Un tribunal de Madrid condenó el viernes a un excoronel salvadoreño a 133 años de prisión por el asesinato de cinco sacerdotes españoles en El Salvador hace más de tres décadas.
133 años de prisión: España encarcela a excoronel por jesuitas asesinados en El Salvador
La masacre de los sacerdotes jesuitas en 1989 es uno de los crímenes religiosos de más alto perfil en la historia reciente de América Latina y pusó la atención mundial sobre la guerra civil de El Salvador, así como el apoyo de Estados Unidos al ejército del país.

La Audiencia Nacional de España dictaminó que Inocente Orlando Montano, quien se desempeñó como viceministro de Seguridad Pública de El Salvador durante la guerra civil de 1979-1992 en el país, fue responsable de los "asesinatos terroristas" en noviembre de 1989.
La masacre de los sacerdotes jesuitas es uno de los crímenes religiosos de más alto perfil en la historia reciente de América Latina y llamó la atención mundial sobre la crisis de derechos humanos en la prolongada guerra civil de El Salvador, así como el apoyo de Estados Unidos al ejército del país.
Montano, ahora de 77 años, escuchó desde una silla de ruedas mientras los jueces leían la sentencia de 26 años, ocho meses y un día por cada una de las muertes.
Estados Unidos extraditó a Montano a España en 2017. Durante su juicio a principios de este año, Montano negó haber participado u ordenado la masacre que provocó la muerte de ocho personas en el campus de la Universidad Centroamericana.
El 19 de noviembre de 1989, soldados armados irrumpieron en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas de San Salvador y allanaron la residencia donde dormían seis sacerdotes jesuitas. Cinco de las ocho víctimas eran sacerdotes jesuitas españoles, entre ellos el reverendo Ignacio Ellacuría, rector de la universidad, y todos eran considerados entre los principales teólogos de El Salvador, estrechamente asociados con las creencias de la llamada Teología de la Liberación, también conocida como 'la Iglesia de los Pobres'.
Los sacerdotes se opusieron públicamente al apoyo de Estados Unidos a las fuerzas armadas salvadoreñas y pidieron un diálogo pacífico entre la derecha y la izquierda. La derecha acusó a los jesuitas de ser comunistas y Ellacuría fue llamado "el cerebro detrás de la guerrilla".
La cocinera de los sacerdotes y su hija de 16 años también se encontraban entre las víctimas.
Una de las testigos sobrevivientes, la ama de llaves Lucía Cerna, recordó haber escuchado al vicerrector Ignacio Martín-Baró gritar a los soldados: "¡Esto es una injusticia!" antes de que lo mataran.

En ese momento, la capital se encontraba en medio de una masiva ofensiva guerrillera que obligó a la evacuación de la embajada de Estados Unidos y marcó el pináculo del logro militar del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN).
Las fuerzas del gobierno salvadoreño pudieron recuperar el control de la ciudad después de días de batallas callejeras. Resultó ser el último gran enfrentamiento antes de que la guerrilla acordara desmovilizarse como parte de un acuerdo de paz en 1991 que puso fin a la guerra que se cobró más de 75,000 vidas.

Durante la guerra, medio millón de salvadoreños fueron desplazados y muchos huyeron como refugiados a Estados Unidos.
La masacre de los jesuitas no fue la primera vez que el clero católico fue atacado en El Salvador. Durante toda la guerra civil, los sacerdotes y las monjas que estaban junto a los pobres fueron el blanco de los 'escuadrones de la muerte' de la ultraderecha.
En marzo de 1980, el famoso arzobispo de El Salvador, Óscar Romero, quien fue canonizado como santo católico en 2018, fue asesinado en el altar mientras celebraba la misa.
Y en diciembre de 1980, cuatro religiosas estadounidenses fueron violadas y asesinadas por las fuerzas de seguridad del gobierno salvadoreño.









