Antonieta Cádiz
Celebridad populista y candidato independiente: ¿seguirá Trump los pasos del presidente Andrew Jackson?
Una celebridad ajena a la élite de Washington ve frustrado su paso a la Casa Blanca. No es Trump, fue el "héroe de Nueva Orleans", el general Jackson y fue hace casi 200 años. Aunque el militar se recuperó con creces de aquella batalla política.


Las elecciones de 2016 marcarán un antes y un después en la historia estadounidense.
Un magnate del sector inmobiliario, estrella de la televisión, apostó en grande y cambió la jugada política tradicional. Donald Trump rompió las reglas y eso ya es una ganancia para la posteridad.
Los historiadores no han podido evitar las comparaciones. Ven en Trump el estilo y circunstancias que debió enfrentar el expresidente de Estados Unidos Andrew Jackson (1829-1837), un hombre que también desafió el sistema y que terminó convirtiéndose en el séptimo presidente del país.
Hay más de 200 años de distancia entre ellos, pero su historia ¿es la misma?
Un antisistema de hoy
“Los políticos falsos le robaron el voto a la gente de Colorado. La noticia más grande en política. Esto no será permitido”, escribió Trump en su cuenta de Twitter el 10 de abril pasado cuando perdió las primarias en el estado a manos de Ted Cruz.
“Cuando anunciaron los resultados, pusieron algo en Twitter que decía detuvimos a Trump, eso venía del partido republicano en Colorado”, dijo en millonario en una entrevista.
Colorado cambió su sistema para elegir delegados el año pasado y eliminó la encuesta preferencial.
Ahora los delegados se escogen en base a un complejo sistema donde cada uno se postula y los candidatos dan su apoyo, respectivamente.
“Les ofrecieron viajes, toda suerte de cosas y se permite que hagas eso. ¿Qué clase de sistema es este? El sistema está amañado, está torcido”, declaró el magnate en una entrevista.
Por su parte la campaña de Cruz aseguró que el equipo del magnate no estaba preparado y ganaron siguiendo las reglas.
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Pero las quejas y amenazas del millonario se dan en medio de una fuerte especulación mediática sobre posibles escenarios si gana la nominación, donde el ala más tradicional del partido le podría dar la espalda y presentar a otro candidato.
El caso de Andrew Jackson
Jackson había ganado su popularidad en la guerra de 1812 donde como general tuvo un triunfó inesperado en la decisiva batalla de Nueva Orleans en contra de poderosa la armada británica.
Aunque tuvo un breve desempeño en la Cámara de Representantes y el Senado, no era considerado parte de la élite política de la época.

En 1824 había sólo un partido político demócrata-republicano dominante, pero estaba dividido entre muchas facciones. También existía un desvaneciente partido Federalista, que había controlado el gobierno durante los primeros años del país. Jackson no era un demócrata republicano reconocido.
“En ese tiempo él era lo que llamamos hoy un populista. Jackson llamó la atención de los estadounidenses, muchos que no podían leer y escribir, que nunca habían votado. Jackson era su héroe y él respondía a sus intereses y necesidades”, explicó Benjamin Ginsberg escritor y profesor en ciencia política de la Universidad Johns Hopkins.
“Jackson capturó la imaginación de ciudadanos ordinarios. Aplastó a los rivales que lo consideraban crudo, bárbaro e incluso dañino para la república”, escribió el Steve Inskeep autor del libro Jacksonland.
Aunque según Inskeep la vida de Trump y Jackson tienen grandes diferencias, como la carrera política y militar de Jackson y su origen humilde, el millonario “logró capturar el tono de Jackson y los votantes respondieron”, aseguró.
Triunfo esquivo
“Los políticos regulares estaban espantados. En la elección Jackson ganó la mayoría de los votos y luego en el colegio electoral Jackson tenía más votos que nadie”, explicó Ginsberg.
Pero los políticos establecidos se confabularon contra él y en particular Henry Clay le dio su apoyo a John Quincy Adams, que era el candidato tradicional, hijo de un expresidente.
A cambio, a Clay le habían prometido convertirlo en secretario de Estado. Eso fue llamado el “acuerdo corrupto”. Adams fue elegido presidente y cumplió con la promesa.
“Era diferente entonces porque no había una convención donde se efectuara la nominación, pero hay similitudes. Tienes un candidato populista ajeno a la clase política que desafía a la élite política, quienes a su vez unen fuerzas en su contra”, comentó Ginsberg.
Perdió la batalla pero no la guerra
Jackson y sus seguidores pasaron los cuatro años siguientes luchando para cambiar las reglas, para que la persona que lograra la mayoría del voto popular ganara y se convirtió en Presidente en 1828.
Historiadores como Richard Norton Smith han descrito a Jackson como un líder que “transformó la política estadounidense y reinventó la carrera presidencial”. De hecho, el partido Demócrata que hoy conocemos debe su nombre y su existencia a Jackson.
Pero la historia de Trump puede tener un final muy diferente al del héroe de Nueva Orleans.

Primero debe asegurar la nominación y para eso estados como Nueva York, con o California, con 172 delegados, son decisivos en la contienda.
También debe convencer a los republicanos de que es un candidato viable para ganarle a la actual favorita para obtener la nominación presidencial demócrata Hillary Clinton.
Hasta ahora las encuestas no acompañan ese argumento. El sondeo más reciente de Real Clear Politics muestra que en una carrera presidencial entre la ex secretaria de estado y el magnate, Clinton obtendría un 49% y Trump un 38%.
Pero aunque Trump no haya logrado la nominación, ni la presidencia, su campaña en 2016 ya ha quedado grabada en la historia política de Estados Unidos. Una que pocos lograron anticipar.
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