Al principio puede haber sonado inesperado o sorpresivo, pero tras unos minutos la idea se asienta y comienza a tener sentido: la serie de horror más popular de la televisión estadounidense se ocupará de la que es, para muchos en ese país, la historia de horror más espeluznante de nuestros días.

Cuando nombramos a Ryan Murphy, quizás la mayoría piense que es el productor de Glee, una serie dulce y llena de música de chicos adolescentes. Sin embargo, su nombre también está detrás de producciones que han destacado, brillantemente, en la pantalla chica.

Su crédito apenas se leía en The Miami Herald, Los Angeles Times y Entertaiment Weekly, pero la verdadera pasión de Ryan Murphy era escribir. No sobre hechos noticiosos, sino ficciones que cambian vidas. Cuando Steven Spielberg compró su guión Why Can’t I Be Audrey Hepburn? en 1990, Ryan Murphy supo que estaba haciendo lo correcto.

Desde hace mucho tiempo los fanáticos de American Horror Story han notado diferentes pistas y elementos que sugieren que todas las temporadas de la serie, aunque aparentemente independientes entre sí, guardan una profunda conexión y ocurren en un mismo y bizarro universo, uno que contiene fantasmas, alienígenas, brujas, demonios y espíritus sobrenaturales de toda clase.

Especialmente durante los últimos años, las biopics han trascendido más allá de la gran pantalla y han sido muchos los guionistas que han visto gran potencial en la pequeña pantalla para narrar la trayectoria de ciertos visionarios o personajes de nuestra historia.

Si hay una cosa que American Horror Story y su producción hacen realmente bien, eso es la creación de un atrapante misterio y una inevitable intriga ante lo que vendrá en cada nueva temporada.