Hasta los empresarios que están con Trump saben que sin latinos no hay queso

Desde Green Bay y Elkhart Lake, Wisconsin
John Pagel es un partidario de Donald Trump. Sin embargo, no cree que la idea de deportar a los inmigrantes indocumentados en Estados Unidos sea conveniente para su granja lechera en Kewaunee, Wisconsin, estado que realiza sus primarias este martes.
En un cabildo abierto republicano, Pagel, dueño de la lechería Pagel's Ponderosa Dairy, le explicó preocupado al magnate que la industria láctea depende de los inmigrantes, que los empresarios lecheros necesitan una reforma migratoria para mantener sus granjas abiertas, que también necesitan traer más gente de México legalmente…
“¡Legalmente!”, lo interrumpió Trump, “Ah, dijiste la palabra”.
El multimillonario comparó ese sector con las granjas de uvas en California, en donde durante las temporada de cosechas se contratan extranjeros. Luego prometió un programa similar para las lecherías, que “funcionaría maravillosamente”, pero no se echó para atrás en lo de la deportación masiva.
“Las cosas no son así de simples”, dijo a Univision Noticias Pagel, cuya granja produce más de 54 mil galones de leche diarias y emplea 140 empleados, de los cuales al menos el 80% son inmigrantes hispanos.
Los empresarios lecheros temen que de concretarse la propuesta de Trump, no habrá mano de obra y el precio de la leche en los supermercados de Estados Unidos se duplicará, pues los inmigrantes latinos representan más del 40% de la fuerza trabajadora en esa industria, y un 90% de ellos provienen de México.
La preocupación de Pagel y otros se resume en el mensaje que daba, al otro lado de sus preferencias políticas, la activista mexicana Basilisa Hernández, durante una protesta a las afueras de un mitin político de Trump el pasado miércoles en la ciudad de Appleton.
“¡Sin inmigrantes no hay leche!”, gritaba Hernández.
“Necesitamos que se queden”
Wisconsin, es conocido como el Estado del Queso ( The Cheese State) porque los lácteos son el motor de su economía.
Con más de 10 mil granjas lecheras, 1.27 millones de vacas, y una producción de alrededor de 2.500 galones de leche anuales por vaca, el estado norteño abastece el 25% del queso en todo el país y el 13% de la leche.
“Nosotros necesitamos que los trabajadores inmigrantes que tenemos se queden, y que los que vengan, también… por lo menos de tres a cinco años”, afirmó Pagel.
Según el empresario, el entrenamiento de un ordeñador de leche, cargo que tiene más demanda laboral en el sector, puede durar meses, y al momento que las visas de trabajo temporales expiren (6 meses) el trabajador apenas habría terminado de entrenarse.
“Las lecherías no son como las granjas de cosecha de verduras o frutas”, acotó, “Nosotros no paramos, se ordeñan vacas las 24 horas del día, todos los días de la semana y se necesita una fuerza laboral muy especializada” que esté familiarizada con los animales, el proceso de ordeño, y aguante el trabajo “duro”.
Leche al doble
En cuanto a la propuesta de Trump de deportar los más de 11.4 millones de inmigrantes indocumentados en el país, Pagel fue enfático: “Sería simplemente catastrófico… quebraría no solo las lecherías, sino también la industria de servicios y muchos sectores de la agricultura nacional”.
Para Brad Barham, economista de la Universidad de Wisconsin en Madison, actualmente “más de la mitad de los latinos que trabajan en lecherías podrían ser inmigrantes indocumentados”.
“No hay duda que los inmigrantes (indocumentados) aportan sustancialmente a la economía nacional. Ellos suele ser muy buenos trabajadores y hacen los negocios mucho más productivos”, dijo el especialista a Univision Noticias.
“Cualquier política que pretenda desconocer el aporte económico de los trabajadores inmigrantes, es un disparate”, concluyó.
En esa lógica, un estudio de Federación Nacional de Productores de Leche (NMPF, por sus siglas en inglés) publicado en septiembre pasado, reflejó que la perdida completa de esta mano de obra significaría el cierre de una de cada seis granjas lecheras y un déficit nacional de 32.1 billones de dólares.
Además, el precio de la leche al por menor podría aumentar más de un 90%.
“¿Te imaginas pagar 7 u 11 dólares por una botella de leche?”, dijo Barham.
El mito de que se roban los trabajos
Oficialmente es primavera, pero los fuertes fríos invernales todavía se sienten en el norte del país, sobre todo en las madrugadas, que es cuando German Sánchez, un inmigrante mexicano, comienza su jornada laboral.
Se levanta todos los días a las 4 de la mañana para llegar a las 5 a la granja donde ordeña vacas. Las inclemencias del clima en Wisconsin, de inviernos recalcitrantes y veranos húmedos, hacen parte de la rudeza de esa labor.
También tienen que lidiar con estiércol y orine de vaca, el pastoreo, la limpieza de corrales, limpieza de ubres, cargar pesados baldes de leche, caminar en el lodo.
Así durante 12 horas diarias, seis días a la semana, sin descansar en los feriados, ni fechas especiales “porque las vacas no esperan” y si no se ordeñan constantemente se enferman.
“Es un trabajo sucio que nadie quiere hacer”, dijo Germán, quien “sin querer quitarle la nobleza” a lo que hace, reconoce que de tener una green card buscaría otras oportunidades.
Omar Guerrero, otro inmigrante mexicano, si obtuvo documentos y ahora es el gerente general la lechería Drake Dairy Farm, en donde también solía ordeñar vacas.
“Desde hace 18 años que trabajo aquí, jamás he visto una aplicación de trabajo de un güero (estadounidense)”, contó Guerrero.
Pese a que los sueldos son más altos que el mínimo, entre 11.50 a 14 dólares la hora, para los residentes de Wisconsin no es un trabajo atractivo.
“Existe una mala concepción de que los inmigrantes indocumentados se roban los trabajos de los locales”, explicó la socióloga de la Universidad de Colorado Boulder Jill Lindsey.
“La realidad es que este tipo de trabajos suelen ser difíciles, monótonos, peligrosos, y sucios… los locales pueden rechazarlos y buscar otras oportunidades, mientras que los inmigrantes están deseosos de trabajar, ellos quieren hacer cuanto dinero sea posible para ayudar a sus familias en sus países ”, agregó la experta.
Deportación: temor generalizado
Hace tres años que en la granja Drake Dairy Farm los dueños le ofrecen alojamiento gratuito a sus empleadosen en casas cercanas a la lechería.
Y es que según Guerrero, esa era la mejor forma para no arriesgarse a que sean detenidos por la policía en las carreteras.
Así como a los mismos inmigrantes indocumentados, una constante y generalizada preocupación embarga a los dueños de las lecherias cuando piensan en redadas migratorias.
Con el actual clima electoral, ese nerviosismo se ha agudizado aún más, en temas como la deportación masiva y la implementación de programas E-Verify para escrutar el estatus migratorio de los empleados.
A nivel local, en Wisconsin se han propuesto ultimamente leyes similares a la SB 1070 de Arizona, que permite a los policías preguntar el estatus migratorio.
“Estamos muy preocupados, los empleados están yendo del estado porque tienen miedo", afirma Guerrero.
"A este paso, nos vamos a quedar sin nadie que ordeñe las vacas”.
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