Nadie es inmune a experimentar un mal día. Puede comenzar tan fácilmente como pegarse en el dedo cuando te levantas, pierdes el autobús para trabajar o no tienes leche para el desayuno. A veces, sientes como si te hubieras levantado del lado equivocado de la cama. Sin embargo, un mal día podría ser el resultado de problemas no resueltos desde el día anterior o incluso la falta de sueño.
¿Mal día? Sigue estos 3 pasos y dale la vuelta

Dejar que un día malo se convierta en una avalancha, afecta tu felicidad, tu productividad en el trabajo y tu comportamiento general hacia las personas. ¿Has tenido uno de esos días en que sentías que todo el mundo estaba contra ti? Ellos no eran el problema, eras tú. Un mal día afecta tu estado de ánimo, que a su vez afecta tu comportamiento hacia los demás. Así que, ¿cómo arreglar esto y transformar un mal día? Aquí la respuesta:
Paso #1
Lo primero que debes recordar es que tu mal día comenzó con un mal momento. Dejar que sesenta segundos de decepción influyan en el resto del día es inútil. Está bien enojarse cuando el café se cae en la alfombra, pero date cuenta que no tiene que afectar tu día entero. Cuando eches chispas después de un incidente de este tipo, toma un minuto, respira y cálmate.
Paso #2
La segunda cosa es reconocer el problema. Cuando te das cuenta de que estás atravesando el "síndrome del mal día", encuentra maneras de cambiar eso inmediatamente. Puedes dar un paseo en un entorno natural y perderte por su belleza, ponerte los audífonos y escuchar una canción optimista, o incluso ver vídeos de gatos divertidos, porque nada funciona mejor que un gato cayendo en una tina de agua.

Paso #3
La tercera cosa a recordar es que tienes todo un día por delante y nuevas cosas por experimentar. Piensa en las muchas cosas que perderás eligiendo permanecer en ese estado de ánimo. No dejes que un mal comienzo arruine la cita con tu pareja, una copa con los amigos o la cena con tu familia. Cuando tienes algo que vale la pena hacer o algo que pone de manifiesto tus pasiones, permite que te haga olvidar los malos momentos.

La felicidad es una elección, al igual que la tristeza. Cuando das a un mal día la oportunidad de controlar tu vida, te pierdes de buenas experiencias que podrías haber tenido. Así que, la próxima vez que tengas un mal día, recuerda que no vale la pena arruinar tu felicidad.
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