Hillary Clinton tiene un amuleto, uno que la viene acompañando con fidelidad en sus más recientes apariciones públicas. Como todos los talismanes confiere unos ciertos poderes sobre todo en materia de confianza, de imperturbabilidad. También cambia de colores en una estrecha gama de rojos, azules y blancos. Su amuleto, el secreto de su compostura, son los vestidos que le diseña Ralph Lauren, esos que en los tres debates presidenciales, en el último día de la Convención Demócrata y en el Rally de Roosvelt Island se convirtieron en su refugio, su escondite, su capa protectora, su armadura, su lugar seguro para seducir al mundo.
Hillary Clinton tiene un amuleto que la llena de confianza en los debates
En los tres debates presidenciales la candidata demócrata usó trajes de Ralph Lauren, un diseñador emblemáticamente americano que parece ser la última cuota de confianza que le faltaba a Hillary Clinton para crear más empatía con su electorado.


Aunque parece más bien un tema secreto, las mujeres del poder siempre han tenido unos talismanes así. Jackie Kennedy sabía que su suerte era mejor cuando usaba alguna prenda de Oleg Cassini, Nancy Reagan creía con devoción que su manera de salir siempre elegante y bien librada de la crítica era vestir un traje, ojalá rojo, de Adolfo, la Reina Letizia de España le ha dado un estilo a su confiaza gracias al creador Felipe Varela, y hasta Michelle Obama, tan propensa a explorar con muchos diseñadores, siempre ha sabido que cuando se la juega toda, es un vestido del diseñador indo americano Naeem Khan el que la va a acompañar en sus proezas.
Aunque Hillary durante muchos años en el poder pareció estar desprovista de la protección de uno de estos artículos mágicos y crear casi una fama de desaciertos en materia de moda, parece, por fin, haber encontrado en los trajes clásicos de Ralph Lauren desprovitos de caprichos o de contenidos militantes o políticos, sus compañeros protectores, unos que quizás la lleven al lugar máximo de poder que aspira una mujer.

Lejos de la bulla que generaron cada una de las apuestas de Melania Trump en estos días de debates presidenciales, los vestidos de Ralph Lauren siempre bien confeccionados, de líneas sencillas y conservadoras, de siluetas alagueñas sin ser demasiado llamativas crearon un aura de tranquilidad alrededor de Hillary Clinton. Sus trajes parecían caminar en silencio, cautos, para darle a las ideas de la candidata, a sus propuestas, a sus argumentos el lugar que demandan en el juego político.

Le elección de este diseñador está lejos de ser un capricho. Ralph Lauren no solo es contemporáneo de Hillary Clinton y comparte con ella las formas como el mundo lleva organizándose durante décadas, es además la encarnación del sueño americano una vez que inició con un pequeño negocio de corbatas para luego conseguir crear un verdadero emporio de moda. Fue el encargado de vestir a Robert Redford como el emblemático Jay Gatsby y también le hizo los trajes a Annie Hall. Ralph Lauren fue uno de los diseñadores que popularizando camisetas de cuello (1972), creando jeans y masificando un estilo vaquero le dijo al mundo que Estados Unidos también tenía un lugar en el estrecho cuarto de la moda.
Cuando Donald Trump aparece en el escenario de los debates usando sus bien cortados trajes europeos de Brioni, y Hillary Clinton se le posa al lado con un sastre pantalón perfectamente confeccionado por Ralph Lauren en colores patrióticos queda manifiesta una política.
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