El primer dia de clases es un importante acontecimiento en la vida de un niño y de sus padres.
Siempre tuve excusas para no enviar a mi niño al jardín de infantes. Al principio, “era muy pequeño y no tenía sus defensas desarrolladas”. Después, fue la llegada de su hermana y “no era momento para otros grandes cambios”. Luego, fueron los pañales… Así fue pasando el tiempo y él no tenía su primer día de clases. No es que no fuera consciente de lo importante y beneficioso que sería la escuela; somos los dos muy apegados el uno del otro por lo que socializar con otros niños le iba a ayudar a abrirse un poco más. El problema era que sabía que no iba a ser fácil. Por eso creo que inconscientemente fui postergando el inicio. Ahora ya no hay excusas: su hermanita creció, no hay pañales, tiene defensas fuertes y hasta él me pidió ir a la escuela por lo que mi pequeñín tuvo ya su primer día de clases.
Primer día de clases de mi bebé: Prepárate para sus lágrimas…y para las tuyas

Tuvimos un proceso de preparación. Yo tenía mis miedos (¿lo cuidaría la maestra como lo cuido yo? ¿Se enfadaría si mi hijo tiene un accidente y se hace pis? ¿Se integraría bien mi hijo al resto de sus compañeros?) pero obviamente no quería transmitírselos a mi hijo: era importante que yo le infundiera confianza y optimismo. Arrancamos hablando sobre lo lindo que sería la escuela, sobre cómo iba a hacerse de amiguitos y cómo aprendería “cosas de grandes” como leer y escribir. Fuimos luego a la escuela para conocer a Linda, su maestra, y él se quedó contento de ver todos los juguetes que había. Después comenzamos a equiparnos con una súper mochila, una lonchera, ropa y calzado (justo había pegado un estirón por lo que en verdad necesitaba de nueva ropa lo que ayudo a enfatizar la idea de que ya era un nene grande).
Hablamos mucho de cómo sería todo e incluso mediante el juego le explicaba que mamá no iba a estar (con dos muñequitos y un auto representábamos la escena en la que mamá lo deja al hijo a la escuela, en la escuela el nene juega y la pasa lindo y, después de un rato, mama lo va a buscar.) Mediante el juego lúdico mi hijo entendía mejor que mamá y papá no se quedarían en la escuela con él, pero me rompía el corazón cuando me decía “yo no quiero solo”. Comentábamos con familiares y amigos que pronto Tomás comenzaría la escuela y todos lo felicitaban. Todos estábamos ansiosos: que Tomás iniciara la escuela era un gran acontecimiento.
En la mañana del primer día de clases comimos un desayuno especial con panceta y huevo, como le gusta. Papá lo peinó como tan hermosamente lo peina y él se puso los zapatos rojos que compramos especialmente para la ocasión. Sacamos fotos, subimos al auto, sacamos más fotos y todos estábamos contentos. Sin embargo, había llegado el momento de la despedida y pareciera ser que mi hijo ya no quería saber nada con la escuela. Lloraba y se resistía a quedarse pero yo con naturalidad le expliqué que el jardín no era para grandes y que debía irme. Que él ahora iba a jugar con otros nenes y yo en un rato regresaría. La maestra lo tomó de la mano y ahí se fue mi chiquito, con la trompa fruncida y los ojitos rojos… yo lo veía con un nudo en la garganta que no me permití evidenciar: por dentro tenía una extraña mezcla de orgullo y miedo pero a mi hijo no hacia más que sonreírle.
Sabía que no lo ayudaba haciendo larga la despedida por lo que partimos pronto. Lo que hicimos la primer semana fue recogerlo antes de tiempo (primero a las dos horas, después a las tres y recién el tercer día lo retiramos después de las 4 horas correspondientes) para ayudarlo a “aclimatarse mejor”. Aunque, sinceramente, mi hijo me sorprendió y me demostró -una vez más- lo grande que estaba cuando poco a poco al momento de dejarlo en la escuela me pedía cada vez menos que me quedara con él y, después de la primer semana, me dio un beso y se apartó, simplemente, con un “chau mamá”.
Supongo que los miedos y la ansiedad que rondan al primer día de clases son naturales, tanto en el chico como en los padres. En la escuela los chicos no solo aprenden cuestiones académicas sino que es el primer ámbito en donde se separan de la familia y están, por así decirlo, solos. Aprenden a ser ellos mismos y a socializar con los demás, aprenden a vivir en sociedad. Lo mejor que podemos hacer es no infundirles nuestros miedos y confiar en sus capacidades: ellos encontraran su camino.
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