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¿Por qué falla la educación autoritaria?

Mucha gente piensa que la educación autoritaria genera niños más disciplinados y obedientes. Pero algunos estudios acerca de la disciplina demuestran que el autoritarismo sólo produce niños con baja autoestima, e incluso en muchas ocasiones se comportan mal, lo que genera que sean más castigados, conviertiéndose esto en un círculo vicioso, donde ni niños ni padres salen beneficiados. Hoy te invito a reflexionar por qué falla la educación autoritaria en nuestros hijos.

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¿Por qué la crianza estricta crea problemas de conducta en los niños?

En primer lugar, la crianza estricta priva a los niños de la oportunidad de internalizar la autodisciplina y la responsabilidad. Los límites muy estrictos hacen que los niños desarrollen una resistencia para asumir la responsabilidad sobre sus actos.

La crianza autoritaria se basa en el miedo, que dista mucho de la empatía, y sólo les enseña a los niños el arte de la intimidación, además de que generalmente tienden a la ira y a la depresión, porque sienten que sus padres no aceptan partes de ellos. Se sienten solos, tratando de poder manejar sentimientos que les resultan difíciles de soportar.

Con una educación autoritaria, seguramente aprenderán a obedecer, pero no a pensar por sí mismos, y los más probable es que en su vida adulta no cuestionen la autoridad en aquellas ocasiones en que se amerite hacerlo.

Los padres que establecen con sus hijos un vínculo desde el poder, en lugar de desde la empatía, sólo logran que sus hijos pierdan el interés en complacerlos, se vuelvan más rebeldes, y muchas veces, en el peor de los casos, terminan buscando el amor en el lugar equivocado.

El término medio entre la permisividad y el autoritarismo

Como en todos los órdenes de la vida, los extremos son malos. Por eso, el mayor desafío que debemos enfrentar los padres, buscando un desarrollo feliz y pleno de nuestros hijos, es encontrar ese delicado término medio entre límites claros y empatía, que nos permitan tener un vínculo saludable con nuestros hijos.

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Tal vez se trata de ser padres permisivos por momentos, ofreciendo amor y apoyo, y en otros momentos, marcar límites claros y rigurosos, de acuerdo a las edades de nuestros hijos, como los padres autoritarios. Ser padres involucrados con sus hijos, pero sin llegar a ser controladores, es decir, permitir a nuestros hijos que puedan decidir también hacer las cosas a su manera.

El corazón suele ser el mejor consejero, sigue tus instintos, más allá de las presiones culturales y sociales. Decide para tu hijo lo que te parezca mejor para él, pero escuchando sus necesidades y sus preferencias.

Ser padres es maravilloso, tan maravilloso como difícil.

¿Qué tipo de padre te consideras?