Desde hace mucho tiempo todo lo que está relacionado con la existencia de vida extraterrestre suele ser un misterio respecto a lo que los grandes gobiernos del mundo conocen. Si bien es sabido que se encuentran siempre investigando, suelen revelar solamente información medianamente falsa o irrelevante.

Stephen Hawking es un tipo que no se suele equivocar. El científico ha advertido reiteradamente de los peligros de un posible contacto extraterrestre. Es decir, una civilización capaz de llegar a la Tierra estará más avanzada tecnológicamente que la nuestra. Y tal como sucedió con la llegada de Cristóbal Colón a América, en estos encuentros la sociedad menos evolucionada técnicamente no suele salir bien parada.

Más allá de todas las supuestas visitas extraterrestres que hemos escuchado a lo largo de la historia ninguna de ellas ha sido confirmada o demasiado explícita como para estar seguros.

En 1947, ocurrió un incidente en la ciudad de Roswell, en Nuevo México. Algo salió del cielo y chocó en un rancho cerca de Roswell. Las autoridades militares dijeron que se trataba de un globo meteorológico derribado, pero para muchos se trató del aterrizaje de un platillo volador, una teoría en la que los conspiracionistas han insistido a lo largo del años.

Creer que hay vida fuera de nuestro planeta no es para nada absurdo. Muy por el contrario, la ciencia comprobó que otros planetas ofrecen condiciones que hacen absolutamente posible la vida y en cuestiones numéricas, existen muchísimas más probabilidades de que sí existan, el problema es que lo que no existen son pruebas de algún tipo.

Un extraño esqueleto de 15 cm fue encontrado en el Desierto de Atacama, Chile, en 2003. Con 10 costillas en vez de las 12 regulares y un cráneo, en proporción, tres veces más grande que el humano.