Con frecuencia solemos confundir la felicidad con cuestiones tangibles como conseguir la casa de nuestros sueños o lograr ese ascenso laboral por el que hemos luchado tanto. Sin embargo, hoy la ciencia demuestra que el verdadero gozo proviene de reconocer y hacer con mayor frecuencia aquello que valoramos.
El secreto para alcanzar la felicidad es mucho más simple de lo que imaginas

De acuerdo con la socióloga y coach Martha Beck, la felicidad no se busca, sino que tiene más bien que ver con un estado. «La felicidad verdadera es tranquila. Es esa sensación de paz que se traduce en disfrutar de lo cotidiano». Este estado es el que nos conduciría por la vida atravesando los desafíos y los momentos gratos siempre desde la satisfacción y la serenidad.
Al parecer los pequeños placeres son los que realmente nos vuelven personas felices. Descubre más sobre el secreto para alcanzar la felicidad a continuación.
1. No persigas la felicidad

De acuerdo con investigaciones recientes en la materia, ni comprar un auto último modelo, ni conseguir un nuevo hogar, ni ganar la lotería nos mantiene felices a largo plazo. Es más, se ha demostrado que aquellas personas que tienen como meta conseguir la felicidad tienden a ser menos felices que los que no se lo plantean como desafío.
Dos estudios publicados en 2012 demostraron, de hecho, que la búsqueda de la felicidad puede desconectarnos de los demás y hacernos sentir en consecuencia más solos y menos alegres.
Se aconseja, en cambio, conocer a fondo aquello que realmente nos importa y caminar hacia allí poniendo el acento en la rutina diaria. En este sentido, preguntas como ¿qué tipo de vínculos quiero construir?, ¿en qué tipo de empleos me gustaría desempeñarme?, entre otras, pueden realmente guiarnos para lograr sostener un estado de felicidad en vez de buscarlo permanentemente en momentos efímeros.
2. Transforma tus hábitos

La serotonina es una sustancia química producida por el cerebro asociada a la felicidad. Cuando aparece el estrés, los niveles de serotonina se reducen. La dopamina es otra sustancia que liberamos en momentos de gran entusiasmo (por ejemplo, cuando compramos una prenda nueva, un CD de música que nos gusta o cuando comemos un alimento que nos encanta).
Lamentablemente, la búsqueda constante del placer que se deriva del sexo, las drogas, las compras y la comida tampoco nos hace más felices. Es decir, contamos con momentos que consideramos de gozo, pero, al no ser duraderos, enseguida el efecto se desvanece.
Te recomendamos, en todo caso, que inclines tu mente hacia la verdadera felicidad: transita tus días observando y tomando en cuenta los momentos felices y bríndales toda tu atención.
Estos momentos no están vinculados con cuestiones materiales, sino que se trata de pequeños milagros cotidianos como notar una flor bella, acariciar a tu mascota o simplemente agradecer por el hecho de poder respirar. Quizás la intensidad de estos instantes sea menor que la de comprar un objeto que nos gusta, pero estos también construyen un estado de felicidad mucho más sólido y verdadero.
3. Concéntrate en el presente
En cuanto nos movemos hacia el pasado o hacia el futuro tendemos a perder control de nuestras emociones. Incluso muchas personas experimentan angustia por lo que ha pasado o sienten ansiedad por lo que pueda llegar a suceder en el futuro. Estos miedos no solo nos estancan en tiempos que no son el presente, drenando nuestra energía, sino que también nos traban la posibilidad de disfrutar a pleno del ahora.
Aprender a sentir y a valorar el momento presente es definitivamente una de las herramientas más eficaces si lo que queremos es vivir felices.
Prácticas como la meditación y el yoga pueden ser de gran ayuda, pero no son imprescindibles: solo tienes que concentrarte en aquello que está sucediendo ahora y dirigir tus pensamientos hacia este presente, y no hacia otro tiempo. Notarás diferencias importantes en tu día a día con solo tener en cuenta este consejo simple.
No hace falta ir hacia la felicidad, porque ella está aquí y ahora. Es en la cotidianeidad, en los instantes más simples, que podemos experimentarla plenamente sin esfuerzo alguno. No olvides, sobre todo, que nunca está afuera, sino dentro de cada uno ¡y esperando a ser vivida!
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