Ahora que finalmente se ha abierto el grifo para la creación de series de TV basadas en cómics, los lectores y fanáticos estamos encantados. Más allá de los cómics mainstream de los cuales podemos esperar una que otra serie debido en parte al grado de popularidad que poseen, como también a lo redituable que resulta dicho proyecto, los lectores que no nos enfocamos únicamente en Marvel o DC sabemos que existen otros cómics que nos gustaría ver en la pantalla. Aunque muy dentro nuestro sabemos que dichos shows están lejos de ocurrir por cuestiones de censura o simplemente económicas.

Joseph Hanna y William Barbera trabajaban en la poderosa Metro Goldwyn Mayer hasta que en esta empresa se decidió dejar de producir películas de animación en 1957. Entonces ellos se asociaron para rodar cortos publicitarios, pero poco después los proyectos de Hanna-Barbera en la animación dieron un campanazo con una sucesión de personajes que impactaron sobremanera, aprovechando al máximo la novedad de la televisión para entrar en millones de hogares.

Full House comenzó a finales de los años 80 y duró 8 temporadas, en un momento en que la televisión era el principal medio de entretenimiento. Para muchos de los que crecimos viendo esta serie, hay momentos que marcaron nuestra vida.

Hay casos de series (sobre todo las comedias) en que se emplean personajes secundarios cuyas existencia y permanencia en el show se deben gracias a un chiste recurrente en torno almismo, una frase personal o latiguillo, una característica propia de su personalidad, apariencia o comportamiento.

Los personajes de Friends eran muy, muy amigos, pero cada uno tenía una personalidad bastante marcada con gustos muy diferentes. A pesar que la serie finalizó hace unos cuantos años, seguimos recordándola con mucho cariño y continuamos pensando en qué estarían haciendo Ross, Monica, Rachel, Phoebe, Chandler y Joey en el 2015.

Que la serie The Simpsons ha perdido mucha de su frescura y originalidad inicial no es secreto de nadie. Pero las repeticiones en televisión y la internet nos han permitido experimentar la época dorada de la serie una y otra vez, aquella época en la que podíamos ver un capitulo mil veces y nunca cansarnos. Estaban magníficamente escritos, eran sumamente entretenidos y con la dosis justa de ternura para que algunas veces nos emocionemos al grado de dejar escapar alguna lágrima.