Uno de cada cinco jóvenes con edades entre 13 y 18 años (20%) padece o ha padecido un desorden mental diagnosticable. Eso, según el Instituto Nacional de Salud Mental es más de los que tienen asma (8%) o diabetes (0.2%). Se trata de millones que ahora además de convivir con el miedo a ser víctimas de un tiroteo luego de tragedias como la de Parkland, enfrentan otro temor: que la gente crea que ellos podrían ser capaces de cometer un acto similar.
"No voy a ir a la escuela a matar a nadie": jóvenes con problemas de salud mental se defienden tras la masacre de Parkland
Uno de cada cinco adolescentes padece o ha padecido un desorden mental diagnosticable: más de los que sufren de asma o diabetes. Después del tiroteo, muchos se ven en la necesidad de aclarar que no son peligrosos, mientras que otros temen que se conozca su diagnóstico. “Hay tener mucho cuidado de que la respuesta a estas tragedias no desaliente a estos estudiantes a buscar ayuda”, advierte la Alianza Nacional de Salud Mental.

Se sabe que el perpetrador de la masacre que había sido diagnosticado con asperger, déficit de atención y depresión, pero el que muchos políticos, incluido el presidente, indiquen que la raíz del problema radica exclusivamente en las enfermedades mentales y el cómo son manejadas es una generalización no sólo errónea y peligrosa, sino para ellos también sumamente hiriente.
“Esto es extraño porque yo sufro una enfermedad mental, he estado sin hogar dos veces en mi vida y mi papá tuvo cáncer… aún así jamás pensaría llevar a cabo un tiroteo en una escuela”, tuiteó la joven Anmika Osterlund.
hm this is weird because i suffer from mental illness, i have been homeless twice in my life and my father had cancer .... i still wouldn’t even THINK of shooting up a school https://t.co/V5dMv1wvkc
— annika osterlund (@annikaosterlun) February 18, 2018
“Como una persona con una enfermedad mental estoy cansado de que los medios culpen a las enfermedades mentales por las matanzas en las escuelas. Sí, estoy deprimido y ansioso, pero no voy a ir a una escuela a matar a nadie”, escribió Phily Phily en su Twitter.
As I person with a mental illness, I’m tired of the media blaming mental illnesses for these schools shooting. Yeah I’m depressed and anxious, but I’m not going to fucking shoot up a school
— Philly Philly (@3rd_N_Longen) February 14, 2018
“No me digan que soy como ellos. No nos agrupen. No culpen a gente como yo”, escribió una adolescente en Twitter.
Do NOT put gun violence all on mental health. Mental health is a very real issue, but just being mentally ill does not make someone want to gun down other kids. I suffer from mental illness. Do not tell me I’m just like them. Do not group us together. Do not blame people like me.
— Mal Pal's Suffering In The Snowpocalypse (@malloriej97) February 15, 2018
Son apenas algunos de los cientos de mensajes publicados en redes sociales donde, no solo jóvenes, sino toda clase de personas que sufren de alguna condición mental aclaran que no son peligrosas, una aclaratoria que, sienten, no tendrían por qué hacer si se conocieran las estadísticas.
“Statistically, people with a mental illness are less violent than people who don’t have a mental illness ... Do not tell me that mentally ill people are violent.” A new video is up. Go check it out #NeverAgain ▶️👐🏼❤️ https://t.co/LBgQLKnJ1D
— Spreading The Love (@Spreading_L0ve) February 18, 2018
El miedo a ser etiquetado: una barrera para el tratamiento
Según el Centro Nacional de Estadísticas, menos del 5% de las 120,000 matanzas relacionadas con armas de fuego en Estados Unidos entre 2001 y 2010 fueron provocadas por individuos que habían sido diagnosticados con una enfermedad mental.
“Aquellos que aseguran que hay una gran correlación entre los asesinatos masivos y las enfermedades mentales se equivocan y su actitud contribuye a la estigmatización de los mentalmente enfermos", dice a Univision Noticias Michael Stone, psiquiatra forense del Columbia College of Physicians and Surgeons, quien ha examinado la personalidad de cientos de asesinos.
De hecho, hay evidencia de que las personas que sufren de algún problema de este tipo son más propensas a ser víctimas de la violencia, y no perpetradores.
“¿Alguien más tiene una enfermedad mental y jamás ha pensado tirotear una escuela o soy solamente yo? Parece que es la excusa habitual ahora”, se preguntó la usuaria de Twitter, Maddie Ellgass. “¿Qué clase de mensajes envía esto a una persona con una severa enfermedad mental y no ha buscado ayuda todavía? Usar un estigma tan deshumanizante en el mismo contexto que el de maldad y monstruo podría bastar para llevar a alguien al límite. No son términos intercambiables, no son sinónimos”, insistió.
La misma advertencia hizo la Alianza Nacional de Salud Mental (NAMI, por sus siglas en inglés) en un comunicado donde exhortan a “tener mucho cuidado de que la respuesta a estas tragedias por los medios y otros no desaliente a estos estudiantes a buscar ayuda”.
El acceso al tratamiento es una de las grandes barreras que existen. Menos de la mitad de los adolescentes con desórdenes psiquiátricos han recibido tratamiento, indica la web del Departamento de Salud y Servicios Humanos donde se reconoce que “el estigma social en torno a los desórdenes mentales continua existiendo”.
Cole Rucker, fundador de los Centros Paradigma, que ofrecen terapia para adolescentes con estos problemas de salud mental o abuso de sustancias, asegura que los jóvenes que sufren de adicciones son mejor aceptados entre sus pares que aquellos con enfermedades mentales. “Cuando muchos cuentan a sus amigos que han estado recluidos en un centro de tratamiento, si dicen que fue debido a una adicción es como si les dieran un estandarte de honor. Los ven como fuertes y sensacionales; mientras que si dicen que fue por su salud mental los tratan como débiles y les hacen bullying”.
Rucker aconseja que los jóvenes no dejen que el temor al rechazo les impida buscar ayuda. “ No sufran en silencio. Su primera prioridad debe ser atender su salud emocional”, destaca.



















