de huevos de dinosaurio desde los años 90, e incluso se la llama «Hogar de los dinosaurios en China».

Los grandes hallazgos arqueológicos suelen estar a cargo de prestigiosos investigadores de importantes universidades. Ciertamente, este no es el caso. Un niño de cuatro años de edad descubrió un fósil de dinosaurio cerca de la ciudad de Dallas, en Texas, Estados Unidos.

Durante los millones de años en que los dinosaurios dominaron la Tierra, el desarrollo de otros grupos de animales, en particular los mamíferos, se vio bastante limitado debido a la fuerte competencia que los grandes reptiles significaban. Sin embargo, unos pocos animalitos cubiertos de pelo subsistían semiocultos en guaridas esperando su momento, y una de estas criaturas acaba de ser descubierta.

Los acantilados de Dover están sobre la costa británica del Canal de la Mancha, son elevaciones de hasta 100 metros sobre el nivel del mar, con un característico y llamativo color blanco. Su ubicación resultó estratégica para Inglaterra durante los períodos de guerra, especialmente antes de que se pueda acceder a Europa por avión.

La ciencia tiene historias bastante curiosas. Al respecto, una levantó opiniones encontradas y generó una polémica que aún hoy ronda en la cabeza de científicos y soñadores. Sucedió a mediados de los '90, cuando un grupo de investigadores rusos realizaban un análisis de la caída de un meteorito en la región de Kaluga, cuando encontraron en los restos del cuerpo celeste algo que tenía una inquietante semejanza con un tornillo moderno.